El Complemento Salarial Anual, una propuesta económica de carácter fiscal que consiste en complementar, como su propio nombre indica, las rentas de carácter salarial, volvió a recobrar popularidad hace escasos días tras la retransmisión en La Sexta de un debate cara a cara entre el candidato por Ciudadanos a presidente del Gobierno de España, Albert […]
El Complemento Salarial Anual, una propuesta económica de carácter fiscal que consiste en complementar, como su propio nombre indica, las rentas de carácter salarial, volvió a recobrar popularidad hace escasos días tras la retransmisión en La Sexta de un debate cara a cara entre el candidato por Ciudadanos a presidente del Gobierno de España, Albert Rivera, posicionado a favor de la propuesta, y el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, defensor, por el contrario, de un aumento del actual Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en España.
No cabe duda alguna de que ambas medidas son del gusto de la sociedad española e incluso de que su implementación puede revertir cierto carácter de «urgencia y necesidad» desde un enfoque puramente macroeconómico; ya saben, más renta disponible genera más capacidad global de consumo (demanda), lo que a su vez consigue aumentar la producción empresarial (oferta), redundando esto también en mayores niveles de (inversión), contratación, etc…
Ahora bien, si algo hemos aprendido -o deberíamos haber aprendido-, a lo largo de la última gran crisis económica experimentada precisamente en España, simplemente es que dos, tres, cuatro… o las propuestas planteadas que sean, pueden perseguir un mismo fin de carácter macroeconómico y sin embargo distintos fines u objetivos de carácter social. Y esta lección cobra ahora de nuevo gran actualidad -nos encontramos en la antesala de unas próximas elecciones generales-, motivo por el que se hace necesario identificar con total precisión el verdadero fin social que se esconde tras medidas como el «Complemento Salarial Anual» o el «aumento del SMI».
Contextualicemos para ello de partida la economía española como una relación triangular en la que el Estado está enormemente endeudado y presenta serias dificultades para sostener una oferta de servicios públicos digna de una economía moderna -educación, prestaciones, sanidad-, en la que el sector empresarial presenta un balance de excedentes y beneficios derivados por su actividad más que razonablemente positivo y en la que los trabajadores asalariados poseen empleos caracterizados, en un número nada irrelevante de casos, por la temporalidad, la parcialidad y la exigua remuneración.
Supongamos ahora un trabajador asalariado soltero que percibe el actual SMI: 9.080,4 euros brutos anuales ó 648,6 euros mensuales en 14 pagas. De acuerdo al Complemento Salarial Anual promovido por Ciudadanos, el SMI del trabajador se complementaría en este caso con recursos tributarios del Estado por un importe de 2.500 euros anuales, de tal manera que la necesidad de incrementar los niveles retributivos convenida inequívocamente párrafos atrás, se resolvería, de optar por este complemento y descartar un aumento del SMI, canalizando recursos tributarios del Estado -endeudado- precisamente para liberar de ello al sector empresarial -plenamente capacitado-.
Existen suficientes datos concluyentes como para aseverar que la aplicación de una medida de Complemento Salarial Anual en España constituye la concesión, indirecta e innecesaria, de un privilegio inequívoco al sector empresarial, de ahí que la materialización de un instrumento fiscal que exima de afrontar sus obligaciones laborales a quien verdaderamente corresponde, al tiempo que constituya el mecanismo perfecto con el que fomentar, incentivar e institucionalizar el actual nivel de precariedad, no sea la mejor opción para el Estado español, tanto en términos económicos como sociales.
Fuente: http://www.elcaptor.com/2015/10/complemento-salarial-anual-versus-smi.html