Del 7 al 11 de febrero nos reunimos aproximadamente 200 lesbianas en el VII Encuentro lésbico feminista latinoamericano y caribeño, organizado por la Ekipa una comisión de aproximadamente 26 integrantes y 9 voluntarias conformado por el Bloque Lésbico y -las denominadas- lesbianas sueltas (las que no pertenecen a una organización), quienes empezaron a trabajar desde […]
Del 7 al 11 de febrero nos reunimos aproximadamente 200 lesbianas en el VII Encuentro lésbico feminista latinoamericano y caribeño, organizado por la Ekipa una comisión de aproximadamente 26 integrantes y 9 voluntarias conformado por el Bloque Lésbico y -las denominadas- lesbianas sueltas (las que no pertenecen a una organización), quienes empezaron a trabajar desde que recibieron la sede en el anterior Encuentro de México (Noviembre de 2004). A diferencia de otros Encuentros, esta comisión mostró solidez en su articulación aún cuando gran parte de las integrantes eran jóvenes; la administración de los recursos permitió amplia participación de lesbianas becadas y costos accesibles para las chilenas, así como consideraciones especiales para quienes no pudieron cubrirlos. La organización fue asombrosamente impecable. La sede del encuentro, acertadamente elegida, tuvo lugar en el Centro Cultural San José, antiguamente hospital, hoy monumento histórico, con amplios espacios
abiertos que permitieron confluencia, encuentros y comunicación no sólo en las plenarias, talleres, tiempo de café, almuerzos y en todos los momentos cotidianos del Encuentro. Como el hotel se encontraba a considerable distancia, posibilitó que las asistentes nos concentráramos en las actividades programadas y espontáneas, no estaba cerca la camita para descansar o retozar, así los horarios y actividades nos impusieron una dinámica si bien escolástica, un ritmo que día a día nos energetizaba, levantarnos 7 de la mañana, salir del hotel entre 9 y 10, inicio de actividades 10:30 y regresábamos al hotel entre 22:00 y 24:30 hrs., un tren de trabajo que recordaba mi época de scout.
LOS EJES TEMATICOS
La autonomía, como lo expresaba el lema, desde una rebeldía cómplice fue el eje transversal que surcó cada una de las discusiones, lo que permitió profundizar en la problemática lésbica ligada a una realidad política, económica y social latinoamericana. Tres ejes temáticos organizaron la discusión del Encuentro:
I.- Historia del movimiento lésbico-feminista Latinoamericano y del Caribe, permitió una relectura tanto de las organizaciones, acciones conjuntas y encuentros; una historia que es necesario revisar cuantas veces sea necesario para repensar el presente y el futuro: las difíciles relaciones con el movimiento feminista y su perspectiva heterocentrista, con el Estado que impulsa la instalación de un neoliberalismo en condiciones desventajosas para la región, las ONG y sobre todo, las relaciones internas entre las diversas corrientes lesbofeministas y las formas en que éstas se han desenvuelto analizadas como un auto boicot.
Destacó el cuestionamiento al uso del lenguaje, expresado aún sin darnos cuenta, como un discurso racista al denominar circunstancias históricas con referencias al color negro u oscuro en referencia a situaciones negativas.
II.- Viejos y nuevos feminismos: de la Teoría a la Acción, cuestionó la relación entre las teorías y las estrategias para la acción (como el caso del matrimonio lésbico), los aliados, la relación entre la tecnología del género y el feminismo en el proceso de globalización, así como la necesidad de repensar nuestras demandas lésbicas como feministas.
III.- Rebeldías y Complicidades del movimiento, desde el sabor de un café colombiano se planteó la urgente necesidad de corporeizar el feminismo desde la acción y el sentimiento, la pregunta ¿cómo hacer cuerpo de la teoría? encontró respuesta en la experiencia de algunos grupos que desde la autogestión pudieron llevar a la práctica la generación de espacios desde donde experimentar un lesbofeminismo posible y deseado.
Acompañaron a estos ejes de discusión una variedad de talleres, muestras de videos, expresiones artísticas, venta de libros, artesanías y música que alimentaron no sólo la discusión, también la interrelación y otras formas de comunicación.
