La aparición de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) ha contribuido a la precarización, mayor si cabe, del mercado de trabajo en los últimos años. En la agricultura valenciana -en concreto, para la recolección de cítricos- se da una tendencia acusada a reducir la contratación de trabajadores por parte de las empresas o almacenes privados, […]
La aparición de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) ha contribuido a la precarización, mayor si cabe, del mercado de trabajo en los últimos años. En la agricultura valenciana -en concreto, para la recolección de cítricos- se da una tendencia acusada a reducir la contratación de trabajadores por parte de las empresas o almacenes privados, y hacerlo a través de ETT. Los jornaleros inmigrantes (aunque no únicamente) son parte directamente afectada por estos mecanismos de contratación, y de explotación laboral, según ha denunciado la Federación Agroalimentaria de Comisiones Obreras del País Valenciano.
A partir de los datos del Servicio Público de Empleo (SPE), CCOO ha elaborado un estudio centrado en la provincia de Valencia en el cuarto trimestre de 2013, el de mayor actividad en el sector del cítrico. De los 201.987 contratos realizados, 117.774 corresponden a ETT, lo que representa el 58,3% de los contratos formalizados (el resto han sido directamente firmados por las empresas o almacenes privados).
Josep Miquel Tomàs, de la Federación Agroalimentaria de CCOO, apunta que muchas ETT no cumplen con la normativa laboral: ni en la cotización a la Seguridad Social por los días trabajados; ni en la observancia de los derechos del trabajador, pero tampoco respecto al pago de los salarios según convenio. Al sindicato han llegado también denuncias por las condiciones de inseguridad en el trabajo, por el hecho de no faenar con la ropa adecuada o por descuentos en la nómina por la recolección de naranjas defectuosas, entre otros asuntos. El sindicalista recuerda el caso de algún jornalero que ha llegado a perder dinero por ir a laborar, o de otro al que se le abonaron ocho euros tras vendimiar de sol a sol. Son casos que han llegado a denunciase, pero otros muchos permanecen invisibilizados. ¿Qué hacer? En muchos casos, a estas empresas no les importa ser sancionadas, ya que el monto de sus beneficios resulta muy superior a la multa.
De las numerosas quejas llegadas al sindicato, se deduce que el modelo de contratación vigente precariza las relaciones laborales desde el punto de vista de los contratos y los salarios; en el capítulo de las retribuciones, con grandes desigualdades que afectan a la fase de recolección y también (aunque en menor medida) al manipulado de cítricos.
Hay, asimismo, un «abuso total de la eventualidad», señala Josep Miquel Tomàs, que sobre todo afecta a jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Éste es el contexto de la economía valenciana: el 94% de los contratos que se suscriben actualmente son temporales y, en el caso de las empresas de trabajo temporal, del 99,8%, señala el sindicalista.
El número de trabajadores contratados a través de ETT, en el sector del cítrico y en el cuarto trimestre de 2013, asciende a 61.380, según el estudio de CCOO. Ello supone una media de 1,92 contratos por trabajador en un trimestre, es decir, casi dos contratos laborales en tres meses por persona, lo que da cuenta de un contexto sangrante de precariedad y temporalidad. Las modalidades de contratación suscritas por las ETT son eventuales en todos los casos: por obra y servicio determinado (73.928 contratos); por circunstancias de la producción (22.779 contratos); y por interinidad (los menos utilizados). Ello supone unos porcentajes muy elevados de contratación a través de ETT (el 66% en el caso de los contratos por obra y servicio).
Pablo García, delegado de CCOO en Frutsol, denuncia los modos de actuación de esta empresa, que contrata la recogida de los campos con una empresa de servicios, que a su vez contrata con una empresa de trabajo temporal. Con esta cadena de contrataciones, «se ahorran jornales, y además los trabajadores de Frutsol -fijos discontinuos- hemos dejado de realizar la jornada semanal completa, recolectamos en los peores campos y donde ya han estado recogiendo la naranja los trabajadores de la ETT». Añade que la empresa aplica descuentos salariales a los trabajadores por supuestos defectos en el material recogido (los descuentos han llegado en algunos casos al 20% de lo recolectado). «Naranja no comercial», alega la empresa. En algunos casos, ello ha provocado sanciones de empleo y sueldo, según ha denunciado CCOO ante la Inspección de Trabajo de Valencia. «Este mecanismo de presión y coacción continua ha creado una situación de absoluta indefensión en los trabajadores», remata Pablo García.
