Cuba, la pequeña isla antillana, la rebelde, la sitiada, tal vez haya sido el primer país del mundo en ofrecer su ayuda generosa al gobierno de EEUU. Tal vez sea el único país de la tierra que el mismo día de conocerse el saldo de muerte y destrucción dejado tras el paso del huracán Katrina, […]
Cuba, la pequeña isla antillana, la rebelde, la sitiada, tal vez haya sido el primer país del mundo en ofrecer su ayuda generosa al gobierno de EEUU.
Tal vez sea el único país de la tierra que el mismo día de conocerse el saldo de muerte y destrucción dejado tras el paso del huracán Katrina, guardó un minuto solemne de silencio, un minuto de dolor, por los hombres, mujeres y niños norteamericanos que perdieron sus vidas. No lo hizo en cualquier lugar, sino desde su más alta instancia, el Parlamento Cubano, el Congreso de la República, la Asamblea Nacional del Poder Popular, reunida en esos días.
No había cámaras de la CNN ni la BBC registrando el hecho. Tampoco las hubo, ni publicidad alguna, cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores de esta pequeña isla entregó oficialmente y por escrito, a pocas horas del paso de Katrina, no solo las condolencias del gobierno cubano al gobierno y pueblo norteamericano, si no el ofrecimiento de enviar de inmediato ayuda humanitaria para socorrer a las víctimas.
Es tan pequeña la distancia existente entre la Costa Sur de Estados Unidos y la pequeña Cuba, que dicha ayuda, de ser aceptada, podría haber llegado más rápido que la de ningún otro país e incluso numerosas ciudades de Estados Unidos.
Porque su ética es excepcional y jamás jugaría con algo tan sagrado como el dolor de un pueblo hermano, Cuba, la pequeña isla sitiada, pidió a las autoridades norteamericanas no dar publicidad a su propuesta. Para que nadie pudiera sacar rédito político de semejante desgracia, Cuba pidió reserva.
Ofreció su bien más preciado: sus médicos salvadores de vidas. No uno, dos, ni cien, ofreció 1000 y más si fueran necesarios. Con sus mochilas cargadas de medicamentos de primera necesidad en casos como estos. Sus helicópteros para transportarlos, sus equipos para evaluar a las víctimas y su enorme experiencia en catástrofes de este tipo.
Rápidamente se preparó todo, la respuesta de los médicos convocados fue inmediata, se dispuso el transporte aéreo y las mochilas se cargaron con 24 kg de esperanzas. Treinta y seis toneladas de medicamentos prestos para asistir a las víctimas.
Nadie lo sabía. En silencio, como tienen que ser los grandes gestos, Cuba ofreció su corazón puro, su corazón que no conoce demagogias, venganzas, ni rencores.
Comenzaron a transcurrir los días, las imágenes desesperadas de los habitantes de Alabama, Mississippi y Nueva Orlean poblaron nuestras pantallas.
En las tardías declaraciones del gobierno norteamericano salió a relucir hasta la ayuda ofrecida por Sri Lanka. De la pequeña Cuba, ni una palabra.
Al punto tal que muchos amigos norteamericanos, comenzaron a escribir y llamar solicitando ayuda. Fidel se vio obligado a declarar públicamente lo que jamás hubiera querido: que la ayuda estaba ofrecida desde el primer instante de tomar conocimiento público de los hechos, cuando todavía la cola de Katrina sacudía con fuertes lluvias el territorio cubano. Que todo estaba preparado para enviar de inmediato una brigada de centenares de médicos experimentados a las zonas de mayor catástrofe.
Y dijo también que esperaba una respuesta positiva del gobierno norteamericano, pidió un alto, una tregua, un impasse en la larga confrontación que mantiene el gobierno de EEUU contra Cuba. Fidel pidió por el pueblo norteamericano, por los pobres de la Costa Sur que aún tienen vida, que su ayuda fuera aceptada, solo para poder salvar sus vidas. No pidió nada a cambio, ni las gracias, como ha hecho siempre Cuba en cualquier país de la tierra.
