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Entrevista a Ana Pollán, filósofa, feminista y republicana

«Da igual que el putero sea un hombre con discapacidad o sin ella, ambos son déspotas»

Fuentes: www.publico.es

En estos tiempos convulsos donde todo se disfraza de feminismo y hasta se dice que la discapacidad es un privilegio, hablar con Ana C. Pollán es escuchar y ver la lucidez. Ella sabe que si bien «las mujeres tenemos difícil acceder a todos los derechos y gozar de plenas libertades es porque un sistema de dominación sobre nuestro sexo nos lo impide, no por una particular incapacidad», en su caso tiene que luchar también «contra los prejuicios por su discapacidad física».

Su voz es imprescindible porque hace sonar alto y claro, la ética que, en estos tiempos difíciles, no solo por la pandemia, muchas personas se empeñan en tirar al contendedor de la basura sin reciclaje posible. Pero a esta leonesa nacida en 1994, graduada en Filosofía por la Universidad de Valladolid y máster en Filosofía Teórica y práctica por la UNED, nada de esto le importa. Como feminista abolicionista con parálisis cerebral «que se evidencia en mi forma de hablar y de moverme», es costumbre existencial no conformarse con lo que está escrito y pelear contra los prejuicios.

La discriminación es por ser mujeres

Prejuicios que, para quien actualmente realiza su tesis doctoral como doctoranda en el Programa de Filosofía de la UNED, se centran en batallar contra la infantilización y la condescendencia. «Por presentar una discapacidad física, inmediatamente, algunas personas también me hayan supuesto menor capacidad de comprensión y me hayan tratado de un modo infantilizado o especialmente condescendiente. Aunque tengo que decir que percibo que cada vez ocurre menos. Ser mujer no es ninguna merma, ninguna falta de capacidad, nada que, de por sí, implique necesariamente un menor desenvolvimiento físico o psíquico como sí ocurre con las discapacidades. Por eso, no me gusta ponerlas en paralelo a la hora de hablar de discriminación de las personas con discapacidad y de la opresión de las mujeres». 

hemos querido charlar con esta reconocida colaboradora en medios digitales que se siente especialmente cómoda en el movimiento feminista «por ser es un lugar donde caben pocos prejuicios, por no decir ninguno, y en él se me ve como una compañera más, por lo que digo y hago junto a las demás, y no como una mujer cuya discapacidad la defina especialmente».

¿La agenda feminista descuida las necesidades y demandas de los dos millones y medio de mujeres con discapacidad que hay en España?

He escuchado con relativa frecuencia esta acusación y no estoy en absoluto de acuerdo. El feminismo es, desde su nacimiento en la Ilustración, un universalismo ético y un internacionalismo. Es decir, el feminismo es la lucha por la igualdad entre los sexos y, en consecuencia, de la emancipación de las mujeres en tanto que sexo ilegítimamente oprimido. El sujeto político, tal y como decimos ahora, del feminismo, por tanto, somos todas las mujeres, todas las hembras de la especie humana. En consecuencia, la agenda feminista lucha por nuestra emancipación, la de todas, independientemente de nuestra clase, origen, etnia, opción sexual o si estamos o no afectadas por una discapacidad. 

A mí nunca se me ha ocurrido pensar que las sufragistas o las que han reivindicado el derecho a la educación, al trabajo remunerado o a una vida libre de violencia, lo hacían pensando sólo en las mujeres sin discapacidad y que en su lucha no estábamos incluidas. Lo estamos como todas las demás. Y quienes dicen lo contrario, deben estar al tanto de los buenos rendimientos del «divide y vencerás». No nos desconcentremos con problemas que no tenemos.

¿Pero no considera que falta más visibilidad del colectivo?

