En 30 años, el número de mujeres trabajadoras se incrementó 250 por ciento; sin embargo, sus ingresos siguen siendo me-nores a los que perciben los hombres, y en el campo la desigualdad es más grave: dos de tres mujeres que trabajan en el agro no perciben ingreso y el resto gana menos de dos salarios […]
En 30 años, el número de mujeres trabajadoras se incrementó 250 por ciento; sin embargo, sus ingresos siguen siendo me-nores a los que perciben los hombres, y en el campo la desigualdad es más grave: dos de tres mujeres que trabajan en el agro no perciben ingreso y el resto gana menos de dos salarios mínimos, señaló Consultores Internacionales (CI).
De acuerdo con un análisis de esta empresa, con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), entre 1970 y 2000 la población femenil ocupada creció a una tasa anual promedio de 5 por ciento, casi el doble del 2.8 por ciento observado en la población masculina.
Sólo entre 1990 y 2000, el número de mujeres ocupadas creció de 5 millones aproximadamente a poco más de 10 mi-llones, mientras que el de trabajadores se incrementó de 18 a 23 millones.
Entre los factores que han favorecido una mayor incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, CI destaca los cambios en la estructura productiva del país, especialmente el crecimiento del comercio, los servicios y la industria de la transformación, que son los sectores que más ocupan a las mujeres.
Otro factor fue el mayor acceso de las mujeres a la educación. En esos 30 años la escolaridad promedio de la población fe-menina aumentó de 3.1 a 7.1 años.
Divorciadas o separadas, gran parte de las trabajadoras
La mayoría de mujeres que trabaja fuera de sus casas tiene entre 20 y 49 años de edad. De ese grupo, 60 por ciento son ma-dres y muchas de ellas constituyen la úni-ca fuente de ingresos de la familia porque son separadas o divorciadas.
El informe refiere que, en la actualidad, las mujeres difícilmente abandonan su trabajo cuando contraen matrimonio o tienen hijos.
Por ello, el comercio y los servicios se han convertido en los sectores más propicios para el trabajo femenino. Sin embargo, CI reconoce que la mayor parte de es-tas actividades se da en el sector informal, sin acceso a prestaciones sociales.
De acuerdo con cifras del INEGI, en el año 2000, 39.2 por ciento de las mujeres desarrolló su trabajo en el sector de los servicios; 28.6 por ciento en el comercio; 17.9 en las industrias extractiva y de la transformación o en el sector eléctrico; 11.4 por ciento en actividades agropecuarias; 2.2 en la administración pública -fe-deral o local- y en la milicia; 0.5 por ciento en comunicaciones y transportes, y 0.1 por ciento en la construcción.
A mayor ascenso, mayor discriminación
La consultora destaca que mientras más ascienden las mujeres en la pirámide ocupacional del país, mayor es la discriminación salarial.
«La disminución de la brecha salarial (con relación al sector masculino de trabajadores) se ha presentado únicamente en la parte más baja de la pirámide, mientras que en las actividades mejor remuneradas de la actividad productiva persiste la discriminación». En términos generales, in-dica, las mujeres trabajan en condiciones menos favorables que los varones.
Los analistas prevén que la participación de las mujeres en la población económicamente activa seguirá aumentando en los próximos años, lo que hace indispensable una mayor inversión pública en guarderías, cerrar brechas salariales, diseñar programas no tradicionales de capacitación que tomen en cuenta las necesidades particulares de las mujeres y erradicar actitudes discriminatorias que les impiden obtener o conservar un empleo.