Primero, hemos descubierto que no existe un curriculum de sostenibilidad de «talla única». Cuando la gente indaga acerca del curriculum, lo que ellos se imaginan es una carpeta llena de lecciones, pero el «curriculum» mismo necesita una definición más amplia y holística. Un equipo de educadores de Yap, un atolón en el sur del oceano […]
Primero, hemos descubierto que no existe un curriculum de sostenibilidad de «talla única». Cuando la gente indaga acerca del curriculum, lo que ellos se imaginan es una carpeta llena de lecciones, pero el «curriculum» mismo necesita una definición más amplia y holística. Un equipo de educadores de Yap, un atolón en el sur del oceano Pacífico, visitaron una vez el Centro. Al Reconocer en nuestro trabajo sus propios discernimientos acerca de la transformación de la educación, sus ojos se llenaron de lágrimas. Como un regalo de despedida, ellos nos dejaron un afiche que proclamaba: «El curriculum está en cualquier parte que ocurra el aprendizaje». Nosotros estamos totalmente de acuerdo en nuestros corazones con esta definición breve y concisa.
Como lo reflejamos en nuestra década de fomentar el «alfabetismo» ecológico, podemos mapear las fuentes de nuestra visión de la educación para la sostenibilidad. Así como nuestro trabajo yace geográficamente en la confluencia del oceano Pacífico y la bahía de San Francisco, nuestra práctica está situada conceptualmente en la confluencia de cuatro poderosas corrientes: la teoría de los sistemas vivientes, la sabiduría de los pueblos indígenas, la reforma sistémica de las escuelas, y la pedagogía basada en el lugar. Todo lo cual da cuerpo a un cambio de percepción hacia un entendimiento ecológico o sistémico.
En la India, la confluencia de la corrientes que fluyen han sido reconocida desde tiempos ancestrales como un lugar de gran poder y misterio en el paisaje. Tal confluencia, sangam en sánscrito, implica otra corriente -un río místico que corre por debajo. En el trabajo del Centro para el Alfabetismo Ecológico, esta corriente más profunda es espiritual, en el sentido que el trabajo evoca la reverencia. Para nosotros, el respeto profundo ante el misterio de la vida, lo intrincado de la red de la vida, y nuestra confianza en esta son dimensiones esenciales de la educación.
La teoría de los sistemas vivientes
En su artículo, el teorista de sistemas y autor Fritjof Capra, un director fundador del Centro para el Alfabetismo Ecológico, caracteriza la teoría de los sistemas como un marco científico que requiere un cambio de percepción hacia una nueva manera de pensar basada en las relaciones, el contexto, y las conexiones. El Centro para el Alfabetismo Ecológico fue fundado para aplicar esta perspectiva de los sistemas en la educación primaria y secundaria. El autor David Orr, educador y director del Centro, extiende esta visión a la educación superior y universitaria. Michael Stone ilustra cómo aplicamos en el Centro para el Alfabetismo Ecológico un marco sistémico en su trabajo acerca de los sistemas alimenticios.
La sabiduría de los pueblos indígenas
Esta «nueva manera» de pensar, de percibir el mundo en términos del contexto y las conexiones, es también sabiduría ancestral. Los pueblos indígenas se han sostenido ellos mismos a través del tiempo en comunidades entendidas para incluir a los humanos, a las otras criaturas vivientes, y a la tierra. Jeannette Armstrong, una guardiana de la sabiduría Okanaga, artista y activista de la Columbia Británica, quien ha sido reconocida por su liderazgo entre las comunidades indígenas, ha guiado al Centro para el Alfabetismo Ecológico en su trabajo, ayudándonos a entender cómo las maneras de educar que estuvieron una vez incon-sutilmente integradas en la vida de una comunidad deben ser ahora concientemente refortificadas, hasta en su propio lugar, y hasta en un mayor grado en las sociedades industrializadas y altamente móviles. En las comunidades sostenibles, el compromiso de la comunidad total es entendido como esencial para el bienestar de todos.
