Los que más o menos tienen mi edad y escuchaban la radio cubana de los años sesenta recordaran aquella famosa serie radial que se llamaba Leonardo Moncada. En la serie radial había un personaje de equilibrio cuyo nombre era Bejuco Ramírez, campechano y dicharachero, y tenía una frase muy especial para determinadas situaciones extremas: «Bueno […]
Los que más o menos tienen mi edad y escuchaban la radio cubana de los años sesenta recordaran aquella famosa serie radial que se llamaba Leonardo Moncada. En la serie radial había un personaje de equilibrio cuyo nombre era Bejuco Ramírez, campechano y dicharachero, y tenía una frase muy especial para determinadas situaciones extremas: «Bueno bueno, le dijo la mula al freno y siguió caminando».
Pues bien, ya sabemos, porque ha sido confirmado oficialmente, que nuestra economía en este año 2018 crecerá en un 1%, la mitad de lo que se planeo crecer, 2% con relación al año anterior.
Bueno, bueno…
Sin embargo en el 2017 el monto de Inversión Extranjera Directa contratado supera el de otros años.
Desde octubre de 2017 hasta octubre de este año se aprobaron 40 negocios con inversión extranjera que sumaron un capital comprometido de mil 500 millones de dólares. Según Cubadebate, 35 de ellos ya están en su fase de procesos inversionistas.
El promedio de crecimiento de los últimos seis años se mantendrá en el 2%, una magnitud muy lejos de aquel 5% deseado y necesario para alcanzar esa visión de seguir siendo independientes y socialistas, prósperos y sostenibles. Y absolutamente necesario para poder emprender la senda del desarrollo económico y social que nos hemos propuesto.
Las razones, de corto plazo, que han determinado esa tasa baja de crecimiento para este año 2018 fueron identificadas con la reducción de los ingresos procedentes de las exportaciones de azúcar, del níquel y del turismo.
Esas tres fuentes de ingresos externos están todas asociados a «ventajas naturales» de nuestro país. No son para nada una maldición, son en realidad en gran regalo de la Naturaleza, o de Dios, o del Destino, da igual. Están ahí, aprovecharlas mejor, utilizarlas con inteligencia y respeto para con nuestro medio ambiente, sacarles más provecho, depende solamente de nosotros mismos.
Veamos primero esos factores. ¿Coyunturales?
La reducción de los ingresos por las exportaciones de azúcar tienen en la disminución de la producción su razón principal. Aquí el movimiento de los precios en el mercado mundial no es el principal responsable, pero la disminución drástica de los volúmenes de producción sí lo es.
Las causas de esa disminución son más complejas, van desde un ciclón que objetivamente afectó los rendimientos de caña, hasta otras de mas larga data asociadas a factores tecnológicos, organizativos, sociales y lógicamente de tipo regulatorio que afectan los rendimientos industriales.
No descubro nada, solo apunto el hecho de que hoy Cuba, con 56 centrales «modernos», con una capacidad de producción que rebasa los 3 millones de toneladas, apenas alcanzó a producir la misma cantidad de azúcar que producían los ingenios de la época de la colonia en la década de los años noventa del siglo XIX.
Bueno, bueno…
El níquel, ese otro sector clave de nuestras exportaciones enfrenta un panorama más complejo. De una parte, precios mundiales que se han mantenido en niveles muy bajos, de otra, la disminución de la producción por diversos factores entre los que habría que apuntar el deterioro tecnológico y la falta de inversiones para acometer la explotación de nuevos yacimientos son causas objetivas que han impedido mejorar en los ingresos. De todas formas habría que tener en cuenta que el cobalto, que acompaña a nuestro níquel, tiene hoy precios que rebasan los 90,000 dólares la tonelada.
Bueno, bueno…
Y entonces llegamos al turismo, esa otra ventaja natural nuestra. Luego de crecimientos de dos dígitos cuando el «Obama soft», el sector turístico cubano vuelve a tasas de crecimiento más moderadas, que de alguna forma recuerdan las tasas de inicios de la segunda década del presente siglo.
La política Rubio-Trump causó la caída del turismo norteamericano y de alguna manera ha puesto en tela de juicio la expansión hotelera emprendida.
Sin dudas, en el corto plazo, con la situación financiera del país, «congelar» recursos en las paredes de hoteles nuevos cuando los existentes están a niveles de ocupación significativamente bajos mientras otros ya establecidos requieren de mejoras constructivas y modernización significativa para ponerlos a los niveles de calidad de sus competidores regionales, genera siempre incertidumbres.
También es cierto que los precios de las habitaciones en Cuba nada tienen que ver, ni con los precios de los competidores en la región, ni tampoco con la calidad del servicio y de algunas instalaciones hoteleras del país.
Bueno, bueno…
Ahora miremos el largo plazo.
En estas tres actividades decisivas en nuestros ingresos por exportaciones cabe la idea de la transformación productiva y la necesidad de otro tipo de inserción internacional.
Miradas desde la perspectiva de la cadena de valor, la posición de Cuba está más hacia los segmentos de bajo valor agregado en las tres, exportamos azúcar cruda básicamente (en la nueva cartera de exportaciones aparece además azúcar orgánica y azúcar refino ensacada, junto a melaza orgánica), exportamos sínter y sulfuro de níquel más cobalto y recibimos casi cinco millones de turistas cuyo destino principal es sol y playa.
