Greenpeace, la organización ambiental más importante del mundo (tres millones de socios) y de España (85.000) nombró el domingo al geógrafo José Luis García Lorenzo (Ponferrada, 1963) nuevo presidente. Llega al cargo con el aval de la coordinación delas actividades de la Fundación Oso Pardo, que compatibilizará con la nueva responsabilidad. García Lorenzo aspira a […]
Greenpeace, la organización ambiental más importante del mundo (tres millones de socios) y de España (85.000) nombró el domingo al geógrafo José Luis García Lorenzo (Ponferrada, 1963) nuevo presidente. Llega al cargo con el aval de la coordinación delas actividades de la Fundación Oso Pardo, que compatibilizará con la nueva responsabilidad. García Lorenzo aspira a llegar a los 100.000 socios pero, sobre todo, a «crear más conciencia ciudadana, sean socios o no».
-La asamblea que le nombró usó mucho la palabra continuidad.
-Hay un plan 2004-2008 en el que están las campañas clásicas: bosques, océanos, transgénicos, nucleares, tóxicos. Y hemos abierto un departamento para dar más transparencia y participación, y otro de desarme, porque teníamos el ‘green’ (verde) muy presente, pero no tanto el ‘peace’ (paz). También vamos a trabajar más en transporte, responsable de la contaminación, y en potenciar el consumidor como herramienta del cambio. A veces olvidamos que somos consumidores y podemos influir en el mercado.
-Cambio climático, Kioto. España no cambia el paso en su modelo de desarrollo. ¿Ha quedado caduco el ‘desarrollo sostenible’?
-Hay muchas resistencias, aunque se ha aprobado el Protocolo de Kioto. Pero es el punto de partida y ahora hay que seguir presionando. Hay que trabajar mucho en eficiencia energética y racionalización del consumo.
-Pero los defensores de lo nuclear insisten en que no hay alternativas todavía que garantice el apagón atómico.
-A día de hoy es una falacia. Hoy se podría prescindir de la energía nuclear sin que hubiera desabastecimiento. Estamos preparando un trabajo que demostrará en unos meses que, en el actual escenario, se podría vivir con un 100% de renovables. No solo sin atómica, sino otras muy contaminantes. No sería de hoy para mañana, pero es posible.
-También hay resistencias para creer que hay cambio climático.
-Incluso en Estados Unidos, entre los sectores más conservadores empieza a haber conciencia en personas con sentido común que avisan de lo evidente. Hay que actuar por una cuestión de responsabilidad y pensar en las generaciones futuras.
-Ha sido consultor de la administración pública española y conoce los despachos. ¿Cree que hay voluntad de cambiar algo?
-Lo que se necesita es voluntad política, porque, si no, no hay nada que hacer. Con el nuevo Gobierno parece que hay más voluntad. Nuestra obligación es estar ahí y ayudar desde nuestro papel denunciando pero también apoyando iniciativas positivas.
-¿Dónde queda el poder ciudadano para cambiar las cosas?
-Soy un consumidor más y mi acción rellenando un papel para que cierren una nuclear, o cuando voy a comprar y rechazo un producto con transgénicos es importante. La máxima clásica de ‘piensa globalmente, actua localmente’ está cada vez más en vigor.
-El ‘Prestige’ pareció marcar un antes y un después pero se escuchan muchas voces que aseguran que se podría repetir y las consecuencias serían similares.
-Tristemente no han mejorado las cosas porque tenemos mucha capacidad de olvido. Pero hay mucha gente detrás ‘empujando’ para pedir responsabilidad, no solo política sino de todo tipo.
-¿Qué futuro le aguarda al parque natural de Picos de Europa, y al resto de parques, tras la sentencia que le concede el control a cada región?
-Es una lástima que se pierda la capacidad de tener una red de espacios que represente todos los territorios de valor de la península. Somos pesimistas respecto a cómo se gestionará ahora Picos de Europa, en manos de tres autonomías con visiones distintas: en León se caza y se apuesta por un uso intensivo, en Asturias y Cantabria no. Lo que hay que exigir son modelos de desarrollo.
-Milita en Amnistía Internacional, Médicos sin Fronteras y SEO. ¿Cree que las oenegés están en la ‘bajamar’ de su apoyo social?
-La sociedad se va aburguesando, cree que está todo conseguido y baja la guardia. No es la experiencia de Greenpeace, pero en otras sí que se ha bajado un poco las manos. Pero también hay que medir la sensibilidad ambiental y, en esto, cada vez hay más, aunque nunca lo suficiente. El medio ambiente está en todas las agendas, aunque sea de boquilla.