La reforma sistémica de las escuelas
El movimiento para la reforma sistémica en la educación de las escuelas refleja muchas de las percepciones sistémicas articuladas por Fritjof Capra e incluídas en la sabiduría de los pueblos indígenas. El movimiento reconoce la escuela misma como un sistema en el cual los estudiantes estan incorporados y afectados, al menos tacitamente, por los valores de la cultura más amplia de la escuela y la comunidad. Las escuelas que adoptan estas reformas se hacen practicantes de «comunidades de aprendizaje» en las cuales el liderazgo y la innovación están distribuidos a través de redes de relaciones. Los cambios de percepción del énfasis en los sistemas de pensamiento encuen-tran paralelos en las prácticas de la reforma sistémica de las escuelas.
La pedagogía basada en el lugar
En un ensayo titulado «Un sentido de desear saber», David Orr escribe un argumento apremiante para la razón por la cual los niños necesitan «compro-meterse organizadamente con los sistemas vivientes y con la vida de las personas quienes viven por la gracia de estos sistemas». Antes de que los estudiantes sean introducidos a un conocimiento disciplinario más avanzado, dice Orr, ellos deberían ser inmersos en habitats y comunidades tal cual estos ocurren, fuera de los límites construídos en los salones de clases -como los ríos, las montañas, los conucos, los humedales, los jardines, los bosques, los lagos, las islas. De tal compromiso crece la reverencia que es capaz de transformar el aprendizaje del simple conocimiento a una pasión por preservar esos lugares.
Traduciendo teoría en práctica
Al fundar el Centro, nosotros hipotetizamos que al aplicar los conceptos del pensamiento de los sistemas (por ejemplo, redes, sistemas anidados) como coordenadas del diseño para nuestro trabajo nos daría resultados tangibles que llevarían a un cambio sistémico y sostenible de la educación. Nosotros salimos a buscar escuelas que expresaran el espíritu de la reforma escolar y que estuvieran funcionando como comunidades integrales. Nosotros buscamos lugares que desearan experimentar con el aprendizaje basado en proyectos ambientales. Nosotros dimos el apoyo a estas comunidades-escuelas a través de donaciones, convocamos redes de escuelas ejemplares y organizaciones educativas, y documentamos sus historias en publicaciones y en nuestro sitio de Internet.
En una de estas escuelas llamada «Mary E. Silveira», todos desde los estudiantes hasta los porteros y conserjes toman una resposabilidad personal por la vida del terreno de esa escuela. Equipos de estudiantes participan en más o menos cien diferentes «trabajos», incluyendo un equipo del estanque de los peces, un equipo de climatología, un equipo que acompaña a los visitantes, un equipo de decoración interior. El equipo de eficencia en el uso de la energía escribe pequeñas notas a los profesores, proveyendo recordatorios gentiles para que apaguen las luces del salón de clases cuando los alumnos salen a la cafetería. En una mesa en los pasillos hay un letrero escrito por ambos lados hecho con el puño y letra de un joven estudiante del equipo de resolución de conflictos. Por un lado dice «Hable» y por el otro lado dice «Escuche».
En otra escuela ejemplar apoyada por el Centro, una clase de cuarto grado se decidió a «hacer algo» acerca del problema de las especies en desaparición y adoptaron al camarón de río de California. En la preparación para ponerse manos a la obra, los estudiantes aprendieron acerca de la destrucción del habitat alrededor de los ríos y quebradas donde el camarón una vez vivió. Ellos llegaron a entender en su contexto el «problema del camarón» como un reto para restaurar el habitat, y finalmente como una dinámica de la cuenca regional. Antes de completar el Proyecto del Camarón de Río, los alumnos de cuarto grado habían demos-trado su alfabetismo ecológico en testimonios que presentaron ante los comités del Congreso de los EE.UU, y ganaron el premio nacional del «proyecto ambiental del año», y lograron conseguir 100.000 dólares para proteger su amado camarón.
«El curriculum está en cualquier parte que ocurra el aprendizaje»
Los niños consiguen relevancia y signi-ficado en el aprendizaje cuando ellos están metidos hasta las rodillas en un río o midiendo los efectos de la restauración de los pájaros cantores y los sauces. Cuando las comunidades-escuelas están profundamente comprome-tidas en resolver problemas de restauración, ellos practican una capacidad esencial para la sostenibilidad, pero penosamente faltante en muchos curriculums: la capacidad para la compasión, extendiendo la vigilancia a todas las formas de vida.
