“Armadas” con sus sprays de pintura, escalera en mano, martillos y kufiyas, el 6 de agosto del 2024, un grupo de activistas entraron en la filial británica de la fábrica de drones israelí de Elbit Systems en Filton, Bristol.
Antes de ser desalojadas y detenidas por la policía británica consiguieron pintar las instalaciones, dañar equipos y bloquear la producción. El grupo se reivindicó como perteneciente a Palestine Action y ha optado por la acción directa ante la inacción y complicidad de su Gobierno de parar el genocidio en Gaza. Sus acciones son un grito directo a la conciencia que busca paralizar la maquinaria de muerte de la guerra colonial impiadosa y sin fin contra la población palestina.
Fundada en el 2020, Palestine Action se define como una organización propalestina para desestabilizar la industria armamentística en el Reino Unido mediante la acción directa. Su compromiso es acabar con la participación global en el régimen genocida y de apartheid de Israel. Desde su fundación, sus acciones, del mismo calado que la de la fábrica en Filton, se han multiplicado por todo el Reino Unido.
Sus métodos son formas de resistencia civil como pintar, bloquear edificios, encadenarse a infraestructuras, dañar equipos, busca interrumpir la cadena de suministro de armas a Israel, especialmente de la empresa Elbit Systems, con sede en el Reino Unido. Esta multinacional sionista es una de las principales empresas de tecnología militar israelí que produce esos horribles drones cuadricópteros siempre presentes en Gaza que asesinan y causan el terror en la población palestina.
Pero el establishment no ha demorado mucho en reaccionar. Haciendo gala del abuso autoritario del poder, la respuesta del Gobierno británico (presionado por el lobby sionista) ha sido ilegalizar a Palestine Action, clasificándola como una organización «terrorista» y juzgando las acciones de estas activistas bajo las leyes antiterroristas. Es como si el Estado estuviera diciendo que pintar un avión es más peligroso que la complicidad con las guerras. ¿Pintar de rojo es terrorismo? ¡Qué absurdo y qué doloroso para la libertad de expresión!
Las consecuencias por ser miembro o simplemente mostrar apoyo, incluso con un simple cartel, o llevar una camiseta de Palestine Action se ha convertido en un delito grave castigado con hasta 14 años de prisión. Todavía tenemos presentes las imágenes de cientos de personas (muchas de ellas bastante mayores), este verano, siendo arrestadas solo por sostener un letrero.
En la actualidad hay 33 personas encarceladas por pertenecer a esta organización (24 de las cuales por la acción de Filton) que llevan más de un año en prisión. Al menos seis de ellas iniciaron una huelga de hambre el 5 de noviembre de este año en protesta por el “abuso sistemático” en las cárceles, que incluye que los guardias las llamen “terroristas”, les confisquen su ropa —incluidas sus kufiyas palestinas— y restrinjan sus visitas y correspondencia. Sus demandas van desde el cese inmediato de toda censura y restricción a su correspondencia y comunicaciones, la libertad bajo fianza inmediata e incondicional, el derecho a un juicio justo y transparente, hasta que dejen de criminalizar la organización y el cierre definitivo de todas las instalaciones de Elbit Systems en el Reino Unido.
El 19 de noviembre comenzó el juicio a 6 de las 24 personas encausadas por la acción en Filton. Pero lo que está sucediendo en la corte de Londres es mucho más que el destino de un grupo de activistas. Es un juicio sobre los límites a la libertad de expresión, la propia democracia británica, y sus leyes antiterroristas. Un momento crucial donde el Estado intentará justificar lo injustificable abanderando la manida seguridad, mientras que las activistas buscarán poner de nuevo a la industria armamentística «en el banquillo de los acusados» ante la opinión pública, argumentar la desproporcionada prohibición y la violación del derecho de libertad de expresión.
Hasta el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha alertado que el Reino Unido está usando leyes antiterroristas para reprimir la protesta legítima, lo cual debería preocuparnos por el precedente que puede sentar en este camino ya avanzado de recortes de derechos y libertades civiles.
Las acciones directas de Palestine Action son una llamada directa a lo que queda de conciencia en nuestras sociedades occidentales bienpensantes y cómplices con un genocidio que continúa en Palestina, pese al supuesto alto el fuego. Pedir la liberación de los 24 de Filton es un acto de justicia que debe ir unido a la petición de la liberación de todos los presos y presas palestinas. Están en juego nuestras democracias… y nuestras conciencias.
Alicia Alonso Merino. Feminista y abogada de derechos humanos. Realiza acompañamiento socio-jurídico en cárceles de distintos países.
Fuente: https://desinformemonos.org/accion-directa-a-la-conciencia/