En este caso, el gesto cubano cobra mayor dimensión porque se trata de un pequeño país, agredido sin descanso por el gobierno más poderoso de la tierra.(1-7)
A ese gobierno que ha hostigado sin piedad, en una suerte de guerra no declarada pero ejercida desde todos los lugares imaginables a esta isla, es a quien hoy se le ofrece una tregua y se le tiende una mano para su pueblo. Las manos sanadoras de los médicos cubanos.
Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, en este domingo 4 de septiembre, Fidel vuelve a comparecer ante su pueblo, anuncia que los médicos dispuestos a partir de inmediato suman ya 1600. Varios centenares son especialistas en patologías importantes, desde Cardiología, Pediatría, Gastroenterología a Terapia Intensiva. Una buena parte de esta fuerza se especializa en Medicina General Integral.
La mayoría ha cumplido 1 o 2 misiones de cooperación internacional en 43 países del mundo. Con una experiencia profesional de 10 años, algunos más y otros menos.
De alta preparación en circunstancias como las que atraviesan las poblaciones del Sur de EEUU afectadas por el huracán.
La edad promedio de los médicos es de 32 años, unos 700 son hombres, más de 800 son mujeres. Ellos y ellas se encuentran presentes en el Palacio de las Convenciones de La Habana donde Fidel habla a su pueblo. Lucen sus batas blancas, todos portan las mochilas con las medicinas, han venido de todo el país y sonríen cuando se percatan que las cámaras de la TV cubana los están filmando, como si hicieran un saludo a sus familias. Son rostros limpios, hermosos todos, rostros blancos, negros y mulatos, como los de los hermanos que intentan salvar. Están preparados para partir esta misma noche, en cuanto se reciba la aceptación de su ayuda.
El Comandante lee una carta de los médicos de Honduras graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina, ellos desean sumarse a la brigada médica cubana para asistir a sus hermanos norteamericanos, han vivido la experiencia de huracán Mitch, luego del cual se creó la ELAM, saben muy bien lo que sufre un pueblo en circunstancias como estas. Se ofrecen más de 80 profesionales hondureños.
Ahora mismo cuenta Fidel que en 1868 llegó a Cuba un grupo de jóvenes norteamericanos, vinieron solidariamente a sumarse a las luchas de la independencia. Henry Reeve se destacó entre ellos, escribiendo una página gloriosa por su heroísmo y valentía.
Su cuerpo, lleno de heridas tras 7 años de combate en la guerra contra el colonialismo, dejó de existir en 1876, dejando una huella imborrable en el corazón del pueblo cubano.
Su nombre, junto al de Abraham Lincoln está grabado en la Tribuna Antiimperialista José Martí, como tributo al apoyo brindado por el pueblo norteamericano al regreso del niño Elián González.
Fidel propone que esta fuerza médica cubana, de ayuda al pueblo de EEUU, lleve por nombre el de «Henry Reeve». Y vuelve a tender su mano en este ofrecimiento. Vencedores del dolor y de la muerte dice el Comandante a los médicos presentes.
Una ovación de emocionados aplausos avala la propuesta, mientras ellos, ellas y todos nosotros esperamos que el gobierno de Estados Unidos acepte el corazón de los cubanos.
Si así no fuera, si en el gobierno de EEUU prevalece más el odio político hacia esta pequeña isla que aceptar su desinteresada ayuda. Si lo que se impone es el carácter fascista de la mafia terrorista de Miami, que a lo largo de la historia ha digitado la política exterior hacia Cuba.
Si al gobierno de EUA le importa más complacer a esos grupos, que las vidas de 1.200.000 norteamericanos que están muriendo de a miles cada hora que pasa, es mejor que se atenga a las consecuencias. No ya de la próxima elección presidencial, si no de la historia.
Esa historia que tarde o temprano lo juzgará con la misma falta de piedad con la que hoy son tratados los humildes habitantes de la Costa Sur de Estados Unidos.
Esos modestos y laboriosos habitantes a los que Mr. Bush aconsejó desde su rancho de vacaciones: huyan y recen… Esos trabajadores que no tuvieron dinero para pagar un pasaje de autobús que los librara de la muerte. Ni hotel reservado con tarjeta de crédito, ni casa de fin de semana donde guarecerse. En qué iban a huir del monstruo que les acechaba? no es criminal acaso no haber dispuesto transportes gratuitos y albergues para toda la población en momentos como esos? A dónde y en qué iban a ir?
