En la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992, el entonces presidente estadounidense George H.W. Bush (1989-1993) respondió duramente a las acusaciones contra su país, uno de los mayores emisores de gases invernadero. Bush (padre del presidente de mismo nombre que gobernó entre 2001 y 2009) decidió a último momento acudir a Río de Janeiro, […]
En la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992, el entonces presidente estadounidense George H.W. Bush (1989-1993) respondió duramente a las acusaciones contra su país, uno de los mayores emisores de gases invernadero.
Bush (padre del presidente de mismo nombre que gobernó entre 2001 y 2009) decidió a último momento acudir a Río de Janeiro, donde se celebrará la cumbre, y se mostró a la defensiva en su alocución.
«No vine aquí para disculparme», dijo Bush a los líderes mundiales en un desafiante discurso de siete minutos. El periódico TerraViva, de IPS, publicado durante la histórica conferencia, tituló: «Presidente de Estados Unidos hace un desaire al resto del mundo».
Antes de salir de Washington con dirección a esta ciudad brasileña, Bush dijo a periodistas: «El tiempo del cheque en blanco terminó», en referencia a que ya no brindaría apoyo financiero al Convenio sobre la Diversidad Biológica.
«A veces, liderazgo significa quedarse solo», señaló.
Ese año había elecciones presidenciales en Estados Unidos, y Bush prácticamente se vio forzado a viajar a Río de Janeiro para no perder peso político frente a su rival, y quien a la postre se convirtió en presidente, Bill Clinton (1993-2001).
En una conferencia de prensa en Washington, Clinton criticó la postura de Bush en la Cumbre de la Tierra, y lo acusó de «demorar el progreso del mundo hacia un planeta más próspero y rico».
Ahora, veinte años después, el presidente Barack Obama, quien como Bush en 1992 se postula para la reelección, decepcionó a la Organización de las Naciones Unidas al decidir no asistir a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, que se realizará del 20 al 22 de este mes en esta misma ciudad.
Una fuente de la ONU dijo a IPS que la lista de líderes que participarán de la conferencia no estará definida sino recién hasta la semana próxima, ya se actualiza casi a diario.
Pero según informó la Casa Blanca, es seguro que la delegación estadounidense no esté encabezada por Obama, sino por la secretaria de Estado (canciller), Hillary Rodham Clinton.
«Dada la postura tomada hasta ahora por Estados Unidos en las negociaciones de Río+20, y la que adoptó en las referidas al cambio climático en (la sudoriental ciudad africana de) Durban, quizás hasta sea una bendición que Obama no vaya», dijo a IPS la activista Meena Raman, de la Red del Tercer Mundo.
Raman aludía a la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), celebrada el año pasado en Durban.
De la misma forma que Bush en 1992 se negó a comprometer cambios en los sistemas de producción y consumo, señalando que el estilo de vida estadounidense no era negociable, funcionarios de Washington en el proceso de Río+20 se resisten a aceptar determinados principios, en especial el de responsabilidades comunes pero diferenciadas ante el cambio climático, señaló Raman.
«También están retrocediendo en materia de transferencia de tecnologías, donde ni siquiera desean usar la palabra ‘transferencia'», añadió.
El financiamiento sigue siendo un punto de discrepancia. El jueves 14, delegados del G-77, bloque de naciones en desarrollo, se negó a continuar negociando sobre economía verde hasta que hubiera compromisos sobre los «medios de implementación».
En la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible celebrada en 2002, también en Durban, Estados unidos se negó a reconocer su histórica responsabilidad como el mayor emisor de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario, dijo Raman.
Washington «no está haciendo recortes ambiciosos. No quiso que hubiera en Durban ninguna referencia a la equidad ni a la responsabilidad común pero diferenciada, y quiere que la mayor carga la tengan las naciones en desarrollo», agregó.
Dada esta postura de Washington, «no queremos que el presidente Obama ni ningún otro líder de ese país venga a Río de Janeiro a enterrar lo que se acordó en 1992. No esperamos que Estados Unidos muestre ningún liderazgo para salvar el planeta y a los pobres», sostuvo Rama.
«Así que es mejor que el presidente Obama se quede en su casa», remarcó.
Por su parte, Phil Kline, encargado de campañas de la oficina estadounidense de Greenpeace, dijo a IPS: «Estamos desilusionados porque Obama no haya mostrado liderazgo para venir a Río, pero mucho peor que eso es que Estados Unidos obstaculice el camino».
El activista señaló que la mayoría de los países quieren avances y dar el puntapié en Río de Janeiro para un Acuerdo sobre la Biodiversidad en Alta Mar.
«Si el presidente Obama quiere demostrar que se preocupa por el desarrollo sostenible, debería instruir a sus negociadores para que finalmente protejan los mares abiertos», dijo Kline.
En tanto, Tricia O’ Rourke, de Oxfam International, dijo a IPS: «Lo más importante es que los negociadores de Estados Unidos lleguen a Río dispuestos e interesados en mostrar verdadero liderazgo, con compromisos sustanciosos para crear una serie de nuevas metas globales de desarrollo que aborden tanto la pobreza como la sostenibilidad ambiental».
En 1992, Bush fue duramente criticado por organizaciones no gubernamentales. Greenpeace lo calificó de «degenerado ambiental», y lo responsabilizó del fracaso de la cumbre.
Ahora predomina el temor de que la historia se repita, sobre todo considerando que el Comité Preparatorio que negocia el documento final de Río+20 permanece estancado debido a la intransigencia de Estados Unidos y de otras naciones occidentales.