El país oceánico lleva más de un mes sufriendo intensos incendios forestales. Por el momento, las llamas ya se han cobrado la vida de más de veinte personas y se estima que cerca de mil millones de animales han muerto.
Un bombero trata de apagar unas llamas en uno de los incendios de Australia./ REUTERS
Australia está ardiendo. El fuego tiñe sus montes y el humo oculta el resplandor del sol veraniego. Los incendios, de una magnitud sin precedentes, se extienden con rapidez y arrasan a su paso la vida en todas sus formas; los animales huyen, los troncos de los árboles se convierten en pilares de carbón y las viviendas quedan enterradas por grandes capas de hollín negro.
Esta catástrofe ha provocado ya más de veinte muertos y ha acabado con la vida de mil millones de animales , dejando algunas especies como el koala funcionalmente extintas. Australia -especialmente zonas como Nueva Gales del Sur o el Estado de Victoria- tiene un periodo anual de riesgo de incendios que suele ubicarse temporalmente en las estaciones más cálidas, sin embargo, estas etapas se están alargando cada vez más en el tiempo debido al cambio climático, que desdibuja las estaciones.
La crisis climática, por ende, está detrás de esta devastación. No es el factor detonante, pero sí que es un elemento que agrava las consecuencias del fuego y alarga su durabilidad en los montes. «Los periodos de riesgo están aumentando. De hecho llevan desde septiembre, cuando la etapa de incendios en estas zonas de Australia suele ser el mes de diciembre, al comienzo del verano», explica Mónica Parrillo, ingeniera técnico forestal y miembro de Greenpeace.
El país austral, además, sufre una de las peores sequías desde que hay registros , así como una subida de temperaturas extrema, también con cifras de récord que elevan el mercurio del termómetro por encima de los 40ºC. La transformación del clima no es puntual, en tanto que la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (CSIRO) advierte de que el Estado oceánico está en camino de convertirse en un lugar mucho más árido, con menos precipitaciones y en riesgo por la subida del nivel del mar.
«Hay zonas en Australia en las que prácticamente ha desaparecido la lluvia»
«En un mundo más cálido y con menos precipitaciones, los incendios serán más frecuentes, algo que muy probablemente ocurra en el continente australiano y que ya está ocurriendo. Hay zonas en Australia en las que prácticamente ha desaparecido la lluvia y las temperaturas cada vez se incrementan más provocando fenómenos de este tipo más intensos y una deforestación mayor», expone Mar Gómez, doctora en Físicas y responsable del área de meteorología de eltiempo.es.
«Con el aumento del tiempo de sequías y con las olas de calor más intensas, los bosques se vuelven más vulnerables y, en cuanto hay una chispa, sea por una negligencia o por un rayo, la propagación del fuego es bestial», explica Parrillo, para señalar cómo la vegetación de los montes, cada vez más descuidada, se extiende de manera continuada y se convierte en un combustible que prende y extiende el fuego con velocidad.
Además de los factores ambientales, agravados a consecuencia de la crisis climática, aparecen otros factores ambientales que favorecen la presencia de incendios extremos. «Uno de ellos es El Niño indio o Dipolo del Océano Índico«, argumenta Gómez. Se trata de un «patrón climático de teleconexión» que hace que las aguas occidentales de este mar se vuelvan más tibias o más frías que las de la zona oriental. «Este año, la fase positiva de este patrón está dominando y las temperaturas del agua del mar están siendo más cálidas en la mitad occidental, produciendo lluvias por encima de la media en el oeste y sequías en el sudeste asiático y Australia«, expone la experta.
La imagen del conjunto de incendios, extinguidos y activos, del último mes en Australia./Anthony Hearsey
El conjunto de fuegos -en activo o ya extinguidos- que se han producido en Australia durante el último mes deja, según una fotografía de la NASA modificada por el fotógrafo Anthony Hearsey, una isla enrojecida y luminosa. Sin embargo, la imagen -que ha suscitado polémicas en las redes sociales al difundirse como si fuera una captura exacta de los incendios, en lugar de un resumen del total de los incendios- no llega a reflejar las consecuencias de esta catástrofe medioambiental.
Además de la importante pérdida de biodiversidad que están sufriendo los ecosistemas, el fuego, dilatado en el tiempo más de un mes, está generando algunos problemas que sobrepasan las fronteras de la isla austral, ya que el humo está tiñendo de negro los cielos de algunas zonas de Nueva Zelanda y de algunos países de América Latina como Chile o Argentina, lo cual puede suponer un riesgo para la salud de los ciudadanos.
No solo ello, sino que «el humo de los incendios forestales está compuesto de una mezcla de gases y partículas finas llamadas aerosoles que, además de afectar a la salud de las personas y a la calidad del aire, pueden producir alteraciones en el clima y meteorología ya que pueden dar lugar a la formación de nubes llamadas pirocúmulos que producen fuertes tormentas eléctricas, que a su vez pueden dar lugar a más incendios», zanja Gómez.