Convocar redes
La naturaleza sostiene la vida al crear redes. Entendemos que para resolver los problemas de manera duradera, las personas que se encargan de partes aisladas y fragmentadas del problema necesitan ser reunidas en redes de apoyo y conversación. Desde sus comienzos, el Centro para el Alfabetismo Ecológico ha convocado a las escuelas ejemplares y a otros aliados en un patrón de filantropía sostenible que confía en las redes para alentar el surgimiento de la innovación.
A través de las redes, el Proyecto del Camarón de Río se convirtió en «Estudiantes y Maestros Restaurando la Cuenca», un grupo de más de treinta escuelas y cien educadores. Ahora los pajaritos cantan y hacen nidos en los árboles que protegen kilómetros de lechos de quebradas y ríos que antes parecían zanjas de drenaje. El Camarón de Río de California -el cual los expertos predecían que tomaría décadas, si acaso, para restablecerse- están ahora viviendo en las raíces de los sauces plantados hace pocos años por los niños de las escuelas en las orillas de las quebradas en las tierras de granjas y conucos no muy lejanos de sus escuelas.
«Los Terrenos Escolares Comestibles», un programa imaginado por la Chef y restauradora Alice Waters y apoyada por el Centro, ha inspirado conucos escolares y clases de cocina a através de toda la nación y ha animado nuestro propio compromiso con las iniciativas de sistemas alimenticios. Nuestro Proyecto de Sistemas Alimentarios ha generado una mesa redonda de Directores de Servicios Alimen-ticios, una «Red del Creciente Fértil» de becados del Centro y sus socios trabajando en temas de alimentos en una región de seis municipios en el Norte de California, y una guía en Internet, Repensando el Almuerzo Escolar, disponible en el sitio de Internet del Centro para el Alfabetismo Ecológico.
La Red del Reto Rural de la Costa Norte, en el municipio costero de Mendocino, evolucionó desde un distrito escolar rural hasta una colaboración multidistrital, reconocida como un modelo para la educación rural basada en la comunidad que adapta la tecnología y el aprendizaje basado en el lugar para conectar escuelas separadas por grandes distancias y cadenas montañosas.
La amplia aplicación del pensamiento de sistemas, utilizando la sabiduría aprendida de los pueblos indígenas y de la naturaleza, podría encender una revolución en la educación. En las palabras de Peter Buckley, co-fundador del Centro para el Afabetismo Ecológico, «en su corazón, los problemas ecológicos que encaramos son problemas de valores. Los niños nacen con un sentido de deseo de saber y una afinidad por la naturaleza. Apropiadamente cultivados, estos valores pueden madurar en el alfabetismo ecológico, y eventual-mente en patrones de vida sostenibles».
PAISAJES DE APRENDIZAJE
Experimentar relaciones ecológicas y comunidad es clave para el alfabetismo ecológico
Durante los pasados diez años, mis colegas y yo en el Centro para el Alfabetismo Ecológico hemos desarrollado una pedagogía especial, llamada «Educación para Patrones Sostenibles de Vida», la cual ofrece un acercamiento experimental, participatorio y multidisciplinario para enseñar el alfabetismo ecológico. Algunas veces se nos pregunta: «¿Por qué todas estas complejidades? ¿Por qué no enseñan solamente ecología?». Este artículo muestra que las complejidades y sutilezas de nuestro acercamiento son inherentes en cualquier entendimiento verdadero de la ecología y la sostenibilidad.
El concepto de sostenibilidad ecológica fue introducido hace más de veinte años por Lester Brown, quién definió una sociedad sostenible como una que es capaz de satisfacer sus necesi-dades sin disminuir las oportunidades de las generaciones futuras. Esta definición clásica de la sostenibilidad es una importante exhortación moral, pero no nos dice nada acerca de cómo construir realmente una sociedad sostenible. Es por esto que el concepto completo de la sostenibilidad es confuso todavía para muchos.