No está mal, si aprovecháramos todas la potencialidades que tenemos en estos renglones. Hoy tendríamos ingresos por exportaciones mucho mayores, incluso sin variar en la posición en la cadena de valor. Pero pensando en el desarrollo, Cuba debe debe moverse hacia arriba en esas mismas cadenas de valor.
Tal cual aparece en los ejes estratégicos: la transformación productiva y la inserción internacional son vitales en las aspiraciones de desarrollo del país, no es abandonar nuestras ventajas comparativas, es convertirlas en mucho más. Entendida la transformación productiva como el desplazamiento hacia arriba en la cadena de valor de un producto o servicio cualquiera sea este, en un incremento del valor agregado del mismo vía mejoras paulatinas o saltos tecnológicos radicales, entonces aun queda un camino largo por andar.
En la nueva Cartera de Oportunidades de inversión extranjera, no encontramos nada asociado al procesamiento y transformación del níquel y cobalto en productos de mayor valor agregado, o a la producción de algún tipo de productos que ocupen un lugar en cadenas de valor importantes a futuro, como las baterías de litio; nada aparece que promueva la transformación de los productos del azúcar en productos terminados (diferentes tipos de azucares) de mayor valor agregado (los fructosacaridos y el sorbitol son productos de hace varias décadas).
Mientras, la industria en general, la no azucarera, sigue aprovechando poco las oportunidades del desarrollo turístico, de la misma manera que la agricultura no acaba de explotar adecuadamente esa enorme demanda que significan casi cinco millones de turistas anuales, casi la mitad de la población del país con ingreso «N» veces superior a nosotros y deseosos todos de degustar productos cubanos y no de consumir productos de otros países en Cuba.
Bueno, bueno…
Esta vez, sin embargo, se puede notar en la Cartera de Oportunidades que muchas de las propuestas están mejor direccionadas hacia ese destino.
No parece que el producto estrella del turismo cubano deje de ser sol y playa, y menos que el turismo de ciudad o el histórico puedan desplazarlo, ni aun el asociado al medio ambiente. Pero sin dudas sol y playa puede dar más y ser la base de otros servicios asociados al turismo en los que Cuba esta bien habilitada.
La combinación de las fortalezas como destino turístico y país con una indiscutible y demostrada capacidad en servicios médicos aparece con mayor fortaleza esta vez, pero comparado con las potencialidades en ambos sectores, y con la indiscutible solidez de la industria biotecnológica farmacéutica, queda un gran trecho por aprovechar.
Haber ordenado las propuestas de la Cartera de Oportunidades de acuerdo a los ejes estratégicos es sin dudas un loable esfuerzo del Ministerio de Comercio Exterior pero no significa que se haya interiorizado, a nivel de decisiones empresariales, ese concepto. En realidad los ejes estratégicos no son esencialmente, un criterio de ordenación de negocios, ya sean con capital extranjero o sin él [1]. Fueron concebidos como los resortes para impulsar el desarrollo. Entender que el eje estratégico transformación productiva e inserción internacional es solo aplicable a la Zona Especial de Desarrollo del Mariel es una forma bastante «especial» de entender este asunto.
Bueno, bueno…
Es cierto que nuestros empresarios estatales están más presionados por el día a día, es cierto que la innovación y los nuevos productos no ocupan una posición privilegiada en la evaluación de la empresa y el empresario, ni en los incentivos. Es cierto que tomar riesgo está, en la práctica, prohibido. Es cierto que nuestro mecanismo de planificación, más que contribuir, entorpece. Es cierto que la permisología agobia, traba y enlentece cualquier nuevo negocio. Es cierto que la burocracia se ha convertido de estructura en sí en estructura para sí.
Y es cierto también que seguimos siendo un país bloqueado que enfrenta un cambio drástico de su entorno inmediato y no para bien. Pero también es verdad que mucho podemos hacer aún con aquel bloqueo y que para enfrentar ese entorno la fortaleza de nuestra economía es imprescindible.
Nuestras empresas todas, las estatales, las cooperativas, aquellas otras privadas que aún no son consideradas legalmente empresas, pero que también son parte de la economía de la nación, deben jugar un rol decisivo.
Cuán bueno sería ver surgir empresas mixtas «nacionales» que pudieran combinar esas fortalezas y se liberaran de la tenaza ministerial.
Cuán bueno sería que nuestros empresarios fueran incentivados a pensar como empresarios y se les permitiera hacerlo además.
Cuán bueno sería que la transformación productiva fuera entendida como lo que realmente es y que resultara un concepto aplicable a todos y cada uno de los agentes productivos del país.
Cuán bueno sería que… la mula rompiera el freno.
Nota:
[1] De la misma manera, haber podido agrupar los proyectos por las diferentes provincias del territorio nacional, algo muy útil, no significa que los territorios estén incorporados de manera activa en el pensamiento estratégico sobre la IED y logren algún protagonismo. Pero ello no es un «problema del MINCEX, ni de su Dirección de Inversión Extranjera» es un problema asociado a nuestra cultura ministerial o sectorial.