En esta década que llevamos de siglo muchos analistas y teóricos vienen preguntándose cuál es el futuro del arte en nuestras sociedades, qué nuevas corrientes surgirán y cuáles serán las principales tendencias. Muchos de estos autores aún operan con la idea de «arte» como aquel conjunto de obras que se encuentra dentro de las galerías, […]
En esta década que llevamos de siglo muchos analistas y teóricos vienen preguntándose cuál es el futuro del arte en nuestras sociedades, qué nuevas corrientes surgirán y cuáles serán las principales tendencias. Muchos de estos autores aún operan con la idea de «arte» como aquel conjunto de obras que se encuentra dentro de las galerías, los museos y la mayoría de libros de texto, esto es: pinturas, esculturas y arquitecturas. A lo sumo, y después de la época de la postvanguardia1 incluyen también la performance, las instalaciones y los happenings. Sin embargo, esta concepción nos parece caduca y errónea, a la par que excesivamente dependiente de aquello que los poderes dominantes quieren bendecir dentro de la sagrada aureola del concepto de «arte».
Nosotros, como Suzi Gablick, entenderemos lo que es arte sólo si atendemos y diferenciamos su función o funciones dentro de una sociedad determinada. El arte no baja como regalo del Olimpo fruto de la gracia del hijo de Zeus y Leto,2 sino que es fruto directo de los hombres que interactúan y con/mal/viven en sociedad.
Si deseamos entender y delimitar qué entendemos por «arte» en la actualidad, deberemos analizar primero lo que mayoritariamente se entiende como tal. En ese sentido observemos una definición propuesta que nos parece clave, ya que es parte de la concepción dominante, se trata de la propia de la Real Academia de la Lengua Española que lo comprende como la:
Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.3
Estaríamos totalmente de acuerdo con esta definición propuesta por la RAE sino fuera por el «desinteresada» que bebe del concepto idealista kantiano de obra de arte y fruición estética. Si tuviésemos que analizar las obras que normalmente se incluyen en los libros de Historia del Arte, siguiendo la condición de «desinteresadas» propuesta por la RAE, deberíamos eliminar la práctica totalidad de las mismas. Nos veríamos en la tesitura de suprimir más del 99% de lo que se incluye y generalmente aceptamos dentro de la categoría de «arte». Atendiendo a la criba de «desinteresadas», no tendríamos más remedio que eliminar del catálogo de lo artístico la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, realizada con el dinero y para mayor gloria de la Iglesia Católica Apostólica y Romana; el Taj Mahal, realizada con el dinero y para mayor gloria del emperador Shah Jahan4 y su Imperio mogol;5 o la «Estatua de la libertad» de Bartholdi, donada por el Estado francés para agasajo de la potencia incipiente de los Estados Unidos del siglo XIX, que por aquellos días celebraban el centenario de su Declaración de Independencia. Y decimos nada más que unos pocos ejemplos, porque la lista sería interminable.
No conocemos ninguna actividad humana que sea realizada sin un interés, entendiéndolo como motivación, sea egoísta o altruista. Pero es que además en la Historia del Arte son mayoritarias las motivaciones egoístas, y muy notorias, que financiaron cualquier obra considerada o no, maestra. El arte siempre anduvo de la mano de las clases poseedoras y dirigentes, es por tanto sumamente hipócrita decir que expresa una visión «desinteresada». No hay nada más interesado que el arte, desde los versos que el anónimo poeta recita para conquistar a su amada hasta los murales mexicanos con mensajes patriota-marxistas de Diego Rivera, pasando por la pirámide de Guiza, construida por el faraón Keops, buscando asentar su dominio teocrático en el imperio-mundo del Antiguo Egipto.6
Lo que sucede es que el poder necesita ser invisible y ocultar su verdadero proceder, ya que no hay sociedad de clases más perfecta que aquella donde los explotados no distinguen la figura de los explotadores. Ésta muchas veces ha sido la misión del arte: ocultar, dulcificar o justificar a los poderosos y sus verdaderos móviles. Así cuando la RAE afirma que el arte es una actividad humana «desinteresada» no podemos más que oponernos a tal definición mistificadora y falsificadora de las relaciones de poder que subyacen en muchas obras históricas.
