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Canadá: El agua en el siglo 21

Fuentes: Rebelión

Hablar de la crisis del agua y de su futuro como recurso básico para la vida nos lleva casi automáticamente a imágenes de sequías y desiertos, de países y regiones pobres del planeta donde escasea el agua para beber, o como recurso sanitario, y el agua para la agricultura. Nos cuesta imaginarnos que el agua […]

Hablar de la crisis del agua y de su futuro como recurso básico para la vida nos lleva casi automáticamente a imágenes de sequías y desiertos, de países y regiones pobres del planeta donde escasea el agua para beber, o como recurso sanitario, y el agua para la agricultura. Nos cuesta imaginarnos que el agua sea un asunto precupante y real en Canadá. Este es un país inmenso en el continente americano, y uno con relativamente poca población, y con reservas de recursos naturales -bosques, montañas nevadas, muchos ríos y enormes masas de agua como los Grandes Lagos. Este es un país con animales grandes, fuertes, con osos y arces, todavía abundantes. Pensamos en Canadá y pensamos en el norte frío y blanco, boscoso y verde, nunca seco. Pensamos en Canadá y pensamos en los recursos de agua que este país tendría para compartir con el mundo generosamente o no tan generosamente, para venderlos ya que estamos «bendecidos» con esta riqueza nueva que es el oro transparente del siglo 21.

Ayer y Hoy

Antes de los años cincuenta, la vida en Canadá, como en la mayoría de los paises capitalistas del mundo era precaria, dura, básica para la mayor parte de sus habitantes, los baños estaban afuera, a la intemperie, no había calefacción central ni llegaban al supermercado frutos exóticos de todas partes del mundo. El Canadà de hoy, màs sofisticado, menos insular, es visto, de alguna forma, como ejemplo por nuestros vecinos del sur . En cierta medida es un seguidor de Europa pues adoptó medidas políticas, implementó leyes, que hicieron posible un estado de bienestar social en su medida distributivo de los recursos generados por la economía. Estas políticas, económicas y sociales, le aseguraron a la población un grado de protección de la inestabilidad y la inseguridad que regía y que el sistema capitalista provoca en muchos países del mundo. Se crearon entonces sistemas de seguridad social, de salud y educación, que siendo públicos han sido eficientes; se tomaron medidas para proteger los parques y los recursos naturales.

Hoy ese Canadà està amenazado, el sistema de bienestar social, que aún protege a los ciudadanos màs vulnerables, está en contínua erosión; los recursos naturales están en peligro. De todos los recursos el «oro transparente», sabia de la vida, es el que mayor peligra por su importancia fundamental para la supervivencia humana. El agua está en peligro al ser crecientemente comercializada, usada por la industria del petróleo y por la agricultura y contaminada en su uso, al tiempo que està siendo afectada por el calentamiento del planeta. Sin duda todo el planeta está pagando un alto precio por embarcarse en un sistema de producción y explotación que sirve muy bien a un puñado de ambiciosos y corporaciones, pero no al resto y que pone en peligro la vida misma en el planeta. Y, sin duda, Canadá, tan blanco en su nieve, tan verde en sus bosques y con tanto oro transparente paga un precio también.

El lenguage

En el mundo se continúa hablando de los problemas del medio ambiente usando un doble lenguage que permite decir que (aparentemente) algo va a cambiar sin que se plantée hacer nada en la práctica, Canadá no es la excepción. Por ejemplo, en la reciente Cumbre de los 8 en Berlín, Stephen Harper, nuestro Primer Ministro dijo que Canadá, lamentablemente, no podrá cumplir con las metas del protocolo de Kyoto, lo que no quita, acción seguida que quiera igualmente levantarse como «ejemplo» y «lider» en combatir el problema de cambio climático. Para ello Harper planteó su propio plan, que en Ottawa fue duramente cuestionado, por ejemplo por Bonnie Brown, miembro del parlamento, que lo llamó una mascarada a nivel internacional, y por ejemplo también, por Julia Langer (World Wildlife Fund) que dijo que era vergonzoso presentarlo porque es un plan fracasado.

El agua en el siglo 21

Canadá es el cuarto país en el mundo en términos de recursos de agua dulce superficial, en forma de ríos, lagos y glaciales, y tiene el sistema natural de agua más grande del mundo, los Grandes Lagos, que contienen el 20 por ciento del agua dulce del planeta y abastecen de agua potable a unos 40 millones de personas. Los Grandes Lagos, ubicados entre Estados Unidos y Canadá, están ya altamente contaminados con desechos industriales, como están contaminadas las tierras a su alrededor.

En las extensas praderas canadienses, con sus sistemas de ríos nacientes en las Montañas Rocallosas, asì como en sus masas de hielos eternos -intactas por miles de años, la situación es igualmente evidente. El famoso Columbia Icefield -con sus 389 kilómetros cuadrados de extensión y sus entre 100 y 389 metros de profundidad a una elevación de unos 3500 metros sobre el nivel del mar, da nacimiento a los ríos Athabasca y North Saskatchewan en Alberta y al rio Columbia que baja hacia los Estados Unidos. Estos ríos bajan su caudal normalmente durante el verano pero su caudal ha disminuido tanto como entre 20 y 60 por ciento con referencia a sus niveles normales históricos. Sabemos que el glaciar que nutre al río Bow en esta provincia se está derritiendo a un ritmo tan acelerado que asegura la seca del río para el 2050. Una parte del Columbia Icefield, el glacial Athabasca, que nutre al río Athabasca ha disminuido visiblemente, en un 25 por ciento – 20 años atrás sus hielos llegaban a escasos metros de la carretera que recorre las Rockie desde Jasper a Banff, pero hoy para verlo hay que adentrarse a las montañas más de un kilómetro en vehiculos especiales.

