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En torno a La revolución cubana, de Francisco López Segrera (El Viejo Topo, Barcelona, 2010)

Contribuyendo al debate sobre el futuro de la isla revolucionaria (VI)

Fuentes: Rebelión

El tercer y último capítulo de La revolución cubana lleva por título «Propuestas de cambio, escenarios y alternativas». Es el plato fuerte del ensayo. Está dividido en siete apartados. Dimos cuenta de los dos primeros en la entrega anterior. «Ajuste sin des-socialización», una brevísima reflexión, es el tercero de ellos. En lo que respecta a […]

El tercer y último capítulo de La revolución cubana lleva por título «Propuestas de cambio, escenarios y alternativas». Es el plato fuerte del ensayo. Está dividido en siete apartados. Dimos cuenta de los dos primeros en la entrega anterior. «Ajuste sin des-socialización», una brevísima reflexión, es el tercero de ellos.

En lo que respecta a las conquistas sociales alcanzadas durante los últimos cincuenta años, conquistas que «hoy son patrimonio de la nación cubana -educación, salud pública, seguridad y asistencia social, deportes, bienes culturales y en general niveles elevados de justicia social-«, la situación exige la elaboración de un nuevo modelo conforme a las nuevas realidades. Ello implicará, señala FLS, «mantener y desarrollar el sistema nacional de salud pública, educación y seguridad social, con fórmulas más descentralizadas y menos burocratizadas, e igualmente con una menor carga relativa para el presupuesto central del Estado». El reto, la difícil tarea de la hora, «consiste en llevar a cabo un cierto tipo de «ajuste» que no implique des-socialización», es decir, la eliminación de «los grandes logros sociales del proceso revolucionario».

«Debilidades de la democracia consensuada» es el siguiente apartado. En Cuba, en opinión de FLS, pueden observarse ciclos recurrentes «de ortodoxia y heterodoxia, de debate y dogmatismo». Las diversas aperturas condujeron con rapidez, años atrás, «al cierre del universo del discurso y del debate». Un ejemplo: «a la flexibilidad política y económica que implicó iniciar una reforma económica en 1992 sucedió un endurecimiento ideológico y el cierre del debate sobre problemas cubanos ejemplificado por la desintegración del Centro de Estudios de América (CEA) en marzo de 1996, y luego el endurecimiento ideológico que implicó la Batalla de las Ideas». El origen de muchos de esos errores, en opinión de FLS, que a su vez toma pie en el gran intelectual cubano Julio César Guanche, es el mismo: «la vocación estatista, la centralización, el personalismo, el formalismo ritual de la participación popular, la planificación burocrática, el voluntarismo, la estrechez de la esfera pública para el debate social; la conversión de la institucionalidad social en una agencia de defensa de los intereses del Estado».

Es previsible, señala FLS a continuación, que en los próximos años, el sistema político cubano se mueva hacia la descentralización y hacia un mayor pluralismo. «Se fortalecerá la participación popular en él, gracias al desarrollo de medidas organizativas y normativas de carácter institucional y jurídico. Se elevará el perfil de la sociedad civil y de sus expresiones orgánicas, ante un Estado más regulador y menos total y abarcador».

El nuevo modelo debería perfeccionar el modelo de democracia consensuada vigente desde los años sesenta. Este nuevo sistema «en proceso de conformación como resultado de la reforma política que se inició en 1992, y a partir de lo enunciado por Raúl Castro en varios discursos desde el 2007», tendría un conjunto de rasgos apuntados por el autor, entre los que aquí cabe destacar los siguientes: 1. El sistema deberá «descontaminarse de los rasgos incorporados de la experiencia soviética y reforzar en cambio su condición de poder popular dirigido por un partido de vanguardia»; será «un Estado basado en la autonomía de poderes, sin una definición ideológica del mismo de carácter excluyente y donde la descentralización suplante la burocratización de las decisiones y su carácter meramente administrativo». 2. El partido único, «en caso de mantener su condición de tal», debería ser «un auténtico partido de la nación cubana sin exclusiones». 3. Los órganos representativos del Poder Popular tendrán «un mayor peso en la dirección política a todos los niveles». Ello implicará, entre otras consecuencias, «la reducción de mecanismos formales; y una mayor presencia e influencia de los diversos sectores del país en los órganos del Poder Popular, incluida la Asamblea Nacional». En definitiva, un «Poder Popular más participativo, con el aumento de prácticas horizontales e inclusivas, jugaría un papel clave en un proyecto de autogobierno». 4. Elección democrática del Director y Consejo de Dirección en todos los centros de producción y servicios por los