Dicho esto podemos y debemos diferenciar qué es Arte en nuestras sociedades, y en oposición a la RAE, donde ésta escribía «desinteresada» deberemos colocar «interesada» y así tendremos una definición válida para cualquier arte, desde la que poder preguntarnos cuál es su papel en nuestro joven siglo XXI, veamos como quedaría finalmente:
Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal e interesada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Partiendo de esta definición ya podemos observar a nuestro alrededor y constatar diversas tendencias del arte en nuestro precoz siglo. Debido a la especialización y a la consiguiente limitación de quien les escribe, acotaremos la reflexión con especial hincapié en los «recursos plásticos», dejando para mentes más cultivadas en las respectivas materias, las manifestaciones lingüísticas y sonoras.
En los albores de la presente centuria nos hallamos inmersos, posiblemente, como ninguna civilización ni sistema social anterior, en una cultura crecientemente mundializada y dominada por las imágenes que los hombres generan del propio mundo donde habitan, lo que llamamos la «representación del arte». Nuestro sistema-mundo capitalista contemporáneo ha hipertrofiado nuestra capacidad de mirar, que no de aprender o entender, debido a la saturación de imágenes con las que convivimos día a día en nuestra iconosfera global, al ametrallamiento de estímulos visuales a los que nos vemos expuestos desde que salimos de casa o en nuestro propio hogar hasta llegar a la cama.
El capitalismo necesita de esta hipertrofia del mundo de las imágenes como método de seducción para la reproducción de la plusvalía mediante el consumismo de una parte de la humanidad basado en la destrucción de la humanidad entera, con especial énfasis en aquella que no tiene el poder adquisitivo para ejercer el consumo. Además, necesita de esta perfección en el uso y arte de la manipulación de imágenes7 para mantener alienada y entretenida a la población popular que vive en casi cualquier parte del sistema-mundo, para degradar su sistema de responsabilidad e identificación colectiva junto a su potencial de lucha política.
Es así como podemos afirmar que el arte que permanece en los museos y galerías, es realmente el arte más defenestrado y enterrado socialmente hablando. Debemos ver a estos espacios como mausoleos artísticos de disciplinas que en algún momento tuvieron una importancia social destacada, pero que ya no la tienen. Actualmente, mucho más que la Escultura, la Pintura o la Arquitectura; son el Cine, los Videojuegos, la Televisión o los Videoclips las disciplinas artísticas visuales que sirven al poder y enmascaran las verdaderas relaciones socioeconómicas de nuestro sistema-mundo capitalista contemporáneo. Unas disciplinas se encuentran principalmente en los cementerios artísticos mientras otras lo hacen en nuestras vidas, a cada paso que damos, en cada lugar de la urbe donde distraemos la mirada, después de cada clic en el teclado de nuestro ordenador, confundiéndose en sueños con los recuerdos de lo realmente vivido.
Aprenderemos más del papel social del arte analizando los videoclips «latinos» de Shakira, las películas de Hollywood (o Bollywood) y los videojuegos de la saga del «Guitar Hero» (Josh Randall, 2005) que escudriñando las (muchas veces decandentes) ideas de los artistas consagrados por la «Biennale di Venezia» y el MOMA de Nueva York. Sabremos más de las últimas tendencias artísticas y el desarrollo estético del arte en nuestras sociedades estudiando películas internacionalmente populares como «Pearl Harbor» (Michael Bay, 2001) y «Avatar» (James Cameron, 2009) o los videoclips de Pitbull o Lady Gaga, con sus similitudes y diferencias, que analizando las cargas matéricas de pintores santificados por el sistema como Julian Schnabel o Miquel Barceló.8
Es prioritario analizar nuestra iconosfera global, desde las figuras icónicas del Facebook hasta la propaganda electoral de Obama, desde la estética porno dominante hasta los éxitos cinematográficos anime orientales. Es allí donde están los mejores artistas internacionales al servicio de los poderosos, como antes estuvo Leonardo Da Vinci con los Medicci, Caravaggio con el cardenal Franceso María del Monte9 o Tatsuno Kingo con los industriales y banqueros japoneses de finales del XIX, principios del siguiente.
¿Y qué decir de las aportaciones visuales del deporte convertido en espectáculo y negocio por el sistema?
