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Ante la encrucijada andaluza de Izquierda Unida

Fuentes: Rebelión

Los resultados de las pasadas elecciones autonómicas andaluzas, después de las primeras horas de euforia han puesto a Izquierda Unida en una encrucijada de difícil salida. No somos pocos los que consideramos al gobierno andaluz del PSOE durante estos treinta años como un régimen, con todo lo que esta palabra implica. Un régimen solo se […]

Los resultados de las pasadas elecciones autonómicas andaluzas, después de las primeras horas de euforia han puesto a Izquierda Unida en una encrucijada de difícil salida.

No somos pocos los que consideramos al gobierno andaluz del PSOE durante estos treinta años como un régimen, con todo lo que esta palabra implica. Un régimen solo se puede democratizar si los que los sustentan pierden los resortes del poder.

En Extremadura ocurrió algo parecido y las bases de Izquierda Unida hicieron primar la limpieza democrática a la posible afinidad de siglas (nunca ideológica). De poco sirvió que el propio Cayo Lara intentara reconducir a la Federación Extremeña.

En Andalucía una salida «a la extremeña» es imposible, pese a que sea necesario para hacer una limpieza democrática en las instituciones de la Junta de Andalucía.

Es imposible que nuestros doce diputados se abstengan y gobierne el partido más votado, por la necesidad de parar los recortes del Partido Popular, la Reforma Laboral, los despidos y los retrocesos sociales que se quieren imponer en todo el país.

Sin embargo el PSOE en la Junta de Andalucía no es el defensor de lo público y de lo social como su propaganda nos quiere hacer ver. Todos conocemos la masificación de las urgencias en Andalucía, la falta de personal sustituto para bajas en Sanidad y Educación, todos conocemos como poco a poco servicios de la Junta se van concediendo a empresas públicas, contratas y subcontratas.

La diferencia entre Partido Popular y PSOE no es la diferencia entre derecha e izquierda. Los dos son neoliberales y de derechas. La diferencia es que el PSOE en vez de irse a las privatizaciones puras y duras, realiza un uso clientelar de la administración colocando en agencias de la Junta y en empresas públicas a todos sus afines.

El PSOE en Andalucía es una «máquina» de contratación, una «máquina» de distribución de recursos públicos en los ayuntamientos de su color político, una «máquina» de distribución de subvenciones en esos mismos ayuntamientos, en asociaciones, fundaciones y en empresas de afines a su proyecto. Es en definitiva una inmensa red clientelar que es imprescindible acabar con ella para que la democracia llegue a Andalucía.

Sus tentáculos están en Canal Sur, televisiones locales, prensa, asociaciones de vecinos, asociaciones de consumidores, fundaciones, sindicatos y empresas. Y en donde no llegan sus tentáculos realiza el trabajo de excluir a todo el que no comulga con su proyecto. Ningunea, excluye de subvenciones y ataca por todos los medios a los ayuntamientos que no son de su color político hasta derribarlos.

Por ello Izquierda Unida no puede amparar el proyecto neoliberal y de recortes de lo público que representa el Partido Popular, pero tampoco el régimen clientelar que representa el PSOE.

Con el agravante de los recientes casos de corrupción de los EREs que han salido a luz pública. Los cuales pueden quedarse en lo que están o pueden ser solo el primer hilo de una madeja que enrede a gran parte de la Junta. En ese caso los posibles Consejeros de Valderas se verían en la tesitura de limpiar todo lo que encuentren o si no se convertirían en cómplices de tapar al PSOE.

Se da la circunstancia que Griñán ha tirado del presupuesto que no tenía con el objetivo de ganar las elecciones. Si Izquierda Unida toma Consejerías se puede encontrar con «un pozo sin fondo». Si toma Consejerías importantes como Sanidad o Educación, entonces será Valderas y sus diputados a los que les toquen empuñar la tijera y hacer recortes. Todo ello con el límite de déficit que impone el gobierno central y que no se puede modifica,r a menos que Cayo Lara fuera el Presidente de España. En vez de redistribuir la riqueza, Izquierda Unida en Andalucía solo repartiría el hambre.

Todo ello si se diera la circunstancia de recibir Educación o Sanidad, aunque mucho me temo que solo nos ofrezcan una Vicepresidencia de «postín» y consejerías «marías» como Cultura o Turismo. Acaso nadie recuerda el papelón del Partido Andalucista (hoy desaparecido de la Junta) llevando la Consejería de Turismo. Eso solo serviría para «acomodar» a algunos dirigentes de Izquierda Unida en cargos de libre designación, pero no para transformar a la sociedad.

Por ellos, desde mi simple militancia hago un llamamiento a la rebelión de las bases. A lo máximo que podemos llegar es dar el voto de investidura Griñán, tal como han expresado los compañeros Felipe Alcaraz o Julio Anguita. A partir de ahí hay que pasar a la oposición pura y dura.

No podemos ser coparticipes de un régimen que se desmorona y que ya ha perdido sus primeras elecciones, no podemos sustentar a un régimen que esta manchado por la corrupción, ni amparar los recortes (siempre tapados o encubiertos) que va a realizar el PSOE, y que de hecho ya esta realizando.

No hay ningún miedo a que se nos pueda acusar de ser de nuevo «la pinza» en Andalucía, pues con la simple investidura le estamos salvando «el pellejo» a Griñán, dado que ellos han perdido las elecciones. No se hace la pinza al que ha quedado en segundo lugar y no le correspondería gobernar.

Es más, yo me muestro más partidario de la posición más dura que despliega Sánchez Gordillo. Sería partidario de hacer visualizar nuestra postura de oposición clara, votando ocho diputados la investidura de Griñán para que saliera por la mínima de 55 votos y que 4 diputados votaran en contra.

Abrazarse al enfermo solo nos puede ayudar a contraer el virus y a morir junto a él.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.