Los libros de historia no tienen imágenes femeninas, pero una profesora las incluye en clase; otra organiza un equipo de fútbol mixto y una más escribe las notas a padres de familia, con un lenguaje no sexista; mientras una cuarta decide presentar un proyecto para el cambio curricular de la educación básica. Estas son acciones […]
Los libros de historia no tienen imágenes femeninas, pero una profesora las incluye en clase; otra organiza un equipo de fútbol mixto y una más escribe las notas a padres de familia, con un lenguaje no sexista; mientras una cuarta decide presentar un proyecto para el cambio curricular de la educación básica.
Estas son acciones de cambios sorprendentes que ocurren entre quienes dan educación a niños y niñas de Guadalupe, un pequeño poblado de Nuevo León, a 1.200 kilómetros de la capital hacia el norte de México, luego de recibir en un curso conocimientos sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, con teoría de género.
Algunas maestras, mayoritariamente alumnas del mencionado curso, dijeron haberse enfrentado a obstáculos en las familias de sus educandos. Eso las llevó a realizar asambleas de padres y madres, en las que salió a relucir la violencia contra las mujeres, y a reflexionar sobre los cambios necesarios para que tal fenómeno termine.
Se trata de un estudio empírico realizado por la profesora Nora Carolina Rodríguez Sánchez, quien organizó un grupo focal para saber qué había sucedido con el alumnado de una Especialidad de Actualización que imparte la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), en esa localidad.
Rodríguez Sánchez dijo a SEMlac que la investigación evidencia que se pueden lograr cambios sorprendentes desde la escuela, pese a que es necesario enfrentar una trama compleja de factores históricos, adaptaciones regionales, decisiones políticas, administrativas y burocráticas.
Tomar la decisión de transformar la especialidad en un diplomado, con recursos, como parte de una política nacional, depende del gobierno federal y ese cambio podría ser importante si se considera que, actualmente, más de un millón 34.000 mexicanas y mexicanos son profesores de los niveles básicos de enseñanza.
El propósito es que la especialidad sea un diplomado, pero no centrado en valor para el escalafón del docente, sino en una opción fundada de crecimiento y cambio.
Los fundamentos
Explicó la profesora que el estudio confirma la posibilidad de transformar las prácticas educativas si se origina en el conocimiento, la introspección, el análisis, la autocrítica y la innovación de la misma práctica. Esta es la principal razón para asociar el factor educativo con la igualdad de oportunidades para las niñas en el proceso formativo.
Agrega la entrevistada que es la escuela, como institución social, la facultada para formar ciudadanos críticos, reflexivos y transformadores de su realidad, porque tiene el privilegio de incidir desde la primera infancia en los procesos que conforman la personalidad, el carácter y las actitudes.
Incluso, ayuda a construir una identidad moral en los patrones socioculturales «donde podemos identificar los relativos a estereotipos de género», abundó.
La indagación se enfocó en las prácticas educativas como fuente y función específica para las personas. Ya no podemos esperar más tiempo, ahora el gobierno tiene un compromiso con la UNESCO para educar en equidad e igualdad de aquí a 2015, sentenció.
Los hallazgos
El móvil de quienes se apuntan en el curso es, en primer término, la búsqueda de puntajes de ascenso laboral, lo cual constituye un obstáculo y una oportunidad.
Se halló que algunas maestras se inclinan hacia la búsqueda de equidad, al elaborar autobiografías donde relatan sus vivencias de la infancia y evidencian su desacuerdo en ser tratadas con discriminación, tanto en su casa como en la escuela. Hablan de situaciones que les provocan molestia, como haber tenido que atender a sus hermanos o a las hermanas menores, y haber estado sujetas a la voluntad autoritaria del padre.
Los maestros hombres mostraron poco interés por la especialización e ingresan por motivos estrictamente relacionados con el escalafón y, algunos de ellos, después de un curso inductivo al postgrado, deciden darse de baja por no estar de acuerdo con la temática.
Rodríguez Sánchez dijo que hay resultados del trabajo realizado muy alentadores: se transformaron importantes prácticas modificando el lenguaje sexista, tanto en lo oral como en lo escrito. Por ejemplo, al enviar recados a la casa, los profesores se dirigen tanto al padre como a la madre y se especifica si se refiere a su hijo o a su hija, lo cual les acarrea no pocas dificultades pues la mayor parte del profesorado se opone a la inclusión de las categorías femeninas en los discursos.
Luego, incluyen a los padres de familia en actividades extraescolares, no sólo a las madres, quienes tradicionalmente son las que participan con la escuela.
Quienes acudieron al estudio hicieron cambios a su planeación didáctica, con actividades variadas que permiten la participación de las niñas en tareas percibidas como masculinas y viceversa. Esto también acarrea dificultades porque algunas madres se oponen a que sus hijos reciban una educación de esta naturaleza, o de lo que perciben como un trato rudo para sus hijas.
Cambios sorprendentes
El grupo de enfoque organizado con egresados y egresadas da cuenta de modificaciones aún más profundas a su actividad profesional.
La autopercepción que tienen como docentes empeñados con el establecimiento de un clima donde campea la equidad, les ha permitido hacer cambios radicales en el trato con los padres y madres de familia, organizando talleres para reflexionar sobre la violencia en los barrios donde viven situaciones conflictivas.
En Pueblo Nuevo, en el municipio de Apodaca, Nuevo .León, estos talleres se organizaron con evidencias y testimonios de mujeres maltratadas de la propia comunidad, y sirvieron a los participantes de elementos de análisis de casos, para llegar a conclusiones significativas respecto a la prevención de la violencia en la familia y para comunicarse con la misma en términos comprensivos e incluyentes.
En el desarrollo curricular se aprecian cambios radicales. Se hicieron descripciones detalladas del contenido de los libros de texto y se han propuesto cambios, como en la asignatura de Historia, donde las imágenes y los textos mencionan prioritariamente la participación masculina y sólo en casos excepcionales se nombra a las mujeres.
Estos egresados también propician el desarrollo de competencias comunicativas tanto en niños como en niñas, cambiando la tradición de que las últimas son mejores en ámbitos curriculares relacionados con el español, la redacción o la comunicación oral y los varones tienen más capacidad para las matemáticas, la lógica y el cálculo.
También modificaron la educación física, organizando equipos mixtos de fútbol, sobre la base del respeto de unos y otras, que es fundamental para llevar a cabo la actividad.
Se detectó el comienzo de actividades de difusión de la perspectiva de género en las escuelas donde trabajan, porque estos maestros/alumnos se convirtieron en los mejores publicistas de la temática, a través de trípticos y material gráfico.
Asimismo, ampliaron su participación en las juntas de consejo técnico de las escuelas, discutiendo temas como la discriminación sexual, la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y cuestionando situaciones que se aceptan como normales en una sociedad patriarcal.
Incluso, un grupo de ex alumnas impulsó la firma de un convenio entre la sección sindical y el Instituto Estatal de las Mujeres para ofrecer un diplomado a quienes forman parte de dicho sindicato. Este diplomado se ha llevado a cabo al menos en una ocasión.
Sin embargo, a juicio de Rodríguez Sánchez, se necesita verdadera voluntad política de los gobiernos que hablan de deseos de transversalidad de género, pero no ponen dinero para estas acciones
Urge conjugar esfuerzos y renovar acuerdos pactados, nacional e internacionalmente, para establecer una estrategia que abarque a toda la población escolar del país, porque el hecho es que funciona, insistió.