No nos podemos olvidar para analizar las tendencias artísticas de nuestro tiempo, de la estética de las espectaculares jugadas repetidas por la moviola en los partidos de fútbol, beisbol, baloncesto o cualquier otro deporte-espectáculo trasnacional de masas. Esa es una contribución a la estética internacional actual imposible de obviar en nuestro sistema-mundo: la de la cámara lenta.
Esta estética de la ralentización ultrarrealista muestra la necesidad de la recreación en el momento, la urgencia de alargar lo instantáneo y recrearnos en la seguridad de lo conocido, la fruición que nos provoca la ralentización aprensiva de ese gol que a duras penas apreciamos a tiempo real, de esa canasta que casi ni pudimos intuir en directo. En un mundo inseguro, que hace de la velocidad una constante que nos impide situarnos en el mapa de nuestras propias vidas, la ralentización es el ancla que nos lleva a esa poesía encantadora de lo reconocido repetido una y otra vez en alta resolución. Por tanto, deceleración en un mundo de aceleración, como acercamiento a un paraíso anhelado y perdido con la industrialidad capitalista y la orgía financiera neoliberal. Continua estética fruto de esa dialéctica entre máxima aceleración y máxima deceleración, tesis y antítesis respectivas para la síntesis final de una sociedad neurótica. Goles y explosiones degustados en segundos alargados, mísiles que caen desde un avión occidental y explotan en algún lugar de la otredad periférica a a velocidades tres veces inferiores a una realidad tres veces más veloz que nuestra capacidad de raciocinio y asimilación. En definitiva, sedantes antropológicos ofrecidos por la misma maquinaria tecnológica avanzada al servicio de la continua reproducción de capital y devastación social. El anhelo preciado de un derecho proscrito, el de poder parar, detenernos, reflexionar…convertido en nueva mercancía.
Enlazando con lo anterior, también es interesante constatar como tendencia artística que no hacen sino aumentar, la poesía de la violencia y la guerra, «la estetización de la política» que advertía Walter Benjamin en los años treinta del pasado siglo,10 elevada a su máxima potencia en películas como «Rambo III» (Peter McDonald, 1988) e intensificadas en títulos más recientes como «La Jungla 4.0» (Live Free or Die Hard de Len Wiseman, 2007)». Aunque sin duda, esta estetización de la violencia, o la figura del joven lumpen que se hace magnate de la mafia como método de promoción social, tiene su quinta esencia en el mundo de los videojuegos con títulos como «Grand Theft Auto» (Dave Jones, 1997) y todas sus secuelas (Dan Houser y Sam Houser a partir del tercer título, 2003) o videoclips reguetoneros como «Gangsta Zone» de Daddy Yankee y Snoop Dogg (Carlos Pérez y Jessy Terrero, 2006).
Hay diversas tendencias artísticas que analizar y relacionar hoy día, pero dadas las humildes dimensiones de este artículo, tamaña tarea la postergaremos para siguientes incursiones en el tema. Tampoco aquí nos referimos a la categoría de «obras maestras» lo que nos llevaría a un debate mucho más extenso. Nos limitaremos a señalar aquí parte de la génesis y el marco conceptual sobre el que, creemos, sería interesante trabajar en el futuro en busca de una aproximación y un entendimiento del hacer artístico del siglo XXI.
Igual que el arte del pasado fue dominado por faraones, mercaderes, sogunes, papas cristianos, sacerdotes mayas o emperadores de cualquier latitud, el de nuestro tiempo, se halla controlado por la clase en el poder trasnacional: la capitalista hegemónica compuesta de industriales, terratenientes y banqueros. Los cuales mediante el control de las redes de producción y difusión de las Industrias Culturales (IICC), intentan que las clases populares del sistema-mundo, a través de la seducción y el encantamiento estandarizado, se alineen con sus objetivos de clase. Es algo parecido a aquello que hace ya tiempo designé de forma embrionaria como «CAU» (Cultura de Alineación Universal).11 Nos referimos al arte mayoritariamente consumido por las clases populares del sistema-mundo. Por supuesto hay de otros tipos, apreciado o consumido por minorías culturales, subculturales, contraculturales o de diferentes estratos socioeconómicos, unas veces más excelso y otras más mediocre que el arte emanado de la CAU, en todo caso diferente, pero siempre minoritario.