LA MARCHA
Como parte de la programación, la Ekipa en su visión política de intervención, organizó una de las más importantes acciones políticas que trascenderán en la vida cotidiana no solo de la capital chilena. Aproximadamente trescientas lesbianas el 9 de febrero, salimos a marchar por las calles de Santiago con pancartas expresando nuestra existencia lésbica junto a otras identidades:
Soy latina, soy lesbiana. Soy artista, soy lesbiana. Soy humana, soy lesbiana. Sau brasilera sau zapatao. Soy rebelde y mi causa es lesbiana. Mis ideas para hacer justicia y cuerpo para amar a otra mujer. Insurgencia sexual. Somos malas podemos ser peores. Soy lesbiana lesbiana lesbiana lesbiana lesbiana.
Primera parada, el monumento a Gabriela Mistral, poeta chilena, (presumiblemente) lesbiana, inspiradora de muchas mujeres latinoamericanas, lectura de un manifiesto y las consignas se dejaron oír: Si Gabriela viviera, con nosotras estuviera; si Gabriela viviera, con nosotras se viniera.
La lesbian banda argentina junto con la batucada brasileña abrió la marcha. Ante la mirada atónita de lxs chilenxs ensayamos decenas de consignas, canciones, besos, abrazos, danzas. Mantas y carteles daban cuenta incluso de la especificidad de expresiones políticas: Pinochet genocida, Fujimori extradición, no al femicidio, no al heterocentrismo.
Segunda parada, ingreso al centro histórico, intervención política: besos y más besos. Un comando sacó un tarro de pintura de aceite y en un círculo selló junto a los pies de una lesbiana la denominación que dejará huella en las calles chilenas, aquí estuvimos, por aquí pasamos: lesbiana.
Tercera parada: La plaza de armas, un acto central, la lectura de un documento que poéticamente reivindicaba las palabras usadas en la denigración de mujeres lesbianas, la apropiación del lenguaje desde el orgullo y como cada 19 de mes, el grupo Memoria Feminista encendió fuego a las palabras no más violencia hacia las mujeres que fueron escritas en el piso, y al tiempo que se consumían, coreadas por la marcha. Consignas, cantos, besos y más besos, esta lucha es de amor.
Por la noche regresamos al Centro Cultural a disfrutar de una programación artística: Gabriela Robledo en poesía, Silvia Palumbo, Julieta Paredes y Fortunata con un maravilloso concierto musical.
VILLA GRIMALDI
Aún llenas de energía por la marcha del día anterior, el sábado 10 de febrero, fuimos sacudidas en lo más profundo de nuestras emociones por el impacto que el centro clandestino de detención, tortura y exterminio de la dictadura de Pinochet, Villa Grimaldi, causó en nuestra conciencia histórica. Hoy dirigido por los propios sobrevivientes, convertido en museo por la paz y memoria, Villa Grimaldi nos recuerda los hechos más atroces que cometió la dictadura pinochetista, para que no se olvide y no se repita.
Labrada por la memoria del exterminio, tuve la oportunidad de conversar con Claudia Acevedo de Guatemala y Mercedes Cruz, mi paisana, de Perú, países que también han sufrido procesos dolorosos de persecución política, desapariciones y exterminio. Ambas experiencias daban cuenta que a diferencia de Chile, poco se ha hecho por preservar aquella memoria, debido principalmente a que el exterminio estuvo dirigido a indígenas, traduciéndose en etnocidio. Este silencio, muestra del racismo instalado en las venas más profundas de nuestra sociedad latinoamericana, es aún una deuda que debe ser repuesta.
La Villa, con todas sus emociones, también nos permitió disfrutar de un concierto de nuestra kerida Ochy Curiel y de danzas africanas de Arienne Celestino de Brasil.
LA PLENARIA FINAL Y LOS ACUERDOS
Aún soñolientas debido a la fiesta de la noche anterior, encontramos con sorpresa a la entrada del Centro, graffitis que nos advertían de la invisibilidad que las indígenas habían sentido en el Encuentro. Un momento de tensión hizo presentir la posible ruptura. Una previa muestra de fotos durante la fiesta, de algunas escenas del Encuentro, en la que no se encontraron reflejados muchos rostros no necesariamente podía ser muestra de discriminación y así lo entendieron las compañeras indígenas y Julieta Paredes luego de recordar que el racismo inexorablemente da privilegios, en un acto de madurez se disculpó por los graffitis, cerrándose el eslabón que estuvo a punto de romperse.