De los miles de lagos que existen en Canadá, desde los maravillosos lagos de aguas frías de las montañas, transparentes y azulosos, parte de escenarios espectaculares, hasta los lagos arenosos y oscuros de las zonas boscozas a los de la pradera, muchos se han secado. Y, se han secado también numerosos humedales y con ellos la vida que los rodeaba.

El uso desmedido del agua a nivel personal es también un problema. Según, Davis W. Schindler, profesor de la Universidad de Alberta, «si miramos el aspecto global, en todo el planeta el agua dulce se está agotando, el ser humano se ha apropiado del 50 por ciento de ésta para su uso propio, uso que se espera incremente al 80 por ciento en los próximos 25 años. Somos la población (Canadá) más derrochadora de agua dulce del mundo, quizás porque creemos que el recurso existe en abundancia». Cada canadiense usa cerca de 335 litros de agua por día, cuatro veces lo que usa un ciudadano europeo y varias veces más de lo que usa un habitante del tercer mundo. Schindler afirma también «que en Canadá asumimos que el agua requiere poco tratamiento para su consumo y que los peces de agua dulce son todavía abundantes, pero ambas asunciones son falsas, bebemos sólo el 1 por ciento del agua que pasa por tratamiento, lo que es ridículo».

La mayor parte del agua en Canadá, así como los sistemas de tratamiento del agua, son propiedad del estado y operados por él. La razón principal para que estos sistemas estén sobrecargados es que no se invierte demasiado en mejorarlos. La propaganda del sector privado, a través de sus medios de información, quiere hacernos creer que empresas privadas y corporaciones podrían administrar estos servicios, y el recurso mismo del agua, mejor que el estado, pero esto es falso.

Las causas principales del deterioro de la calidad y cantidad de agua en Canadá, fuera de la creciente evaporación debido al calentamiento de la tierra -los veranos más calurosos, los inviernos más cortos y con menos precipitaciones, son: el desenfrenado consumerismo de las zonas urbanas, el progresivo deterioramiento de ríos y lagos por la minería y decenas de plantas productoras de pulpa y papel, y el regadio de los suelos para la agricultura – principalmente en Alberta que aunque cuenta con el 2,2 por ciento del agua dulce del paìs tiene el 63,5 por ciento de la tierra de regadío del país. En Canadá el 7,7 por ciento de la tierra usa regadío, y los fertilizantes y químicos que se utilizan en la agricultura se filtran a los ríos y lagos.

Más aún, en las últimas décadas ha aparecido un enemigo fatal del medio ambiente, principalmente del agua, en Alberta, la industria petrolera. En especial la que se encarga de explotar las «arenas bituminosas» (oil sands); no muchos saben que para producir un barril de petróleo de las arenas bituminosas se requieren seis barriles de agua. Las plantas procesadoras de arenas bituminosas amenazan con terminar con el río Athabasca en los próximos 15 años.

Las corporaciones envasadoras y comercializadoras de agua son también peligrosas y ganan mucho dinero sin beneficiar a nadie, vendiendo a un precio elevado el agua que es de todos. Más aún es todavìa factible que Canadá exporte su agua por cañerías o en supertanques, y que se construyan nuevas represas. Tales son los proyectos como NAWAPA (North American Water and Power Alliance) por el que, a través de una serie de tuberías divididas en tres corredores principales (oeste, central y este), las aguas de Alaska y la Columbia Británica en Canadá -de los Rios McKenzie, Peace, Athabasca, North Saskatchewan, Nelson y Churchill, y de los rios del norte de Quebec, lleguen a 35 estados de los Estados Unidos hoy necesitados de agua. Poco sabemos de lo firmado en los secretos Tratados de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá.

¿Cual futuro?

Para la mayoría de los expertos y científicos canadienses el futuro del agua es incierto, pues no hay visión ni plan serio de parte de los gobiernos federal y provinciales, y debido a las intenciones de infinita acumulación de dinero de las empresas privadas.

Canadá, el país que las Naciones Unidas señala como uno de los mejores del mundo donde vivir, enfrenta estos desafíos con su agua, aparte de otros problemas del medio ambiente. Es tarea de todos buscar soluciones a estos desafíos mientras estemos a tiempo de hacerlo y para ello es necesaria la participación de la población general, junto con investigadores. Pero, para implementar una solución cualquiera es necesario contar con la voluntad política de quienes toman las decisiones y sobrepasar el peso de los intereses particulares de algunos y en particular de las corporaciones.

Canadá, a veces considerado como paraìso democrático del mundo occidental, por ser extenso en territorio, rico en recursos naturales y verde, y por contar aún con medidas de protección a su población, no esta a salvo de la destrucción de su medio ambiente. Nuestra democracia, que no es participativa, ha permitido que el conocimiento popular sobre asuntos de interés público sea limitado y que una buena parte de su ciudadanía esté auto-marginalizada. Importantes decisiones se toman sin mayor debate y el futuro del país queda en manos de políticos corruptibles, de intereses corporativos que no representan sino a unos pocos y controlan la prensa y el gobierno, por lo que continúa el saqueo de los recursos y el agua sin miramiento ni perspectiva de futuro. El tiempo continúa implacable mientras poderosos antisociales nos arrastran a un abismo; pocos desafían las políticas que se aplican, y una mayorìa, inmobilizada, parece esperar a ver lo que ha de suceder en la Tierra.