No suelo salir de casa a las 5 de la mañana para ir a mi centro de trabajo. Pero esta vez, como en ocasiones similares y anteriores, el asunto era mucho más importante que una simple jornada laboral. El día 22 de Enero, Fidel Castro había pedido al pueblo cubano que se le diera una […]
No suelo salir de casa a las 5 de la mañana para ir a mi centro de trabajo. Pero esta vez, como en ocasiones similares y anteriores, el asunto era mucho más importante que una simple jornada laboral. El día 22 de Enero, Fidel Castro había pedido al pueblo cubano que se le diera una rotunda respuesta a las últimas provocaciones del funcionario encargado de la Sección de Intereses de EE.UU. en la capital cubana, que es lo mismo que solicitar de la Revolución una multitudinaria y radical contestación, a la ya anunciada liberación de uno de los mayores terroristas que viven a sus anchas en tierras estadounidenses: Luis Posada Carriles, amigo personal del padre del actual presidente George W. Bush, del hermano de éste, Jeff Bush, gobernador del Estado de La Florida, que apadrinan la vesania que supone dejar en la calle a ese monstruoso personaje, autor confeso de la voladura de un avión de la compañía Cubana de Aviación, el día 6 de Octubre de 1976, en la que murieron 73 pasajeros, de los que 57 eran cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos.
En Miami aún residen sin problema algunos (si exceptuamos el último arresto de Santiago Álvarez, al que requisaron bombas, dinamita, ametralladoras y demás juguetes propios de un criminal de primera), animales con apariencia humanoide como Pedro García Remón u Orlando Bosch, con una larga lista de asesinatos y sabotajes a sus espaldas, todos ellos contra objetivos civiles cubanos. Ninguno de ellos es molestado por el gobierno de Bush, ese mismo que dice combatir al terrorismo internacional. Y esa situación debe terminar si es denunciada de forma precisa, radical y nítida.
Por ello, la hermosa mañana del 24 de enero del 2006, más de un millón de cubanos (y miles de amigos de esta Revolución imparable y ejemplar) hemos desfilado por el Malecón habanero para demostrarle al mayor criminal y genocida del siglo XXI. George W. Bush, que por muchas que sean las mentiras y provocaciones que se realicen desde su oficina de intereses, este pueblo no se deja engañar. La más reciente ha sido colocar una pantalla gigante en el último piso de ese edificio, en la que se proyectan frases de Martin Luther King, ¡alusivas a los derechos humanos¡… No cabe mayor sarcasmo y violación contra el espíritu del líder de los derechos civiles de los negros estadounidenses, asesinado precisamente por esa organización mafiosa llamada CIA, a cuyo frente figuró, oh cielos, el padre del actual mandatario yanqui.
Durante más de siete horas, desde las ocho en punto de la mañana, cientos de miles de personas, de las que miles portaban carteles con la fotografías de Bush (adornado con la svástica nazi) y Carriles, éste sobre la leyenda: Asesino, han coreado consignas como. Bush, fascista, condena al terrorista, Con la verdad, Cuba triunfará, lanzadas al aire ante decenas de cámaras y micrófonos de otros tantos medios de comunicación, tras las rotundas palabras del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, quien en su breve discurso pronunciado desde la Tribuna Antiimperialista José Martí, reiteró que los cubanos estarán dispuestos a responder con todas las armas y derramar hasta la última gota de sangre, para rechazar cualquier acción bélica del Imperio. Fidel ratificó sus planteamientos del pasado domingo, cuando puso al descubierto los objetivos de Estados Unidos de liberar a Posada Carriles y la pretensión de la administración Bush de forzar una ruptura de los actuales vínculos diplomáticos mínimos con Cuba. También reiteró los intentos de la Casa Blanca de violar el acuerdo migratorio bilateral y sus pretextos para impedir a toda costa la venta de productos agrícolas a la Isla. El Comandante en Jefe observó sonriente y muy animado la gigantesca marcha, animada por pioneros y estudiantes, quienes desde la Tribuna alentaban al pueblo para plantarle cara al «bastardo y fraudulento gobierno yanqui»…
Ha sido una enorme demostración de dignidad, valentía y coraje, protagonizada por más de un millón de patriotas llegados desde distintas zonas de la capital cubana, portando banderas y entonando consignas revolucionarias. Igualmente, los manifestantes protestaron por las provocaciones de la sede diplomática norteamericana acusada de financiar a elementos contrarrevolucionarios. Estudiantes universitarios, trabajadores sociales, dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas, el niño Elián González agitando su bandera cubana mientras con la otra mano tomaba la de su padre, así como dirigentes del Partido, el Estado, el Gobierno y organizaciones políticas y de masas y diferentes personalidades, como el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, Daniel Ortega, y el escritor argentino Miguel Bonasso. Sin un mal gesto, ni una amenaza, con la sonrisa de quien sabe que tiene la razón de su parte, el pueblo cubano le ha vuelto a dar otra lección al mundo.
A las dos de la tarde regresaba a casa con un ligero cansancio y una pequeña dosis de nostalgia por aquella gigantesca manifestación en Madrid, hace más de tres años, en la que casi dos millones de personas gritamos contra la invasión de Irak. Hoy parece que el pueblo español ha olvidado que el Presidente de los EE.UU. de Norteamérica, George W. Bush, ha asesinado, mentido, ocultado información, torturado, consentido y alentado el terrorismo.
Y, sin embargo, son muchos los presidentes europeos que le ofrecen la mano, ufanos y sonrientes, mientras ponen gesto de preocupación ante el último mensaje de Bin Laden. Y el que estrecha la mano de un criminal, de un genocida, es ante todo un redomado hipócrita, un dirigente servil y rastrero, o un descarado cómplice. Vete eligiendo, Zapatero.