trabajadores. 5. Las instituciones armadas «perfeccionarán los mecanismos de colaboración cívico-militar». 6. Se elevará el perfil y papel de los sindicatos en la vida de la nación. 7. Los límites del sistema «estarán claramente acotados y serán más precisos, en beneficio de una mayor autonomía del sistema económico y de la sociedad civil». 8. La transparencia informativa y el acceso a la información se garantizarán a todos los ciudadanos «y, en especial, las facilidades para el uso de Internet y de las tecnologías de comunicación e información». No debería justificarse «el manejo de la información como un coto cerrado, del que las grandes masas estén excluidas». Ello debería implicar, en opinión del autor, «difundir adecuadamente desde en qué se utilizan los recursos financieros que ingresan al país, hasta las últimas informaciones de cualquier índole que se produzcan a nivel internacional». Estos rasgos y medidas que, señala FLS, «tendrán en su contra el «síndrome de la perestroika» y la resistencia e inercia propia del aparato burocrático», contribuirían a una refundación del consenso sobre nuevas bases, «a la elevación de la legitimidad del sistema».

El modelo apuntado sería favorecido por el desarrollo de un conjunto de escenarios. Entre ellos: el mantenimiento y ampliación del actual consenso «a través de una política exitosa con los jóvenes, sectores religiosos, intelectuales»; control adecuado «de las conductas antisociales que tienden a incrementar la delincuencia», se mantienen sin base social de magnitud, como ocurre hasta el presente en opinión de FLS, «los grupos de disidentes y otros grupos anti-sistema», al mismo tiempo que decrece su actividad, y se logra, por otra parte, evitar manifestaciones anti-sistema de carácter masivo y el liderazgo histórico mantiene la hegemonía, mayoritaria e indiscutida, se amplia el consenso y se impide que «se vertebre un polo político alternativo con base de masas.

Para FLS, la adopción por la dirección cubana de una serie de medidas «contribuiría a la consolidación del modelo». Destaco entre ellas: una reforma constitucional «con el fin de desarrollar una reforma política que promueva los necesarios cambios políticos y económicos»; la Asamblea Nacional debería escoger entre sus miembros a los candidatos a Presidente del Consejo de Estado y los ciudadanos, mediante voto directo y secreto en elecciones generales, «elegirán al Presidente del Consejo de Estado»; fomentar y tener en cuenta la pluralidad de criterios y visualizar el conflicto y cuestionamiento del orden actual desde diversas posiciones (revolucionarias o no) como un reto necesario, al igual que en los inicios de la Revolución, señala FLS, en el proceso de refundación de un nuevo consenso; desaparición de toda forma de exclusión y discriminación por razones raciales, religiosas, de edad, género u otras, lo que implica adoptar «políticas de acción afirmativa con relación a la población negra y mestiza, a los religiosos, a las mujeres, a los homosexuales y a otros sectores afectados»; ampliar las formas de participación en el Estado y en el Partido, no sólo en el proceso de discusión e implementación de las decisiones, sino también en el proceso mediante el cual estas decisiones son adoptadas; ampliar la libertad de creación de los intelectuales; ampliar al máximo las facilidades para viajar y migrar existentes, perfeccionando la legislación actual y adoptando otras medidas: «libre entrada al país de todo el que posea un pasaporte cubano, así como de todos aquellos ciudadanos de origen cubano sin causas pendientes con la justicia, independientemente de su profesión y de la fecha en que hayan salido del país. Esto conllevará eliminar los engorrosos permisos de entrada y salida a los ciudadanos cubanos y la libre autorización para emigrar a los hijos y demás familiares (en especial del sector de la salud) de ciudadanos considerados actualmente «desertores»; perfeccionar la política hacia la Comunidad Cubana en el exterior, diferenciando las distintas corrientes de opinión y buscando un diálogo no sólo con aquellos que en ella simpatizan con la Revolución, sino incluso con todos aquellos que no se plantean de forma activa su derrocamiento; decretar una amnistía que incluya a todos los presos del grupo de los 75 disidentes «y a los pocos, además de éstos, que cumplen condenas de esta naturaleza por delitos contra la seguridad del Estado, salvo en aquellos casos en que hayan cometido actos violentos, causado lesiones, muertes u otros daños de gran magnitud».

«¿La identidad cultural en crisis?» es la pregunta que abre un breve apartado. La victoria de la «cultura de resistencia» que ha caracterizado al nacionalismo independentista, señala FLS, «se verá influida por el desarrollo económico, la tolerancia política y la posibilidad de conservar los logros sociales, la justicia social e igualmente la independencia y la soberanía».

