Congreso de Historia en la UPF, 19 y 20 de diciembre
Alexandre Coello de la Rosa y Martín Rodrigo Alharilla son dos reconocidos historiadores de la Universitat Pompeu Fabra especializados en el mundo hispánico.
***
¿Quiénes organizáis este congreso internacional? ¿Dónde se celebra? ¿En qué fechas? ¿A quiénes está dirigido?
MR [Martín Rodrigo] y AC [Alexandre Coello]: Somos dos profesores e investigadores del Departamento de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra (en Barcelona) vinculados al GRIMSE (Grupo de Investigación sobre Imperios, Metrópolis y Sociedades Extra-europeas). El Congreso tendrá lugar los días 19 y 20 de diciembre de 2013 en las instalaciones de la UPF (Campus de la CiutadelLa) y está completamente abierto a la participación de cualquier persona interesada. El acceso es libre.
¿Quiénes participan? ¿Nos dais los títulos de algunas ponencias y comunicaciones?
MR y AC: Como indica su título, hemos invitado a colegas que trabajan en el marco del mundo hispánico. Participarán investigadores de reconocido prestigio nacional e internacional, como Michel Bertrand (Université de Toulouse-Le Mirail), Josep Maria Delgado (UPF), Xavier Huetz de Lemps (Université de Nice), Antonio García (UPF), Antonio Acosta (Universidad de Sevilla), Joan Tafalla (UAB), Javier Moreno Luzón (Universidad Complutense), Josep Lluís Mateo (UAB) así como nosotros dos, también como ponentes. Los temas a tratar giran sobre la corrupción en diferentes espacios del mundo hispánico entre los siglos XVII y XX, lo que incluye España, Filipinas, Marianas, Hispanoamérica (Nueva España, Centroamérica) y Marruecos.
¿Contáis con alguno apoyo institucional?
MR y AC: El Congreso ha sido posible por el apoyo del Institut Universitari d’Històri Jaume Vicens Vives, el Departament d’Humanitats y el grupo State Building in Latin America, dirigido por Juan Carlos Garavaglia y financiado por el European Research Councial, todos ellos pertenecientes a la Universitat Pompeu Fabra, quienes nos han ayudado financiera y logísticamente. En su momento pedimos una ayuda a la Generalitat mediante el programa ARCS, pero no nos fue concedida. Tampoco pudimos solicitar otras fuentes de financiación, como las Acciones Complementarias que ofrece el Ministerio, debido a que no se convocaron para el año 2012. Esta falta de recursos nos ha condicionado a la hora de la nómina de ponentes asistentes.
¿Acaso habéis organizado una respuesta al congreso «España contra Cataluña» que se acaba de celebrar en Barcelona en el Institut d’Estudis catalans?
MR: Son dos iniciativas sin ninguna conexión, salvo la casual coincidencia en el tiempo. El nuestro es un Congreso académico y no obedece a ninguna estrategia partidista a corto plazo. Sacaremos las conclusiones una vez se presenten las ponencias y a partir del intercambio de ideas y el debate. No antes.
AC: Ciertamente, el nuestro no es un Congreso político. Empezando por el título, que denota un claro interés académico. El otro día uno de nuestros ponentes me escribió que para asegurar un lleno absoluto deberíamos cambiar el título del Congreso. Me sugirió algo así como una «España corrupta y pendenciera»…
El período analizado abarca desde el siglo XVII hasta el XX. ¿No son demasiados siglos? ¿No es mucho lo abarcado?
MR: Cada ponente abordará un aspecto concreto, acotado. En este caso, será el contraste entre los trabajos presentados así como las preguntas planteadas y las respuestas propuestas las que nos permitirán reflexionar colectivamente sobre el mundo de la corrupción en el mundo hispánico en los últimos cuatro siglos. Hemos partido de la voluntad de facilitar el diálogo entre verdaderos especialistas quienes han investigado y publicado sobre corrupción. De hecho, existe también un marco común que facilita ese camino: el imperio español, en sus múltiples expresiones. No nos parece que sea «mucho lo abarcado», no.
AC: Estoy de acuerdo con Martín. Pienso que la mayoría de los ponentes planteará algo así como estudios de caso, los cuales, a partir de un análisis comparativo, nos permitirán entender la transversalidad de un fenómeno que no se circunscribe exclusivamente a la península sino al mundo hispánico. Creo que para entender la lógica de la corrupción hay que analizar su continuidad en el tiempo largo, por lo que me parece necesaria esa visión de conjunto.
¿Hay mucha corrupción y codicia en ese período? ¿Más que en otros períodos de nuestra historia, más que en lugares del mundo?
MR: Decidimos convocar el Congreso por dos motivos: (1) Porque este es un tema candente, por desgracia, de interés para cualquier ciudadano en la actualidad, particularmente en Cataluña y en España; y (2) porque notábamos que muchos colegas habían analizado episodios concretos de corrupción pero no nos constaba de congresos planteados con un objetivo concreto de reflexionar y hacer avanzar nuestro conocimiento sobre el fenómeno, de forma más general. De hecho, me temo que no estamos en condiciones de responder a tus preguntas. Al menos, no ahora. Tal vez a posteriori podríamos empezar a andar el camino que nos conduzca a la búsqueda de unas respuestas. Lo que sí podemos saber es que esa corrupción fue, en determinados contextos, sistémica. Y quién quiera saber más le invitamos a asistir al Congreso, a escuchar y a reflexionar con nosotros y con los ponentes.
