Mirar la economía con enfoque de género, la organización colectiva del espacio doméstico y la responsabilidad del cuidado son preocupaciones de jóvenes marxistas cubanos.
En el privado estudio taller La Marca, en la Habana Vieja, un grupo de jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios y hombres, analizaron los pendientes de género en sociedades como la cubana, que siguen preceptos marxistas.
El encuentro realizado durante los 16 días internacionales de activismo por la no violencia hacia mujeres y niñas, forma parte de las acciones de Trinchera Abierta, una iniciativa autónoma que desde diciembre de 2017 promueve un diálogo plural y sin dogmas sobre problemas actuales de las ciencias sociales y el país, desde posiciones marxistas.
A pesar de lo disperso de concepciones feministas dentro del marxismo clásico, o más bien de ideas que refieran a cuestiones de mujeres, para el grupo aún se pueden encontrar pautas esenciales con las que mirar este asunto en la nación cubana, de gobierno socialista desde 1961.
Feminismo y cuidados
El debate fue guiado por Mario Castillo, profesor de historia e integrante del independiente Centro Social y Biblioteca Libertaria ABRA, en el capitalino reparto Lawton.
Con el ejemplo de Clara Zetkins (1857-1933), una política alemana de ideología comunista, los jóvenes vuelven a preguntarse qué significa el socialismo para las mujeres, y cómo responde o podría responder este sistema social a sus necesidades específicas.
La institucionalización colectiva de los espacios domésticos, que en la antigua Unión Soviética tuvo algunos precedentes valiosos con las lavanderías comunitarias y los círculos infantiles (guarderías estatales), abrió una de las líneas del debate.
Muchos de estos programas han sido replicados en la isla caribeña. Sin embargo, la situación de los círculos infantiles en el país, con escasas plazas y malas condiciones constructivas, ha sido el centro de intensos cuestionamientos públicos.
Por otra parte, ¿a quién corresponde el cuidado de los ancianos y enfermos?, cuestionaron los jóvenes.
En Cuba, donde el envejecimiento alcanza a 20,1 por ciento de la población de 11,2 millones de habitantes, la responsabilidad del cuidado recae mayormente (más de un 85 por ciento) en mujeres jubiladas o mayores de 40 años.
Según estudios, el cuidado sin las redes de apoyo necesarias implica un considerable deterioro físico y mental de quien se encarga.
Castillo ejemplificó la experiencia de los llamados estados de bienestar de postguerra en Europa, donde el Estado benefactor asume esta tarea y que en muchos casos resulta en una individuación y aislamiento. Esta no puede ser tampoco la solución, coincidieron los participantes.
Para el historiador, la vida cotidiana debe estar al centro del proceso emancipatorio y es necesario colocar la experiencia individual dentro del tejido político para responder interrogantes de este tipo.
Mirar desde esa dialéctica que enseña el marxismo, la relación entre producción y «una reproducción de la vida que no sea asfixiante», propone Castillo.
En la economía
El enfoque de género dentro de la economía es una deuda todavía y requiere análisis y nuevas políticas públicas en el país.
La tasa de actividad de la economía registra la relación entre personas en edad laboral y aquellas económicamente activas. En Cuba esta tasa en las mujeres es de 49,5, mientras la de los hombres alcanza un 76,9 por ciento, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.
Pero ¿qué se considera trabajo dentro de las normas de la economía?, propuso Joel Marill Domenech, estudiante de Economía.
Y remarcó que persiste el concepto, según las reglas del capital, que economía es aquello que produzca valor. En esta ecuación, insistió, no se considera lamentablemente el trabajo doméstico.
Sin embargo, ¿cuánto debe un hombre de sus ingresos a la mujer que se queda en la casa?, analizó. «El reto está en enfocar medidas económicas de protección a las mujeres», dice Marill, sobre cuestiones de las políticas para la igualdad.
Los estudiantes coincidieron en la necesidad de abrir más ese debate.
Entre las razones de por qué aún no se extienden este tipo de interrogantes en la sociedad cubana, es porque no hay un liderazgo visible que inserte y empuje por estos temas, enunciaron los universitarios.
Hay un relato dominante sobre las mujeres en Cuba que está en manos de la Federación de Mujeres Cubanas, al resto se ha omitido, consideró Castillo.
«El movimiento feminista está poco visibilizado, desconectado, existen pocas interacciones entre territorios, y esa falta de conexión conduce a una falta de pertinencia», opinó el ponente del encuentro.