«Las relaciones internacionales en el tercer milenio» es el sexto apartado del capítulo. En 2010, el modelo que está conformando Cuba en sus relaciones internacionales puede caracterizarse, en opinión de FLS, por los siguientes rasgos: 1. Propuestas del gobierno de Cuba al gobierno de Estados Unidos «como agenda de temas esenciales que considera necesario abordar en un proceso de diálogo y negociación en caminado a mejorar las relaciones» (levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero; exclusión de Cuba de la lista de países terroristas; abrogación de la Ley de Ajuste Cubano y la «política de pies secos-pies mojados»; devolución del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo). Un tema clave de dicha agenda, recuerda FLS, «es la liberación de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos que padecen, desde hace once años, injusta prisión en los Estados Unidos». 2. Pese a que Cuba no es miembro de la OEA ni del ALCA, no está aislada en la región: «Cuba es miembro del ALBA, del Grupo de Río, de la Asociación de Estados del Caribe, del CARICOM y del SELA», y participa en foros como las Cumbres Iberoamericanas y mantiene excelentes relaciones con los países del MERCOSUR. El principal aliado estratégico de Cuba continuará siendo, remarca el autor con razón, Venezuela (y los países del ALBA). Otros importantes aliados estratégicos seguirán siendo China, Vietnam y Rusia.. 3. Las relaciones con España, al igual que con el Vaticano, mantendrán un alto perfil. 4.Cuba continúa desarrollando sus relaciones en Asia con países como China y Vietnam, que desarrollan, vuelve a sostener FLS sin dar ningún argumento complementario que avale su sin duda optimista afirmación, «experiencias sociales y políticas de carácter socialista». 5. En el Medio Oriente, Cuba seguirá apoyando la causa palestina y fortaleciendo sus relaciones con los países del área. 6. Cuba seguirá teniendo una importante presencia en África (aunque no en lo militar, y con un perfil mucho menos alto que en los 70’s y los 80’s) en el terreno de la cooperación civil, en especial en áreas como la salud y la educación. 7. Cuba seguirá disfrutando, por otra parte, de una importante ascendencia en Naciones Unidas, en el Movimiento de Países No Alineados, y en otros foros multilaterales, debido «a su independencia y soberanía, a sus muestras de solidaridad internacional, a su capacidad para lograr una sociedad económicamente viable y al perfeccionamiento de la democracia». Su protagonismo tercermundista y su afán por establecer un nuevo orden internacional basado en acuerdos de paz, concluye FLS, seguirá teniendo una gran relevancia inter- nacional.

¿Qué escenarios internacionales serían favorables para las nuevas relaciones internacionales de Cuba? Algunos ejemplos: 1. Al percatarse EE.UU. y el gobierno de Obama de que el socialismo cubano no se derrumba, USA sigue dando pasos de flexibilización del bloqueo hasta «llegar a normalizar las relaciones». 2. Las relaciones con América Latina y el Caribe mantienen un ritmo ascendente: Venezuela profundiza sus cambios sociales y se incrementa el número de países que se incorporan al ALBA. Por lo demás, las relaciones cubanas «con los países del Mercosur y de la Asociación de Estados del Caribe se fortalecen». 3. Los países capitalistas desarrollados se muestran abiertos a fórmulas de pago de la deuda mediante «la constitución de empresas mixtas en Cuba, venta de títulos de la deuda en el mercado secundario, y de otras fórmulas mutuamente beneficiosas». 4. Es previsible, señala FLS, que las relaciones con España se sigan fortaleciendo al igual que con el Vaticano, y que, conjetura de forma muy optimista, «ambos desempeñen un papel de importancia en la eliminación de la «Posición Común» de la UE hacia Cuba», y en la negociación de la liberación de los cinco héroes cubanos, injustamente condenados.

El gobierno cubano, por su parte, podría pudiera adoptar diversas alternativas que contribuyesen a desarrollar el modelo enunciado. Las siguientes, en opinión de FLS: 1. Continuar profundizando sus vínculos con importantes grupos económicos de los países desarrollados «en la medida en que esto implica contar con lobbies favorables a las buenas relaciones con Cuba en todos es tos países, lo cual protege a la Isla de los vaivenes coyunturales en el poder de los diversos partidos y clases políticas». No apunta cómo conseguirlo. 2. Profundizar a un ritmo más rápido las reformas económica y política: «esto debe hacerse por convicción propia y no porque EE.UU. lo exija, pero indudablemente contribuiría a mejorar las «relaciones» con ese país y facilitaría la labor de los lobbies que tienen el objetivo de que el gobierno norteamericano levante el bloqueo y normalice las relaciones con Cuba». 3. Cuba podría firmar un acuerdo de cooperación con la Unión Europea comprometiéndose, apunta FLS, «a dar nuevos pasos en el proceso de perfeccionamiento de la democracia» sin precisar esos nuevos pasos perfeccionistas..