Lo que necesitamos es una definición operativa de la sostenibilidad ecológica. La clave para tal definición es la comprensión de que no necesitamos inventar comunidades humanas sostenibles desde cero, si no que podemos modelarlas a semejanza de los ecosistemas naturales, los cuales son comunidades sostenibles de plantas, animales y microorganismos. Como la característica más sobresaliente de la biósfera es su habilidad innata para sostener la vida, la comunidad humana sostenible debe ser diseñada de tal manera que sus modos de vida, negocios, economía, estructuras físicas y tecnologías no interfieran con la habilidad innata de la naturaleza para sostener la vida.
Esta definición de sostenibilidad implica que, en nuestro esfuerzo para construir comunidades sostenibles, debemos entender los principios de organización que los ecosistemas han desarrollado para sostener la red de la vida. Este entendimiento es lo que llamamos «alfabetismo ecológico». En las décadas por venir, la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra habilidad para entender los principios básicos de la ecología y vivir de acuerdo a estos.
Necesitamos enseñar a nuestros niños -¡y a nuestros líderes políticos y corporativos!- los hechos fundamentales de la vida: por ejemplo, que la materia se mueve continuamente en ciclos a través de la red de la vida; que la energía que mueve los ciclos ecológicos fluye desde el sol; que la diversidad asegura la elasticidad necesaria para recuperarse rapidamente; que los desechos de una especie son los alimentos de otra especie; que la vida, desde sus comienzos hace más de tres mil millones de años, no tomó posesión del planeta combatiendo sino conectando redes. Enseñar este conocimiento ecológico, que también es sabiduría ancestral, será el rol más importante de la educación en el siglo veintiuno.
El entendimiento completo de los principios de la ecología requiere una nueva manera de ver el mundo y una nueva manera de pensar en términos de relaciones, de conexiones, y de contexto. La ecología es primero, y sobre todo, una ciencia de relaciones entre los miembros de las comunidades en los ecosistemas. Para entender completamente los principios de la ecología, entonces, necesitamos pensar en términos de relaciones y contexto. Tal pensamiento «contextual» o «sistémico» involucra muchos cambios de percepción que van contra el grano de la ciencia y de la educación occidentales.
Esta nueva manera de pensar también está emergiendo al frente de la ciencia, donde una nueva concepción sistémica de la vida está siendo desarrollada. En vez de ver el universo como una máquina compuesta de bloques de construcción fundamentales, los científicos han descubierto que el mundo material, ultimadamente, es una red de patrones de relaciones inseparables; que el planeta como un todo es un sistema vivo que se autoregula. La visión del cuerpo humano como una máquina y de la mente como una entidad separada está siendo reemplazada por una que no solo ve el cerebro, si no también el sistema inmunológico, los tejidos corporales, y hasta cada célula, como un sistema vivo y cognoscitivo. Esta visión no ve más la evolución como una lucha competitiva por la existencia, si no más bien como una danza cooperativa en la cual la creatividad y el constante surgimiento de la novedad son las fuerzas motoras.
Consecuentemente, enseñar ecología requiere un marco conceptual que es muy diferente de las disciplinas académicas convencionales. Los maestros se dan cuenta de esto en todos los niveles de enseñanza, desde los niños más pequeños hasta los estudiantes universitarios. Más aún, la ecología es innatamente multidisciplinaria, porque los ecosistemas conectan los mundos vivientes con los no vivos. La ecología, entonces, no solo está arraigada en la biología, si no también en la geología, en la química atmosférica, en la termodinámica, y en otras ramas de la ciencia. Y cuando se trata de ecología humana tenemos que añadir un rango completo de otros campos, incluyendo la agricultura, la economía, el diseño industrial y la política. La educación para la sostenibilidad significa enseñar la ecología de esta manera sistémica y multidisciplinaria.
Cuando estudiamos los principios básicos de la ecología en profundidad, encontramos que están todos cercanamente interrelacionados. Estos son solo diferentes aspectos de un patron único fundamental de organización que ha permitido a la naturaleza sostener la vida por miles de millones de años. En pocas palabras: la naturaleza sostiene la vida al crear y mantener comunidades. Ningún organismo individual puede existir en aislamiento. Los animales dependen de la fotosíntesis de las plantas para sus requerimientos energéticos; las plantas dependen del dióxido de carbono producido por los animales, así como también del nitrógeno fijado por las bacterias en sus raíces; y juntos, las plantas, los animales y los micro-organismos regulan la biósfera entera y mantienen las condiciones que conducen a la vida. La sostenibilidad, entonces, no es una propiedad individual si no una propiedad de una red completa de relaciones. La sostenibilidad siempre involucra una comunidad completa.