El estudio citado permite otear la evolución de la precariedad en el campo valenciano. En uno de sus apartados, el informe pone el foco en 161 empresas dedicadas a la horticultura y la citricultura (las que más hicieron uso de las empresas de trabajo temporal) y 30 ETT, que en el cuarto trimestre de 2013 suscribieron 49.424 contratos laborales. En el mimo periodo de 2012, el estudio se centró en un número superior de empresas (185) y de ETT (45), que formalizaron 26.219 contratos laborales. Conclusión: menos empresas del cítrico y menos ETT casi han duplicado el número de contratos eventuales. Según fuentes de CCOO, la empresa Greemed tenía hace seis años a 1.200 trabajadores fijos-discontinuos contratados, mientras que actualmente sólo tiene a 380. El resto los contrata mediante empresas de trabajo temporal.
«La mayoría de las contrataciones a través de ETT es de trabajadores inmigrantes, pues es la gente más susceptible de explotación laboral», apunta Vicent Navalón, responsable de las comarcas de La Ribera y La Sabor de la Federación Agroalimentaria de CCOO. Además, las empresas de trabajo temporal pagan, en muchos casos, la mitad del salario que marca el convenio. «Y de ese dinero que le queda al trabajador inmigrante, el 50% se lo abonan a mafias o grupos organizados que captan a estos trabajadores, organizan cuadrillas y transporte o facilitan materiales», agrega el sindicalista. En la práctica, «las ETT contactan con estos grupos organizados que funcionan como mafias». De estos modos de actuar pueden deducirse «fraudes a hacienda, a la seguridad social e incluso tráfico de personas». ¿Constituyen casos excepcionales? A juicio de Navalón, «esta situación es muy general en el sector del cítrico».
Según el sindicalista, con el inicio de la campaña del cítrico florecen multitud de pequeñas ETT, que nacen y desaparecen en el periodo temporal que dura la recogida. «Y tienen beneficios muy importantes, por lo que les importa muy poco recibir una sanción de la inspección de trabajo». Además, «son ETT que están contratando a gente para toda la campaña; y esto es claramente ilegal, ya que estas empresas sólo pueden contratar a trabajadores para situaciones concretas». Concluye que la responsabilidad de lo que ocurre se le debe achacar a las empresas y almacenes privados, ETT y los grupos o mafias organizadas. Pero no exclusivamente: «Los políticos saben perfectamente lo que ocurre, que hay fraude y tráfico de personas, pero no acometen el problema».
Fuentes de la inspección de trabajo consultadas añaden información sobre el modo en que operan estas ETT. Se les paga a los trabajadores una cantidad inferior por caja de naranjas recogida a lo estipulado en el convenio colectivo y, para encubrir esta irregularidad, se declara en la nómina el pago por horas trabajadas (una cantidad superior a lo que efectivamente se le paga al trabajador). Añaden estas fuentes que desde hace aproximadamente dos años, estos mecanismos se han generalizado en el País Valenciano. Matizan que en la recogida de cítricos no suelen operar las grandes ETT, sino otras de menor dimensión que operan con pautas más que dudosas, cuando no abiertamente irregulares. «En dos años se ha llevado a término una estrategia patronal de devaluación salarial y contractual que ha precarizado el sector y ha liquidado derechos que permanecían, algunos de ellos, desde los años 30, por ejemplo en cuanto a la duración de la jornada laboral». El agro, junto a la construcción (en la época de la «burbuja inmobiliaria») y la hostelería constituyen algunos de los sectores más precarizados de la economía española. En el campo valenciano, una economía paralela y un ejército de reserva.
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