Recomiendo:
0

Corriente Roja, el futuro y las contradicciones de la izquierda

Fuentes: Rebelión

Corriente Roja (CR) ha acertado plenamente en su decisión de abandonar IU. Ha acertado porque CR pretende formar un potente Bloque Anticapitalista o de Izquierdas. Y creo que hoy en día la «unión de la izquierda» es imposible desde IU. En primer lugar, porque IU no es un interlocutor válido para los llamados movimientos sociales. […]

Corriente Roja (CR) ha acertado plenamente en su decisión de abandonar IU.

Ha acertado porque CR pretende formar un potente Bloque Anticapitalista o de Izquierdas. Y creo que hoy en día la «unión de la izquierda» es imposible desde IU. En primer lugar, porque IU no es un interlocutor válido para los llamados movimientos sociales. En segundo lugar, porque seguir en IU podría ser visto por éstos como una forma de controlarlos y captarlos (una especie de caballo de troya), en esto hay algo de paranoia pero también algo de verdad. IU actualmente se encuentra más distanciada que nunca de estos colectivos, por un lado, por pragmatismo, porque ha perdido fuerza y poder, por otro, por idealismo, porque ha dulcificado su discurso tanto en el fondo como en la forma de manera que muchas veces es percibido casi como un intruso en las reuniones unitarias.

Ha acertado porque es muy poco probable cambiar algo por mínimo que sea dentro de IU. Si ya era difícil hace años, con más escaños, con más poder, con más estructuras intermedias, con más discurso…, ahora es prácticamente imposible. Las formas son mucho menos democráticas, los «líderes» con mucho menos talento y la base social no existe en la práctica. Una organización sólo puede cambiar por acción de la clase media de la misma, es decir, esa gente que tiene una formación-experiencia-motivación parecida a la de las cúpulas pero que es de base. Esa clase intermedia ya no existe en IU.

Ha acertado porque es mejor quemarse en un proyecto ilusionante como la creación del bloque de izquierdas que en algo que está muerto o moribundo. Las energías son limitadas y hay que usarlas «económicamente». En este sentido, CR es una fuerza minoritaria (entre el 10 y el 15 %) en IU, y aunque tuviera claras posibilidades de crecimiento, no tiene poder alguno para cambiar las cosas desde dentro. Un moribundo lo que necesita la mayoría de las veces es morir en paz y que su muerte no tenga graves consecuencias para la familia (de la izquierda). Lo que IU precisa ahora es un buen matarife y un buen notario-testaferro que sepa gestionar su herencia y CR está muy lejos de serlo.

Pero CR también se ha equivocado plenamente.

Se ha equivocado porque en qué lugar deja a los compañeros de CR que permanezcan en IU, por lo que parece no se pretende que abandonen la organización. Seguramente lo harán las personas más visibles. Evidentemente puede tener que ver con la existencia de cargos públicos (para no convertirlos en tránsfugas) y con el hecho de no romper un colectivo como CR que está andando sus primeros pasos, ya que es lógico pensar que existe un número considerable de afiliados que no están de acuerdo con una decisión quizás precipitada para ellos y que bajo ningún supuesto van a aceptar abandonar IU a corto plazo.

Se ha equivocado porque no ha tenido paciencia suficiente para esperar a la asamblea extraordinaria de diciembre. Para esta asamblea se están moviendo distintos actores que pueden llegar a realizar una función sorprendente. Se predice la vuelta de Anguita, la influencia del naciente movimiento por la III República, el crecimiento de la oposición a Llamazares y su «proyecto verde» (CUT-BAI, EUiA, críticos del PCE, Plataforma de Izquierdas, Espacio Alternativo, Convocatoria por Andalucía). En este posible escenario, CR, aún siendo una fuerza minoritaria, podría tener más influencia de lo que pudiera ser previsible. En tiempos de crisis un grupo minoritario puede tomar el palacio de invierno o propiciar que otros lo hagan, aunque sea a más largo plazo. Es decir, en la asamblea de diciembre podrían perder una batalla a cambio de ganar la guerra más tarde, que tendría que pasar por la reestructuración-refundación-destrucción de IU de cara a una verdadera reorganización de la izqui erda en un bloque unitario apartado de las formas y discursos de los partidos tradicionales.

Se ha equivocado porque todavía no está preparada para lanzarse al ruedo de la izquierda social. Su mensaje tiene poco fondo y utilizan un discurso vacío, un lenguaje de cara a la galería «revolucionaria-anticapitalista». La intención es buena, pero les hubiera hecho falta más tiempo para preparar la salida de una forma más seria. Además, algunos de sus portavoces más visibles están demasiado vistos entre la izquierda social. Y aunque tienen «mejor prensa» que la mayoría de la peña de IU no son precisamente las personas que puedan conducir la unión de la izquierda.

Las contradicciones de este texto son las contradicciones de la izquierda en este momento y en este país.

CR estaba en una situación inescapable, si se quedaba en IU era malo, si se marchaba de IU era peor, o viceversa. De todos modos hubiera sido igual que con los objetivos en la mano, CR hubiera nacido dentro de lo que se llaman eufemísticamente movimientos sociales. El momento actual no parece muy propicio a experimentos teniendo en cuenta la desbandada general del movimiento antiglobal después de la campaña contra la UE-2002.