Creo que la agenda feminista no puede ser sobrecargada con asuntos que no le competen. Dicho en un tono informal: Bastante tiene con lo que tiene. Me refiero a que las personas con discapacidad, como colectivo, pueden tener demandas propias, y, por el hecho de que las tengan, no debe invocarse al feminismo para que asuma la totalidad de éstas y no sólo las que sí tienen alguna relación con su competencia. 

Sobre la visibilización la mayoría de discapacidades son bastante evidentes. Con esto quiero decir, que yo más que vindicar que se me visibilice sea en el movimiento feminista o en cualquier otro ámbito, lo que necesito es lo contrario: que las personas perciban mis profundas convicciones republicanas o mi defensa del abolicionismo de la prostitución y de los vientres de alquiler, o mi interés por la Filosofía, más que el hecho de haber sido afectada por una discapacidad.

Apenas se habla de aquellas mujeres que acaban teniendo una discapacidad por culpa del maltrato o de las que teniéndolo tiene además esa violencia. ¿Hay víctimas de primera y de segunda categoría?

Es una realidad terrible. Creo que sería conveniente recordar más a menudo que la violencia machista no sólo asesina, también deja secuelas físicas y emocionales a mujeres cuya discapacidad provocada por las agresiones les recordará toda la vida lo que vivieron y eso provoca un sufrimiento inadmisible. 

En la Ley Integral contra la Violencia de Género, en su artículo 32.4, sí hay una mención directa a que es necesario prestar una especial atención a proteger y facilitar el acceso a los recursos que prevé la ley a las mujeres con discapacidad, puesto que se considera que pueden tener más difícil salir de una situación de violencia. Y en el artículo 47 se exige formación respecto a la situación de las mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género para que se les provea de la atención necesaria.  

Supongo que todo será mejorable, pero desde luego no me atrevería a decir que las mujeres con discapacidad, anterior a la agresión machista o sobrevenida por ella, son víctimas de segunda categoría. Desde luego, no para el movimiento feminista, y quiero creer que para las instituciones tampoco.

¿Cuela la penita de los pobres hombres con discapacidad para prostituir a las mujeres para sus necesidades sexuales?

Tener sexo no es un derecho. Y tener una discapacidad no permite exigir sexo. Además, el sexo es un deseo, no una necesidad. Sin cobijo o alimento, las personas nos morimos; sin tener relaciones sexuales, no. Por eso, no es exigible que el deseo de placer sexual sea satisfecho a cualquier precio, mucho menos a causa del doblegar y someter a otra. Un hombre con discapacidad que se lamenta de su suerte por no tener relaciones sexuales y en ello se justifica para acudir a la prostitución, es perfectamente consciente de lo que hace: va allí donde las mujeres no pueden negarse a satisfacerlo sexualmente. Va allí donde no son libres de rechazarlo. Va allí donde su privilegio en tanto que hombre le evita tener la madurez y la honestidad suficiente de aceptar un no de una igual, por eso prefiere a la sometida que calla y acata. Prefiere eso a esforzarse, como deberíamos hacer todas las personas, en establecer relaciones libres e igualitarias de satisfacción mutua. 

Hasta tal punto llega la convicción de que los hombres deben ser satisfechos sexualmente en cualquier circunstancia y pese a cualquier consecuencia que en estos días se ha difundido un artículo y un video que defienden que sean las madres las que deban masturbar a un hijo que, por su incapacidad física, no pueda sólo. Ya ni la propia madre está exenta de sexualización y exigencia de disponibilidad sexual.

¿Qué putero es peor el que tiene discapacidad o el que no la tiene?

Todos los demandantes de prostitución, sin excepción y por el hecho mismo de demandarla, ejercen violencia contra las mujeres a las que someten sexual, física y psicológicamente de modo impune. Que el demandante de prostitución tenga o no una discapacidad es del todo irrelevante. La prostitución existe porque existe el patriarcado. Es una institución en la que las mujeres, por el hecho de serlo, son puestas al servicio de los hombres, con discapacidad o no, para que sean satisfechos sexualmente y para que ejerzan su poder, confirmando su situación privilegiada en la ilegítima jerarquía sexual que existe. 