FLS apunta a continuación «una hipótesis y dos escenarios acerca de posibles cambios que pudieran producirse en las relaciones entre Cuba y EE.UU». La hipótesis: «La lectura del curso de la historia por parte de los liderazgos y clases políticas de Cuba y EE.UU. pudiera propender a ofrecer oportunidades inéditas para una negociación». Primer escenario: «Si no se mantiene la paz social en Cuba, si la crisis económica conlleva fracturas dramáticas del consenso, en la administración Obama (y en la próxima administración norteamericana) pudiera prevalecer la línea actual de sólo negociar aspectos puntuales como migración, o incluso endurecerse aún más». Una expresión dramática de este escenario, apunta el autor, podría ser «una explosión social con éxodo masivo hacia la Florida como ocurrió cuando la crisis de los balseros». Segundo escenario: si se mantuviera en Cuba la paz social y un desempeño mínimo en lo económico con razonable consenso, «los sectores de EE.UU. que hoy consideran inaceptable negociar con Cuba a la manera que se hizo con China, pudieran estar dispuestos a retomar los pasos iniciales de la administración Carter e incluso a ir más allá: levantar el bloqueo y llegar a una plena normalización de relaciones». En su opinión, si durante la administración de Obama la clase política usamericana se percatase de que el segundo escenario es el que prevalece, «ésta -o al menos una parte importante de ella capaz de determinar desde el poder un curso negociador- podría estar inclinada a iniciar un proceso de negociación con Cuba» eliminando los prejuicios que impiden las negociaciones «tal y como se realizaron con China».

¿Qué factores, se pregunta FLS, pudieran llevar al ejecutivo norteamericano y al Congreso a forjar un consenso en esta dirección? El argumento de que la carga emocional del tema cubano -Fidel Castro como Secretario del PCC, Raúl Castro como Presidente de Cuba- no es superable por la racionalidad y la lógica de los propios intereses norteamericanos, aunque no resulta fácilmente descartable, no le parece insoslayable a FLS. Si así fuera, argumenta, «la política de Nixon y Kissinger hacia China no hubiera conducido a negociaciones y mucho menos al restablecimiento de relaciones como ocurrió». La lógica y racionalidad de los intereses norteamericanos son contrarios a este tipo de prejuicios. Algunos de los factores esenciales que podrían llevar al gobierno de EE.UU a iniciar negociaciones reales y efectivas con Cuba serían los siguientes: 1. Si Cuba no ha caído pese al derrumbe del socialismo europeo y si una invasión «no es aconsejable por las pérdidas que originaría para EE.UU», ¿acaso lo mejor, para Estados Unidos, «no sería negociar ampliando lo logrado a partir de los acuerdos migratorios y continuar la flexibilización del embargo»? 2. Las corporaciones estadounidenses no se seguirían privando de más de mil millones de dólares que dejan de ganar anualmente en la Isla. La existencia de una reserva de petróleo «offshore» en Cuba cercana a los 20 billones de barriles de petróleo, recuerda FLS, «es también un tema de sumo interés para la industria petrolera norteamericana». 3. Cuba no es ya una «amenaza» como «peón» de la URSS, ni está ahora presente en los teatros de operaciones de la «guerra fría» en Centroamérica y África. En resumen, señala FLS, la recuperación económica de Cuba es el factor clave que puede llevar a EE.UU. a reconsiderar su posición junto a otros factores como el temor a una crisis migratoria, la condena prácticamente unánime de la comunidad internacional al bloqueo, el persistente rechazo de América Latina, la Unión Europea y Canadá a esa política, e incluso «el rechazo cada vez mayor de diversos sectores de EE.UU. a esta política, que afecta también al pueblo norteamericano y a sectores mayoritarios de su comunidad de hombres de negocios, que no desean ser excluidos de un mercado seguro, cercano y con otras innumerables ventajas».

«¿Sobrevivirá el socialismo en Cuba?» es el título del apartado que cierra el último capítulo del libro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.