AC: Igualmente considero que hablar de corrupción en la actualidad es de gran interés por diversos motivos. Por la cronificación de un comportamiento desleal de los políticos hacia lo público. Y por la necesidad de debatir si realmente la corrupción se trataba de una excepción, o más bien de un comportamiento normativo que con el tiempo acabó consolidándose.
En cuanto al bien público, ¿no ha andado bastante malherido a lo largo de este largo período? ¿Ha existido bien público?
MR: Está claro que el asunto de la corrupción puede contemplarse como un juego de suma cero. O sea que casi siempre lo que unos ganan es lo que otros pierden. Lo que otros perdemos. Lo que ganan los corruptos y corruptores es lo que perdemos el resto. El interés privado (la codicia) es la cara oscura de un fenómeno que ataca la «res pública», el interés general, el bien público, la virtud,… Sobre esa dialéctica seguro que habrá reflexiones interesantes. De hecho, buena parte de las grandes fortunas particulares, en estos últimos siglos, se han construido precisamente de forma poco virtuosa y contra el bien público.
AC: El bien público es una idea que se construye frente al interés privado, pero que posiblemente no haya existido nunca en su totalidad. Es también un ideal que proyecta el estado nacional y hacia el cual se dirige, pero que los políticos corruptos incumplen sistemáticamente.
Habláis en alguna de las conferencias de virtudes públicas. ¿Qué son esas virtudes públicas?, ¿a qué hacéis referencia?
MR: Me atrevo aquí a sugerir una cita de Rousseau en El Contrato Social cuando dice: «Cuanto mejor constituido está un estado, tanta más preferencia tienen en el espíritu de los ciudadanos los negocios públicos que los privados». Al hablar de virtudes públicas podemos hacerlo en un sentido clásico (la areté sobre la que tanto reflexionó Aristóteles), o sea, de la «virtud» como un componente esencial de la tradición republicana. Virtudes públicas serían, por lo mismo, la participación desinteresada en los asuntos públicos, que nos conciernen a todos. Sin ese comportamiento no hay democracia posible. Frente a eso se alza otro tipo de pensamiento que sacraliza el individualismo; otra óptica según la cual el interés privado debe estar por encima del interés público, del servicio a la colectividad. Y claro está, ese interés privado puede acabar derivando hacia conductas inmorales, perjudiciales para el bien común pero extraordinariamente beneficiosas para quien las practica. A mayor corrupción menor democracia. A mayor democracia, menor corrupción.
AC: Estoy de acuerdo con Martín. Frente a lo que sugería Bernard de Mandeville en su «Fábula de las abejas. O vicios privados, virtudes públicas» (1705), creo que los vicios privados deben combatirse. No es cierto que el bien común se sustente sobre ellos, sino más bien lo contrario. Según Mandeville, las pasiones egoístas, o el afán de riqueza, no debían erradicarse puesto que la sociedad desaparecería. Hoy día comprobamos que nuestra sociedad, tal y como la conocimos, nunca volverá a ser la misma. Y no precisamente por las intervenciones coactivas de las autoridades gubernamentales, sino más bien por todo lo contrario.
Por lo demás, ¿la codicia no es consustancial a la civilización capitalista? ¿Puede haber capitalismo sin ella?
MR: En el Congreso vamos a reflexionar sobre procesos de corrupción tanto en sociedades plenamente capitalistas como en otras que no lo son. Probablemente habrá oportunidad de analizar la corrupción como un mecanismo de acumulación de capital o, si se prefiere, de fortunas pero también habrá reflexión sobre otro tipo de corrupción en sociedades escasamente penetradas por los valores propios del capitalismo. Habrá quien haga hincapié en los corruptos pero otros abordarán también el papel de los corruptores. La multiplicación de esos corruptores y de funcionarios fácilmente corruptibles ¿es un fenómeno consustancial al desarrollo del capitalismo o no hay tanta novedad? Puede ser una buena pregunta. Y dar sendas respuestas positivas a tus dos preguntas pueden configurar una buena hipótesis de partida, que habrá que validar con reflexión pero también con trabajo empírico.
AC: Creo que la corrupción, en el sentido de «exceso» de ciertas prácticas consideradas poco éticas, o cuanto menos reprobables, es algo que existe en el ADN del sistema capitalista. El formalismo económico, basado en la obtención del máximo beneficio al mínimo coste, no necesariamente implica corrupción. Sin embargo, en muchas ocasiones, los políticos han utilizado su influencia para obtener mayores beneficios en contextos de desarrollo capitalista. Para validar esta hipótesis es necesario, como apunta Martín, más investigación empírica. Esperamos que nuestro Congreso pueda servir para avanzar en ese camino.
¿Tenéis algunas conjeturas iniciales sobre lo que vais a analizar en el encuentro?
AC: La corrupción no es algo exclusivo del mundo hispánico. Aunque nuestro Congreso pueda parecer que sólo los imperios hispano-lusos están afectados por ese «mal», queremos dejar constancia que eso no es así. Posiblemente exista un trasfondo cultural – clientelismo, compadreo, etc. – en eso que entendemos por políticas informales, o corruptas, pero pensamos que a lo largo de la historia otros imperios han desarrollado otras prácticas al margen de los estados modernos.
¿Queréis añadir algo más?
MR y AC: Solamente que quien esté en Barcelona en esos días y quiera participar será bien recibido.
Salvador López Arnal es nieto del cenetista aragonés asesinado en el Camp de la Bota de Barcelona, mayo de 1939 [delito: «rebelión militar»], José Arnal Cerezuela.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.