Quien se aprovecha de ello es alguien simple y sencillamente déspota y repugnante, tenga las circunstancias que tenga. Y lo son porque los puteros son plenamente conscientes de ello y, precisamente es de esa dominación de lo que disfrutan. Por eso, un hombre con discapacidad, por muy afectado que esté, ejerce exactamente el mismo poder y abuso con el mismo despotismo que cualquier otro demandante de prostitución. 

¿Cuál es la estrategia para hacer un muro de contención frente a la Teoría Queer?

Confieso estar muy sorprendida por la rapidez con la que la ideología queer que decretó la inutilidad del feminismo ya que para ella vindicar los derechos de las mujeres en tanto que oprimidas, era simplemente absurdo e injusto por ser un movimiento «restrictivo», o que consideró burgués que las personas homosexuales, bisexuales y transexuales reclamaran igualdad, dignidad de trato y derechos civiles, se está dando a conocer e instaurando social e institucionalmente. 

Por eso, me parece que es buena estrategia leer, debatir y que se sepa que la teoría queer está en las antípodas de la izquierda, del feminismo y de cualquier vindicación progresista. Su carácter es individualista, neoliberal y, en tanto que no persigue la emancipación de nadie ni ninguna vindicación colectiva de igualdad y libertad, extraordinariamente conservador. No por casualidad sus teóricos y activistas suelen defender la prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler, entre otras prácticas esencialmente patriarcales. 

Conviene que se conozcan las consecuencias que tiene a nivel social y político que sus conclusiones, un tanto irracionales, sean elevadas a rango de ley. Además de conocer el calado teórico del asunto, creo que en España tenemos un excepcional movimiento feminista abolicionista del género, lo cual no es una tendencia dentro de otras opciones sino el único modo de ser feminista.

¿Cómo hemos llegado a elevar al género a una categoría vindicable?

El género es el conjunto de normas, estereotipos, prohibiciones y prescripciones que el patriarcado dicta para cada sexo. Considero, como hace la teoría feminista y la más elemental biología, que la especie humana presenta un dimorfismo sexual que divide a sus ejemplares en machos y hembras en función de sus características sexuales. 

El problema no es que existan biológica y empíricamente dos sexos como de hecho sucede, sino que socialmente se haya decretado y mantenido el sometimiento del femenino para privilegiar al masculino. Es decir, que sobre los dos sexos entre los que naturalmente no debería existir ninguna jerarquía, ésta se haya construido y perpetuado a través del género. 

Por eso, vindicar el género como identidad es decretar la legitimidad del patriarcado, es convalidarlo y reforzarlo. La teoría queer propone la proliferación de las identidades de género (masculino, femenino y tantas variantes intermedias como cada sujeto imagine) como modo de transgresión para llegar a una sociedad libre; en este sentido, asumen una parodia continua del género como mejor arma contra la desigualdad. 

Las feministas sostenemos que lo que oprime no se parodia ni se recrea ni se asume como identidad personal que se modifica estética e individualmente; creemos que lo que es una herramienta y un motivo de opresión, y el género lo es, se abole. Querer abolir el género es querer la plena igualdad y libertad de los sexos para que dejen de estar constreñidos por estereotipos y normas. Y a la que se llega emancipando radicalmente a las mujeres en tanto que parte oprimida.

¿Qué le parece la filosofía del género que propugna que ser mujer es algo opinable?

Creo que sólo es posible definir a las mujeres como hembras humanas. Y a éstas, según sus caracteres sexuales. Decir tal cosa hoy, hasta hace poco simple perogrullada, cuesta, sin embargo, que asocien a una con una ideología ultrarreligiosa como la que presenta Hazteoír. O, igualmente lamentable, la acusación de que consideramos que las mujeres sólo son su sexo. Pero mi respuesta, que es la aprendida del feminismo, no se debe a ninguna de las dos consideraciones anteriores. 

