El sector absorbe más de la mitad de los recursos naturales extraídos en América Latina. Los residuos de edificaciones y demoliciones son mayores que la basura urbana, dicen expertos.
Un cemento brasileño hecho con residuos de altos hornos siderúrgicos causa un impacto ambiental 77 por ciento menor al de las otras cuatro variedades convencionales utilizadas en este país.
El dato lo dio a Tierramérica el profesor Vanderley John, de la Escuela Politécnica de la Universidad de Sao Paulo, coordinador de la Conferencia Latinoamericana de Construcción Sustentable (CLACS’04), que se celebró en esa ciudad brasileña entre el 18 y el 21 de este mes.
La conferencia fue un llamado a la creatividad, pero también a la aplicación más amplia de soluciones y productos ya disponibles.
El concepto de construcción sustentable engloba todas las dimensiones y cadenas de producción que culminan en los edificios y el ambiente urbano.
En el mercado brasileño se ofrece bombillas de iluminación que ahorran electricidad y, pese a su precio más elevado que el de las convencionales, reducen costos por el bajo consumo. También se venden aparatos sanitarios que gastan menos agua, así como sistemas solares de calefacción que disminuyen mucho el uso de energía.
En una ponencia presentada en la CLACS’04 se sostuvo que «modificaciones en detalles de la fachada de un edificio de oficinas» pueden reducir a la mitad el consumo de electricidad.
Eso es la arquitectura contribuyendo al ambiente y a la economía, acotó John.
La conferencia permitió concluir que «ya hay conocimiento y productos económicamente viables» que, usados con creatividad, pueden reducir la presión humana sobre el ambiente y mejorar la calidad de vida, con beneficios económicos para toda la sociedad, sostuvo.
La sustentabilidad «motiva más», y a veces la mejora de un aspecto aislado, como la eficiencia energética, puede acompañarse de efectos negativos como derroche de agua o poca durabilidad, explicó el ingeniero.
No basta construir uno o algunos edificios más eficientes, sino que es necesario extender la sustentabilidad al conjunto de la construcción, alegó John.
El impacto ambiental y social sería gigantesco. La construcción es responsable en América Latina de más de la mitad de los recursos naturales extraídos y de 11,4 por ciento de los empleos, sin contar el trabajo informal de quienes construyen para sí o mediante ayuda mutua, según datos manejados en la conferencia.
La cadena productiva en el sector es posiblemente la más amplia de toda la economía, e involucra desde cemento y siderurgia a tuberías, equipos y servicios de electricidad y gas.
En Brasil, la construcción aporta 15 por ciento del producto interno bruto y 15 millones de empleos directos. Los 40 millones de toneladas de cemento que el país consume son la base para 280 millones de toneladas de variados productos, o sea unas 150 veces el peso de la producción de vehículos, comparó John.
Expertos calculan que en América Latina, donde faltan 17 millones de viviendas para satisfacer la demanda de la población, los residuos de construcciones y demoliciones son mayores que la basura urbana, y constituyen un grave problema ambiental.
Esto se puede reducir mucho con la gestión de residuos, y un empresario expuso en la conferencia las ventajas obtenidas por su compañía al implantar un sistema que separa desechos, por ejemplo los de plástico, papel y madera.
Eso le permite vender residuos y reducir el total de los mismos, además de controlar la eficiencia del aprovechamiento de materiales, sostuvo.
Las conclusiones y experiencias de la CLACS’04, que reunió a 850 participantes, serán llevadas a la conferencia Mundial sobre Construcción Sustentable, que se realizará en Tokio en septiembre de 2005. Otras cuatro conferencias regionales forman parte de la preparación.
El proceso es promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Consejo Internacional de Investigación e Innovación en la Construcción y la Iniciativa Internacional para un Ambiente Construido Sustentable.
El agua es un largo capítulo en la construcción sustentable, que estimula la creatividad de numerosos sectores de proveedores. La impermeabilización del suelo es un drama urbano, y grandes ciudades como Sao Paulo viven tragedias frecuentes, con calles, viviendas y a veces barrios enteros inundados por las lluvias, mientras el agua escasea en los grifos.
Es un problema de la ciudad y de la municipalidad, pero también de la gente, ya que muchos pavimentan por completo sus patios «sin dejar ni un centímetro cuadrado de tierra descubierta» para absorber el agua, sentenció John.
La legislación no debería permitir esa práctica, sino promover los jardines, los pavimentos permeables y otras soluciones, sostuvo.
Aprovechar las lluvias para lavar calles, irrigar jardines y otros usos que no requieren agua potable disminuiría las inundaciones y aliviaría la presión sobre los recursos hídricos, apuntó John.
El suelo impermeable y la falta de vegetación también convierten a las ciudades en «islas de calor», y eso podría mejorar sustituyendo los tejados oscuros, que absorben calor, por otros más claros, además de la reforestación urbana, recomendó.
La sustentabilidad en la construcción no puede limitarse a proteger el ambiente, observó el coordinador de CLACS’04, criticando lo que considera una visión estrecha de los ambientalistas volcados sólo a la defensa de la naturaleza.
Se trata también de promover beneficios sociales, calidad de vida y responsabilidad social y ambiental de toda la cadena productiva, opinó.
Mario Osava El autor es corresponsal de IPS