Con el empoderamiento de los tópicos más banales y perversos de la postmodernidad, la idea de sociedad civil, cuyos puntos más profundos vienen de Hegel y se redefinen en el tránsito de Marx a Gramsci, terminó por equipararse al conjunto de instituciones desarrolladas por el capitalismo para legitimar su imagen de sistema y, sobre todo, […]
Con el empoderamiento de los tópicos más banales y perversos de la postmodernidad, la idea de sociedad civil, cuyos puntos más profundos vienen de Hegel y se redefinen en el tránsito de Marx a Gramsci, terminó por equipararse al conjunto de instituciones desarrolladas por el capitalismo para legitimar su imagen de sistema y, sobre todo, para ocultar los procesos alienatorios por los cuales transita la ciudadanía en medio de una economía de mercado que define, orienta y controla sus destinos. La depauperación de las instituciones políticas del Estado moderno, propiciada por los propios estatutos del capitalismo en su fase suprema, contribuyó a separar radicalmente a la sociedad del sistema institucional de gobierno y, sobre todo, de los mecanismos que ponen en acción las prácticas políticas.
Son estos los antecedentes sobre los cuales se levanta la idea de sociedad civil que se construye para la subversión en Cuba. Y como el término ha sido reducido a tal punto por el propio pensamiento neoliberal y globalizador hegemónico, se hace difícil de concebir en el contexto cubano. Sobre todo a partir de lo que se predica como necesitado de ayuda financiera, ya que en el país existen instituciones, Asociaciones, ONGs y hasta grupos, que califican mejor para esas ayudas que quienes las reciben. Pero hay un planteamiento contractual que define con toda claridad sus condiciones.
Si revisamos los últimos fondos oficiales publicados por la institución estadounidense National Endowment for Democracy (NED), correspondientes al año fiscal 2010, hallamos la erogación de un presupuesto de 2 449 340 dólares. Estos fueron destinados a un total de quince organizaciones y se repartieron del siguiente modo:
International Republican Institute (IRI): $800,000
CubaNet News Inc.: $239,434
National Democratic Institute for International Affairs (NDI): $325,000
Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba (GIRSCC): $200,000
Cuban Democratic Directorate (Directorio): $175,000
Afro-Cuban Alliance, Inc.: $110,000
Clovek V Tisni, o.p.s. (People in Need) (PIN): $103,875
Asociación Encuentro de la Cultura Cubana: $91,000
Committee for Free Trade Unionism (CFTU): $90,000
Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina: $60,000;
Evangelical Christian Humanitarian Outreach for Cuba (ECHOcuba): $60,064
Center for a Free Cuba: $55,000
Disidente Universal de Puerto Rico: $50,000
Instituto Político para la Libertad Perú (IPL): $49,967;
People in Peril Association CVO (PIPA): $40,000.
El informe no es nuevo ni, tampoco, el hecho del financiamiento injerencista a través de la NED para la subversión en Cuba. Si comparamos este presupuesto con el del 2006, por ejemplo, apreciamos, en primer lugar, que ha disminuido el número de organizaciones destinadas a la ayuda económica oficial, (fueron diecisiete entonces) y que, no obstante, el monto total ha aumentado en 87 854 dólares. Se incluye al IRI, con la más alta partida presupuestaria, y sube el monto designado a instituciones como CubaNet ($67,000 en 2006), NDI ($175,000 en 2006) y Alianza Afrocubana ($62,000 en 2006). Se redujo considerablemente, al menos en cifras oficiales, el presupuesto designado a proyectos como la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana ($200,000 en 2006) y el Directorio Democrático Nacional ($663,690 en 2006).
Los sectores a los cuales pretenden dirigir su incidencia ideológica son los jóvenes, los negros y mulatos, las mujeres en desventaja social, la educación, la cultura, los sindicatos y, desde luego, la reproducción de noticias. Si su aplicación fuese neutral, sin condicionamientos sistémicos estructurales, no parecería un mal proyecto. Pero la ideología del accionar injerencista es en esencia estrecha, concisa y definida: buscar un estatuto mediático de caos que justifique el derrocamiento del sistema cubano con el apoyo intervencionista de fuerzas externas. Los cincuenta años de bloqueo, con persecuciones a las relaciones comerciales cubanas y confiscación ilegal y extraterritorial de bienes, dan fe de lo concreto y constante de esta práctica.
El foco mediático que sobre Cuba se orienta, se halla dentro del patrón construccionista que complace a quienes propugnan una imagen caótica, de descontento general y de inviabilidad futura. De ahí que cualquier acción que en beneficio concreto del desarrollo revolucionario se haga, sea duramente atacada desde diversos sectores, aunque es abrumadoramente mayoritario el que construye noticias, en correspondencia salarial con los montos de ayuda financiera. Así, se han sacado de la manga represalias inexistentes, protestas invisibles, esmirriadas manifestaciones como si fuesen acciones en grande, palizas desmentidas por la propia prensa occidental y hasta falsos tiroteos. Se trata de un accionar construccionista cuya esencia radica en el carácter contractual del sistema presupuestario aprobado anualmente por el Congreso estadounidense en relación con Cuba y con el lobby electoral que La Florida domina. Por tanto, a esa reproducción de noticias construccionistas cínicamente falsas, la califican, invariablemente, como independiente, y consideran que su ámbito de relaciones, y hasta de credibilidad, se halla en la sociedad civil cubana. La paradoja pudiera explicar, en alguna medida, la persistencia del fracaso.
Los objetivos de las organizaciones financiadas por la NED insisten en la expresión «civil society», reiterando la necesidad de intervenir en su ayuda, ya sea en redes, organizaciones, sindicatos, o en su capacidad de acción en el contexto nacional, o sea, en la promoción subversiva. Entre los propósitos declarados de la mejor dotada financieramente en ese año, el IRI, se encuentra alentar la participación cívica en Cuba mediante el fortalecimiento de la capacidad de la sociedad civil cubana para responder a las más altas prioridades de los ciudadanos. Lo cierto es, sin embargo, que esos millonarios presupuestos no responden a cuestiones concretas de la sociedad cubana, mucho menos de la sociedad civil, la cual se les reduce a pequeños grupos que ninguna estadística consideraría siquiera como minoría, sino que, por el contrario, la construcción predeterminada del panorama mediático se ajusta a esos objetivos que justifican ante las sesiones del Congreso de los EEUU la erogación financiera.
¿Y es ese el mejor ejemplo de cómo ejercer la Democracia?
Publicado en Cubasí