Esta es la profunda lección que necesitamos aprender de la naturaleza. La manera de sostener la vida es construir y mantener la comunidad.
Cuando enseñamos esto en nuestras escuelas, es importante para nosotros que los niños no solo entiendan la ecología, si no que también la experimenten en la naturaleza -en un jardín escolar, en una playa o en el lecho de un río- y que también experimenten la comunidad mientras se vuelven ecológicamente alfabetizados. De otra forma, ellos podrían salir de la escuela y llegar a ser ecologistas teoréticos arrechísimos pero importarles un carrizo la naturaleza, y cuidar muy poco la Tierra. En nuestras escuelas de alfabetismo ecológico, queremos crear experiencias que lleven a una relación emocional con el mundo natural.
Experimentar y entender los principios de la ecología en un jardín escolar o en un proyecto de restauración de una quebrada son ejemplos de lo que los educadores de hoy en día llaman «aprendizaje basado en proyectos». Esto consiste en facilitar experiencias de aprendizaje que comprometen a los estudiantes en proyectos complejos del mundo real, reminisencia de la vieja tradición de otras épocas de los aprendices. El aprendizaje basado en proyectos no solo provee a los estudiantes de experiencias im-portantes -cooperación, guiaturas, integración de varias inteligencias- si no que también hace un mejor aprendizaje. Existen algunos estudios muy interesantes acerca de cuanto retenemos cuando se nos enseña algo. Los investigadores han encontrado que después de dos semanas recordamos solo el diez porciento de lo que leemos, pero el veinte porciento de lo que oímos, cincuenta por ciento de lo que discutimos, y noventa porciento de lo que experimentamos. Para nosotros, este es uno de los argumentos más persuasivos
La comunidad es esencial para entender la sostenibilidad, y también es esencial para enseñar la ecología de la manera multidisciplinaria que requiere. En las escuelas, varias disciplinas necesitan ser integradas para crear un curriculum orientado ecologicamente. Obviamente esto solo es posible si profesores de varias disciplinas colaboran, y si la administración de la escuela hace que tal colaboración sea posible. En otras palabras, las relaciones conceptuales entre las varias disciplinas pueden ser hechas explícitas solo si hay las correspondientes relaciones humanas entre los profesores y los administradores.
Diez años de trabajo nos han convencido que la educación para una vida sostenible puede ser mejor practicada si la escuela completa se transforma en una comunidad de aprendizaje. En tal comunidad de aprendizaje, los profesores, estudiantes, administradores y los padres y representantes están todos inter-vinculados en una red de relaciones, trabajando juntos para facilitar el aprendizaje. La enseñanza no solo fluye de arriba hacia abajo, si no que hay un intercambio ciclíco de conocimientos. El foco está en el aprendizaje, y todos en el sistema son tanto profesor como estudiante.
En la visión convencional de la educación, los estudiantes son vistos como alumnos pasivos, y el curriculum es una serie de información predeterminada y descontextualizada. Nuestra pedagogía de la educación para la vida sostenible rompe completamente con esta convención. Nosotros comprometemos a los estudiantes con el proceso de aprendizaje con la ayuda de proyectos de la vida real. Esto genera una fuerte motivación y compromete a los estudiantes emocionalmente. En vez de presentarles información predeterminada y descontextualizada, nosotros alentamos el pensamiento crítico, el cuestionamiento y la experimentación, reconociendo que aprender incluye la construcción de significado de acuerdo a la historia personal y cultural del estudiante.
La educación para la vida sostenible es una empresa que trasciende todas nuestras diferencias de raza, de cultura o de clase. La Tierra es nuestro hogar común, y crear un mundo sostenible para nuestros niños y para las generaciones futuras es nuestra tarea en común.
Traductor al español:
Trástor en La Gran Sabana.
Zenobia Barlow
(Resurrección:foro internacional para el pensamiento ecológico y espiritual)