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Cómo se echa de menos a Reed

Fuentes: Mundo Obrero

En los últimos años el debate «oficial» sobre el periodismo se limita a discutir sobre empresas periodísticas y artilugios. Para ellos el debate sobre el futuro del periodismo se confunde con el futuro de las empresas periodísticas y si se refieren a contar algo es a contar lectores y audiencias para presentar cifras sugerentes a […]

En los últimos años el debate «oficial» sobre el periodismo se limita a discutir sobre empresas periodísticas y artilugios. Para ellos el debate sobre el futuro del periodismo se confunde con el futuro de las empresas periodísticas y si se refieren a contar algo es a contar lectores y audiencias para presentar cifras sugerentes a las empresas de publicidad. Hubo un tiempo en que periodismo era explicar el mundo, es decir, viajar al lugar donde sucedían las cosas, desconfiar de las versiones oficiales del poder, introducirse en una sociedad, hablar con la gente y estudiar, estudiar mucho sobre el país, su historia, el conflicto que se estaba desarrollando o la temática sobre la que debías informar. Se trata de un periodismo que reivindican en diversos textos sobre la profesión periodistas de diverso perfil ideológico, pero que todos se caracterizaron por su indiscutible integridad y profesionalidad como Ryszard Kapuscinski, Tiziano Terzani o Indro Montanelli.

Para denunciar la actual perversión del periodismo es bueno confrontar aquel periodismo digno con la penosa situación actual: un panorama dominado por la búsqueda del beneficio empresarial que impide dedicar tiempo y esfuerzo a la investigación o el contraste de las noticias, connivencia con el poder político que supone ausencia de crítica al orden establecido, subordinación al mercado publicitario lo que conlleva el culto a la espectacularidad, simplificación y frivolidad para lograr la audiencia necesaria… Frente a todo esto sugiero releer a John Reed. Se podría decir que Reed fue el gran cronista de los hitos revolucionarios del siglo XX. Para ello Reed domina los mejores instrumentos -sencillez, belleza, emoción, profundidad- del periodismo revolucionario. Su primer libro resultado de sus crónicas fuera de Estados Unidos, México insurgente, posee un tono mucho más descriptivo de los ambientes que el mítico Diez días que estremecieron el mundo, el trabajo sobre la revolución rusa por el que es más conocido. Pero no debemos olvidar otras obras recopilatorias de diferentes reportajes y textos elaborados bien durante su presencia en la Primera Guerra Mundial o en los conflictos sociales y obreros de su Estados Unidos natal. Me refiero a La Guerra en Europa Oriental, Hija de la Revolución y Rojos y Rojas. Un ejemplo de su estilo es este inicio de su crónica de la huelga de trabajadores de la seda:

Hay una guerra en Peterson, Nueva Jersey. Pero es un curioso tipo de guerra. Toda la violencia es obra de un bando: los dueños de las fábricas. Su servidumbre, la policía, golpea a los hombres y mujeres que no ofrecen resistencia y atropella a multitudes respetuosas de la ley. Sus mercenarios a sueldo, los detectives armados, tirotean y matan a personas inocentes.

Tengo la esperanza de que la tendencia a la deriva actual del periodismo varíe, los ciudadanos se están viendo desbordados por la masificación de datos, la superficialidad, el ritmo febril en la transmisión de informaciones. Como resultado: caos, desorientación, sensación -fundada- de estar enterrados en la paja y abrumados por el ruido. Mi impresión es que el ciudadano despertará de esa pesadilla y querrá que el periodista le interprete el mundo, como nos lo hizo el siglo pasado John Reed.

Pascual Serrano es periodista. Su último libro es «Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryzard Kapuścińsky, Edgar Snow, Rodolfo Walsh y Robert Capa» . Editorial Península. Barcelona


Fuente: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=1543&sec=3&aut=58