El análisis objetivo de cuanto ha acontecido con el bloqueo de los Estados Unidos a Cuba en estos años de nueva administración norteamericana, indica que nada ha cambiado en esa materia, pese a iniciales expectativas de la comunidad internacional de la modificación positiva de tan genocida disposición imperial. En sustancia, el asedio a la mayor […]
El análisis objetivo de cuanto ha acontecido con el bloqueo de los Estados Unidos a Cuba en estos años de nueva administración norteamericana, indica que nada ha cambiado en esa materia, pese a iniciales expectativas de la comunidad internacional de la modificación positiva de tan genocida disposición imperial.
En sustancia, el asedio a la mayor de las Antillas se mantiene intacto y, a estas alturas, las pérdidas de nuestro país por concepto de medio de siglo de cerco imperial sobrepasan los setecientos mil millones de dólares, monto que supera el equivalente a tres lustros de desarrollo sostenible.
De hecho, más de setenta por ciento de los cubanos de hoy no ha conocido otra cosa en sus vidas que las penurias derivadas de semejante acoso.
Que Washington no cambia -ni cambiará- sus cánones agresivos es consideración presente en declaraciones públicas de sus propios representantes y voceros.
Según explica el informe de Cuba a la ONU sobre el tema del bloqueo para este 2010, el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, dijo enfáticamente a la prensa en Chile, meses atrás, que la Casa Blanca no cesaría sus medidas restrictivas contra la Isla.
Mientras, el vocero del Departamento de Estado, Robert Wood, declaró que «hemos sido muy claros en que no consideramos sea el momento oportuno para levantar el embargo».
Por si fuera poco, David Axelrood, asesor del presidente Barak Obama, enfatizó a la cadena CBS que «estamos lejos» de concluir con el bloqueo. Así de rotundo y concluyente.
Es entonces algo evidente y claro que el gobierno de los Estados Unidos no alberga el más mínimo propósito de asumir un giro positivo en sus prácticas y política hacia la mayor de las Antillas. En ese sentido, por supuesto, no tiene la menor intención de cumplir con las reiteradas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que demandan a la Casa Blanca el cese del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
Por el contrario, tal como reza el informe cubano ya citado, «el gobierno de Estados Unidos continúa aferrado a condicionamientos y exigencias injerencistas inaceptables como condición para un cambio de política hacia Cuba.»
En pocas palabras, el uso de las presiones y agresiones económicas y financieras para lograr el propósito de poner fin al ejercicio de los cubanos a su autodeterminación frente a los designios injerecistas del aspirante a cancerbero global.