Momento propicio para que Arienne, propusiera que uno de los principales ejes del próximo encuentro fuera el racismo.
Y cuando creíamos que lográbamos un final con saldo limpio, una intervención performática producto de uno de los talleres irrumpió la plenaria con un acto alusivo a la violencia, todas fuimos sacudidas porque el Encuentro había logrado superar la historia de desconfianzas y rupturas, y la circunstancia fue vivida como un exceso innecesario, una intrusión sin visión ni tacto. Aunque seguramente no fue el único acto de provocación en el Encuentro, muchas preferimos caer en los brazos y cuerpos amorosos de nuestras compañeras antes que la violencia. Fue difícil retomar la calma pero un ritual que invocaba a las orishas ayudó a retomar las discusiones.
Y aunque con un poco de trabajo, pudimos consensar la celebración del 13 de octubre como el Día de las Rebeldías Lesbianas Feministas de Latinoamérica y el Caribe con una marcha como expresión de visibilidad ligado a espacios de reflexión para no convertir al acto político en un simple carnaval comercial. Fecha elegida en conmemoración al I Encuentro Lésbico-Feminista en 1987 en México.
Con beneplácito el grupo Lesbiradas de Guatemala aceptó el reto de organizar el próximo encuentro en una conexión centroamericana con el apoyo de Nicaragua y la región Mesoamericana. El ambiente se hizo propicio y junto a la intensidad de emociones, la Ekipa entregó en las manos de la compañera guatemalteca la pócima que mantuvo esa espiritualidad y que fue vertida por todos los rincones donde cada una de nosotras pudo estar.
Al final de la plenaria, Ximena Riffo, quién en la última fiesta junto a la algarabía donde muchas nos quitamos camisetas y sostenes, descubrió sólo uno de sus senos, hizo la siguiente propuesta:
«La tradición minoica llevó a las lesbianas de Lesbos a caminar por las calles con sus senos descubiertos. Propongo a las que lo deseen, encontrarnos el próximo Encuentro con un seno al aire, como un acto político de apropiación de nuestros propios cuerpos, a resignificar una visualidad estética lésbica».
¡¡ CON LA FUERZA DE LA REBELDIA, PENSANDO LA AUTONOMIA!!
¡¡A VIVIR LA VIDA CON EL CUERPO Y EL ALMA, LO MEJOR POSIBLE!!
EL POST ENCUENTRO
En una propuesta autogestiva, 30 de las asistentas organizamos una visita a Isla Negra, Viña del Mar y Valparaíso, el viaje estuvo lleno humor, deconstruyendo todas las formalidades que el encuentro pudo tener, con contrapropuestas y desatinos.
El martes 13 fue un día especial, convocadas por el grupo Memoria Feminista asistimos a un acto político: funar (escrachar, delatar) a un asesino de su hija de 5 años y casi homicida de su esposa que, pese a la gravedad de los hechos, pedía libertad condicional, lo que ponía en grave riesgo la seguridad de la víctima. Temerosas de que la solicitud fuera concedida, con pancartas y consignas recordamos al juez, el fiscal, lxs abogados y asistentes «quién ama, no mata, no humilla ni maltrata». Satisfechas porque la libertad condicional fue denegada, salimos tras el abogado defensor recordándole que defender a un asesino de mujeres tiene una grave complicidad. De regreso al metro, convertido nuestro contingente en otra marcha en contra a la violencia hacia las mujeres, la vida nos puso en el camino al juez (Alfredo Morgado) que quitó la tuición a Karen Atala por declarar ser lesbiana y vivir con su pareja. Encuentro que permitió funarlo por lesbofóbico.
Desde el inicio hasta la partida, en cada instante, el Encuentro nos posibilitó experimentar sentimientos de intensidad colectiva, donde los fines comunes eclosionaban en acciones conjuntas. Tarea que llevamos a nuestros lugares para traducirlos en hechos corporeizados de lesbofeminismo. No puedo dejar de agradecer a la Ekipa por su esfuerzo y visión política.
Cada acto de protesta, cada acción política, cada beso público escribe la huella de las lesbianas en la historia de nuestros países.
Agradezco los comentarios y aportes de Silvia Villalba.