Pero quizás esté equivocado y nuestra gente capte el mensaje. Quizás porque sencilla y llanamente tienen razón. Lo que plantean es algo tan simple como la unión de la izquierda, el debate sobre el camino a seguir y la transformación social. Lo hagan desde un discurso trasnochado o no es algo banal. Porque lo realmente importante es la idea de unir a la gente que quiere un cambio social profundo. Y esto último es el gran problema a solucionar, porque somos demasiado humanos, también en la izquierda, y estamos demasiado mediatizados por el miedo, tenemos miedo al cambio, a buscar nuevas opciones cuando lo que existe no aporta nada. Y sentimos pánico ante el futuro.

La idea de CR creo que no va en la senda de competir con IU por un espacio electoral, es algo más complejo. Aunque bien es cierto que es necesario aprovechar, en el buen sentido, las estructuras de lo que queda de IU. Que este partido siga existiendo o no es lo de menos, lo importante es que su gente más válida y su base social, si todavía existe, espero que sí, se una a un proyecto de mayor calado.

Necesitamos un «nuevo» referente político-social, tanto como un nuevo sujeto de transformación, y ahora no lo tenemos. Ya no se puede pensar con cordura que IU es en algún sentido referente de la izquierda de este país. Pero tampoco parece que puedan serlo los sindicatos alternativos o los movimientos sociales. Quizás si juntamos lo mejor de todos ellos podamos trazar un camino hacia un futuro más esperanzador.

IU hoy en día es vista por la mayoría de la gente como un partido más, son parte de la casta político-profesional, con las mismas corruptelas y con los mismos privilegios. Y la gente, sobre todo esa «pasiva gente» que no vota a nadie o que sólo vota cuando no queda más remedio (como en las últimas elecciones generales), lleva mucho tiempo harta de los partidos políticos, y con mucha razón.

La diferencia entre la derecha y la izquierda es que unos intentan conservar lo que existe y otros intentar innovar, luchar por el cambio social. Dentro de las distintas opciones de izquierda existe algo parecido. Y quizás lo que diferencia a una izquierda de la otra, si se puede hablar en estos términos, es que unos tienen poca prisa y otros demasiada. Pero en la política como en la vida el «camino medio» es la mejor solución (Sidhata dixit).

En un reciente debate sobre alternativas al neoliberalismo que reunió en Mérida a representantes de la izquierda política (Julio Anguita y Manuel Cañada), de la izquierda sindical (Eladio Villanueva, Secretario General de la CGT, y Antonio Carretero), y de la izquierda social (Luis González, de Ecologistas en Acción, y Manolo Sáez, del colectivo Baladre), se hizo una crítica a las continuas y pueriles peleas internas dentro de la izquierda y se esbozó una iniciativa más o menos simbólica para la unión de la izquierda contra el neoliberalismo y que fue denominada por Manolo Sáez «el partido de la lucha». Suscribo y me adhiero a lo dicho por esta gente, pero con una precisión crítica, el partido de la lucha deberá ser el «anti-partido de la lucha». Esto es, una organización con una comunicación casi-orgánica con los sindicatos alternativos y los movimientos sociales, una organización en donde las jerarquías desaparezcan en un medio mucho más horizontal y la influencia social v enga determinada por la motivación-formación-trabajo, una organización que promueva o apoye una transformación de la sociedad en la calle, entendida ampliamente, es decir, también en las instituciones políticas.

Esto puede parecer problemático para mucha gente de la izquierda alternativa con cierto espíritu puritano. Pero a mi entender presentarse a las elecciones no es intrínsecamente una corrupción. Hay que utilizar todos los medios a nuestro alcance para poder transformar este páramo. Si presentarse a las elecciones políticas es una corrupción también lo es presentarse a las elecciones sindicales, pillar subvenciones o trabajar para una empresa capitalista, entre otras muchas e infinitas posibilidades. Si todo esto te corrompe no es por la capacidad de las instituciones para corromper (como si fueran entes maléficos dotados de vida propia) sino por la propia debilidad de las organizaciones o personas para corromperse fácilmente. Puede que tengan razón (metafísicamente hablando) los que predican la coherencia entre medios y fines. Y que todo esto pueda resultar bastante contradictorio. Pero creo que es de sabios respetar determinadas contradicciones, sobre todo cuando tienen relaci ón con la supervivencia de una idea. Si los proyectos que puedas realizar en la vida no están exentos de contradicciones lo único que podrás conseguir es un bonito y acogedor chiringuito sectario para los colegas que piensan exactamente igual que uno mismo.

Ahora bien, esto no significa que vale todo. El medio electoral puede ser interesante sólo si se hace a través de un intermediario diferente al partido convencional, de un movimiento que promueva la transformación-destrucción de las instituciones más visiblemente dañinas del capitalismo político actual, esto es, el sistema de partidos, el modelo parlamentario-representativo y las principales instituciones coactivas del estado (policía, ejército, poder judicial).

Salud y Reorganización de la izquierda.