Los del Sur, cuyo 30 por ciento vive en la pobreza del gran país del Norte, son los que han muerto y seguirán muriendo. Ese Sur que no salía en las tapas del Times ni en Gran Hermano y el mundo descubre ahora con asombro. Esos a los que se les recortó en decenas de millones el presupuesto para arreglar los diques y evitar lo que era previsible ocurriría en cualquier momento por el abuso infinito que han cometido con la naturaleza.
La mayoría del presupuesto se les quitó hace más de dos años para pagar la gran democracia que dicen estar estableciendo en Irak, mientras ocupan el país sin encontrar las peligrosas armas químicas y en el cual siguen muriendo soldados norteamericanos como Casey Shehann.
Será difícil superar el trauma y la vergüenza que quedará de todo esto. El país más poderoso de la tierra, el que hace alarde de exportar el «American Way of Live», no ha garantizado agua, alimentos ni medicinas en 6 días a su propio pueblo. El que oculta la miseria que se teje por debajo de la Gran Manzana y el Wal Street, el que hasta ahora niega la atención médica internacional de quienes se ofrecen, como Cuba, con su corazón solidario y puro a llevarla a cabo.
Durante estos días, he visto llorar a este pueblo por la suerte de sus hermanos norteamericanos. Eso tampoco podrá olvidarse. Son pueblos hermanos.
1. Desde hace 5 décadas los gobiernos de EEUU ejercen sobre Cuba el bloqueo genocida más largo de la historia. La Ley de Ajuste Cubano, avala el tráfico ilegal de personas causando la muerte anual de miles de cubanos.
2. Desde hace 100 años EEUU mantiene y ocupa ilegalmente la Base Naval de Guantánamo, hoy centro de tortura y detención de 600 personas.
3. Las Leyes extraterritoriales Torricelli y Helms-Burton prohíben a las compañías y países del mundo comercializar sus productos con Cuba o aceptar productos cuyos componentes sean cubanos, de esta forma un caramelo hecho en Japón si lleva como componente azúcar cubano no puede ser comercializado en EEUU. Los barcos que atracan en Puertos cubanos no pueden hacerlo en Puertos de EUA hasta pasados 6 meses.
4. EEUU multa a sus habitantes con penas de cárcel y miles de dólares a quienes visiten la isla. Los científicos cubanos no pueden establecer intercambios académicos con sus pares norteamericanos. EEUU prohíbe la difusión de cualquier obra cultural cubana: literaria, musical, cinematográfica o plástica.
5. Centenares de atentados a la vida del pueblo cubano han causado 3500 muertos y 2099 inválidos. Sabotajes a sectores claves de la economía y la agricultura han provocado pérdidas millonarias. Todos han sido perpetrados por grupos terroristas asentados en Miami que cuentan con la protección y aval de los distintos gobiernos norteamericanos. Invasión a las costas marítimas y aéreas, introducción de plagas y virus bacteriológicos.
6. Cinco jóvenes cubanos cumplirán el 12 de Septiembre 7 años de injusta prisión por luchar contra el terrorismo. A pesar del fallo reciente de la Corte de Apelaciones de Atlanta que revocó las condenas y anuló el juicio anterior, el gobierno norteamericano los mantiene en cárceles de máxima seguridad.
7. Luis Posada Carriles, terrorista confeso internacional es responsable directo de la voladura de un avión cubano en pleno vuelo que provocó la muerte de sus 73 ocupantes, entre ellos una mujer embarazada. Autor del intento de asesinato al líder cubano en la Cumbre de Panamá. Responsable de los atentados a los Hoteles de La Habana, donde el 5 de Septiembre de 1997 envió a colocar bombas, una de las cuales asesinó al joven italiano Fabio Di Celmo. Este criminal se encuentra en EEUU retenido en «El Paso. El gobierno norteamericano en lugar de juzgarlo por sus crímenes de lesa humanidad y extraditarlo a Venezuela, país que lo requiere por ser prófugo de su justicia, lo está juzgando solamente por entrada «ilegal» a EEUU y valora otorgarle la ciudadanía norteamericana aunque esto contravenga sus propias leyes y su propia Constitución.