Al escribir a menudo sobre estos temas he temido que personas progresistas y de buena voluntad encuentren en las vindicaciones feministas, o concretamente en mis palabras, un halo conservador o religioso que es inexistente. Sin embargo, no se me ocurre una definición de ser mujer que, sin ser sexista, apele a otras características que no sean las estrictamente referidas, y que por cierto son bien pocas, al dimorfismo sexual de la especie.  

Si no definimos a las mujeres como simplemente hembras de la especie humana de modo que quepamos todas y cada una con nuestras particulares «individualidades», teniendo como único punto de unión de nuestro sexo, y pretendemos subsumir bajo esa categoría a quienes simplemente presenten la estereotipia de la «feminidad», independientemente, además, de su sexo, volvemos a las «misoginadas» schopenhauarianas en la que lo femenino es aquello propio de quien se ajuste a lo débil, a lo irracional, a lo pasivo, a una estética determinada. Sería afirmar justo todo aquello contra lo que nos hemos rebelado. Por eso, a semejante concepción, no le veo muchas posibilidades feministas. Además, tampoco creo que dé solución a las reivindicaciones de igualdad y no discriminación, por supuesto legítimas, del colectivo transexual. 

¿Qué opinión le merece la postura del Ministerio de Igualdad?

Desde el Ministerio de Igualdad se está presentando como debates abiertos asuntos que el feminismo tiene claro y resuelto desde hace mucho tiempo: el feminismo tiene claro que la prostitución, el alquiler de vientres, la pornografía y, en definitiva, el género como elemento que subsume la violencia y la subordinación contra las mujeres, se abole, no se vindica como identidad. 

Estoy muy insatisfecha con las decisiones e iniciativas que se están llevando a cabo desde el Ministerio de Igualdad. Es ética y políticamente inadmisible que sus dirigentes actuales lo hayan convertido en una institución que, a mi juicio, no es que actúe desoyendo las vindicaciones del movimiento feminista: de su teoría, de su militancia y de su agenda. Es que parece decidido a constituir un firme obstáculo para nuestros objetivos. Si algo nos enriquece a las feministas es aprender de las que nos precedieron. 

Tomar decisiones unilaterales sin fundamentación teórica ni política mínimamente sólida, me parece un disparate y un suicidio político con nefastas consecuencias para todas las mujeres. Creo que seré bastante clara si recuerdo la famosa cita «ninguna mujer que se respete puede trabajar por un partido que le ignore». El que actualmente ostenta las competencias en igualdad, no es que nos ignore, es que pretende borrarnos.

¿Confía en que el PSOE responderá a todo esto?

Creo que el PSOE es un partido feminista y espero que resista las presiones de su socio de gobierno no aprobando leyes que atenten contra la igualdad entre los sexos y constituyan nuestra desaparición como realidad concreta a nivel jurídico e impidan reconocer nuestra opresión en base a nuestro sexo. Confío en ello. Lamentaría mucho las consecuencias, jurídicas y electorales, de lo contrario. 

Pero creo que si algo caracteriza a nuestra lucha como feministas es que nada se puede dar por sentado. Ninguno de nuestros logros puede considerarse definitivamente consolidado. Mucho menos en tiempos de inestabilidad política o en momentos de reacción patriarcal. Creo que vivimos una que usa un disfraz queer. Creo que vivimos una en la que se ha sabido hacer pasar como transgresor y progresista lo que no lo es. Y más temible que quien reacciona claramente y de frente, es el caballo de Troya que destruye desde dentro, metáfora que ya han usado teóricas como Alicia Miyares o Amelia Valcárcel.


Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/entrevista-ana-c-pollan-da-igual-putero-sea-hombre-discapacidad-son-despotas-demandantes-prostitucion.html