Por medio de su participación en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambios Climáticos de 2021 (COP26) y en otros foros internacionales, la Autoridad Palestina (AP) sigue promoviendo su abordaje centrado en el Estado para el cambio climático. Ese abordaje, en último análisis, bloquea la legítima justicia climática y ambiental en Palestina. Efectivamente, el liderazgo palestino ha reducido la lucha de liberación palestina –que es lucha esencialmente por justicia climática y ambiental– a proyecto fracasado de construcción del Estado desde los acuerdos de Oslo de 1993.
La justicia raramente es abordada en esas convenciones y foros internacionales, dejando a los palestinos confinados a la lógica de donantes internacionales que buscan administrar la ocupación en lugar de presionar Israel para cesarla. La normalización y despolitización del apartheid climático de Israel caracterizan el abordaje existente de las cuestiones climáticas y ambientales de Palestina y deben ser combatidas por palestinos y defensores internacionales de la justicia climática.
Contra normalizar y despolitizar el apartheid climático
En Palestina la estructura de construcción de la paz ha moldeado programas de cooperación que despolitizan cuestiones ambientales y climáticas y, por lo tanto, no llegan a avalar las prácticas coloniales de los colonos de Israel. De hecho, iniciativas financiadas por donantes como EcoPeace e Instituto Arava hace años usan eslóganes como “el medio ambiente no conoce fronteras” y “unir a las personas”. Fundamentalmente, esas iniciativas sólo sirven para desconsiderar lo que es una evidente situación de apartheid climático y para promover el cambio climático como una arena más en que la cooperación y el diálogo serían la respuesta, en lugar de cambios políticos radicales.
Organizaciones ambientales palestinas y sus aliados hace mucho critican esas iniciativas que normalizan y legitiman la ocupación israelí bajo el pretexto de desenvolvimiento sustentable, construcción de confianza y ecologización del medio ambiente. Esas organizaciones han destacado que, al normalizar y despolitizar el cambio climático, tales iniciativas promueven la idea de que las cuestiones ambientales podrían resolverse apenas con tecnología e incentivos basados en el mercado.
Pero cambio climático no es un fenómeno natural, es cuestión siempre agravada por decisiones políticas y económicas. En el caso de Palestina los efectos del cambio climático son influenciados y exacerbados por el colonialismo de los colonos israelíes y por el robo de recursos naturales. Pero en lugar de apoyar a los palestinos en su lucha por garantizar sus derechos al agua, por ejemplo, la UE y otros donantes internacionales han enfatizados hace décadas el potencial de soluciones técnicas para aumentar la disponibilidad de agua y resolver la “escasez de agua” en Palestina.
Bajo los actuales mecanismos de financiamiento del cambio climático prevalece ese discurso dañino. Por ejemplo Green Climate Fund, mecanismo financiero multilateral de la UNFCCC, apoya actualmente un proyecto de cinco años focalizado en el aumento de la disponibilidad de agua para la agricultura sostenible en Gaza, por medio del uso de aguas residuales tratadas. Esa es otra solución tecnológica que desconsidera y normaliza la realidad política que Gaza enfrenta debido al bloqueo y cerco de Israel lo que, por su vez, aísla Gaza del resto de Palestina en recursos naturales y continuidad geográfica.
Esas prácticas también afectan a los árabes fuera de Cisjordania y Gaza. Al ratificar el Acuerdo de París, Israel se ha comprometido a reducir el 25% de sus emisiones de gases de efecto invernadero de 2005 a 2030 y pretende alcanzar esa meta desarrollando proyectos de energía verde en los Altos del Golán ocupados y en el desierto de Naqab, entre otras áreas.
Los moradores sirios del Golán (jawlanis) enfrentan amenazas a su acceso a la tierra y el agua debido al plan israelí de desarrollar un proyecto eólico a gran escala en lo que queda de las tierras agrícolas de Jawlani. Y a partir de enero de 2022 Israel planea arrancar a los palestinos de sus casas y tierras en el Naqab como parte de un proyecto para aplanar dunas y sembrar árboles.
Ese tipo de “lavado verde” perpetúa la despolitización y la normalización de lo que no pasa, fundamentalmente, de “lavado étnico” de los palestinos hecho por Israel.
Recomendaciones
La Intifada de
la Unidad, de 2021, trajo esfuerzos renovados entre los palestinos para
desafiar la fragmentación forzada. De la misma forma, el ambiente palestino
transciende las fronteras geopolíticas. Así, el cambio climático en toda
Palestina debe ser entendido como una realidad intrínsecamente política
definida por décadas de colonialismo de colonos israelís y robo de recursos
naturales.
Repolitizar el clima y el medio ambiente y desafiar la falsedad de los
discursos de “construcción de la paz y de la colaboración” son pasos cruciales
para garantir que la lucha por la justicia climática y que permanezca como
reivindicación central de la movilización popular palestina. Para eso:
– La comunidad de donantes debe dejar de apoyar proyectos de “normalización verde” que ignoran la realidad política y las disparidades de poder entre palestinos e israelís.
– El liderazgo palestino y la comunidad de donantes deben, en vez de eso, invertir en la defensa basada en la justicia, como hacen organizaciones de la sociedad civil palestina como PENGON y Al Haq, que están aumentando la concienciación y la movilización hacia la justicia ambiental, hídrica y climática interseccional.
– Los defensores de la justicia climática para los palestinos deben contestar los abordajes tecno-gerenciales de foros internacionales como la COP y respectivos mecanismos de financiamiento climático relacionados a estos.
– Los activistas locales e internacionales del cambio climático deben concentrarse en abordar las injusticias climáticas y ambientales históricas en Palestina a fin de responsabilizar a Israel del robo de los recursos naturales de los palestinos.
– El liderazgo palestino y la comunidad internacional deben apoyar la movilización de recursos locales, nacionales e internacionales para presionar Israel a reconocer y comprometerse con los derechos de los palestinos al agua y la tierra.
Muna Dajani es PhD por el Departamento de Geografía y Medio Ambiente de la London School of Economics (LSE). Su investigación se concentra en documentar las luchas por el agua en comunidades agrícolas bajo el colonialismo de fuerzas de ocupación. Es investigadora asociado senior del Lancaster Environment Center (LEC), donde trabaja en un proyecto titulado “Transformations to Groundwater Sustainability” (T2GS), explorando iniciativas de base de gobernanza holística intergeneracional de aguas subterráneas. Ha contribuido para numerosos estudios sobre la hidro política de las cuencas de los ríos Jordán e Yarmouk. También ha coliderado proyecto de colaboración que documenta la historia de la ocupación del Golán sirio, para desarrollar un portal de conocimiento online con memorias colectivas de la lucha popular ocurrida en la región. Muna Dajani, al-shabaka.org
Versión Beatriz Cannabrava – Revista Diálogos del Sur
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