Sin embargo, con Internet y las nuevas tecnologías, se abren nuevas redes de difusión que los movimientos sociales y los productores independientes de izquierda pueden aprovechar y en parte están ya aprovechando. Es por ello que la Red, como indican entre otros Manuel Castells, será escenario de poderosas batallas en el futuro: entre la humanidad consciente, que la defenderá como conquista pública frente a los poderosos, y éstos últimos, que intentarán colonizar el nuevo espacio comunicacional con el fin de explotarlo y amarrar con sus tentáculos cualquier expresión artística amiga de los oprimidos, que nazca con la sana intención de ampliar la familia revolucionaria.
Dicen que «la música amansa a las fieras», lo mismo podríamos decir de cualquier arte visual en general, pero con una modificación: amansa a los condenados de la tierra. Sin embargo, del mismo modo que puede adormecerlos también es capaz de despertarlos. Y se escucharán la dulce nana de la destrucción o el cantar del gallo revolucionario, desde los ranchitos venezolanos hasta las favelas brasileñas, desde los suburbios de Nueva Delhi hasta el madrileño barrio de Vallecas,12 sonaran o callaran, pero nada permanecerá igual. Todo dependerá del tempo y el interés de las obras artísticas, de las personas que las sostengan humana y económicamente, junto a su nivel de conciencia y talento.
En estos días difíciles de crisis económica, energética, social y ecológica en nuestro sistema-mundo, desearíamos escuchar, leer y contemplar cientos de bellas sinfonías de rayos y truenos con la que por fin despertáramos todos de este sueño genocida tras el que nos tienen presos. Para de este modo poder pincelar, construir o cincelar una realidad desde la que alcanzar un arte verdaderamente libre. Desde la que convivir sin cadenas y poder, no ya realizar un arte desinteresado, cosa imposible como explicamos anteriormente; sino crearlo sin el interés envenenado de supeditar a nadie a nuestra voluntad dominadora, explotadora.
Es una meta que nos interesa a todos, pero que estamos seguros, no todos buscarán.
Nadie dijo que fuera fácil.
* Jon Juanma es el seudónimo artístico y activista de Jon Emanuel Illescas Martínez, licenciado en Bellas Artes, artista plástico creador del Sociorreproduccionismo Prepictórico, investigador, escritor y teórico del socialismo democrático.
Para ponerse en contacto con el autor: [email protected]
Blog: http://jonjuanma.blogspot.com/
Notas:
1. La postvanguardia se refiere a la época artística que se desarrolla después de la II Guerra Mundial.
2. Nos referimos a Apolo, polifacético dios griego, considerado también procurador de las artes.
3. Ver en: http://buscon.rae.es/draeI/
4. Que lo hizo a gloria de su segunda esposa Mumtza Mahal («joya de palacio» en castellano) con la que tuvo más de una docena de hijos.
5. El Imperio mogol no debe confundirse con el Imperio mongol. El primero tuvo lugar en el subcontinente indio entre 1526 y 1857 y fue donde se construyó una de las Siete Maravillas del mundo moderno de la que hablamos; mientras que el segundo fue el imperio de tierras continuas más extenso que ha conocido la Historia y tuvo lugar en gran parte de los territorios ocupados en la actualidad por China, Irán, Iraq y otros países indoeuropeos entre 12006 y 1368.
6. Utilizamos a drede la acepción wallersteniana de imperio-mundo en: Wallerstein, Immanuel (1979): El moderno sistema mundial I: La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Madrid: Siglo XXI [1974]. p. 490.
7. La cual ya venía perfeccionándose desde antaño con el avance técnico de la Historia de la Pintura, de la que después bebieron la Fotografía y el Cine.
8. Indudablemente interesantes para los profesionales de la psicología, pero no para los historiadores honrados, que entiendan el arte, no como aquello que los poderes santifican como tal, sino como aquello que los poderes usan para mantener su dominación por medio de la creatividad y el conocimiento heredado tanto en plásticas, música como en letras.
9. Que a punto estuvo de ser nombrado Papa como varios miembros de su familia: http://www.catholicresearch.
10. En contraposición de la «politización del arte» que propugnaba como poceder para el movimiento comunista mundial.
11. Ver el artículo datado en 2007 en: http://www.rebelion.org/
12. He seguido la denominación oficial, pero la popular de los propios habitantes del barrio es «Vallekas» lo que transluce el carácter abierto, popular y reivindicativo mundialmente reconocido de sus pobladores.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.