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Cristina Barrial y Pepe del Amo publican 'La apuesta perdida' (Bellaterra Edicions (2021), un libro que nace de la "rabia compartida".

“Cuando la calle deja de ser un espacio de socialización, las casas de apuestas ocupan ese lugar”

Fuentes: La Marea [Foto: Cristina Barrial y Pepe del Amo, coautores del libro (DANI DOMÍNGUEZ)]

Neones verdes, rojos, naranjas. Fachadas oscuras, opacas, que hacen al cliente invisible desde el exterior. Las casas de apuestas se han asentado en los barrios obreros de las ciudades. Las administraciones públicas las dejaron crecer y ahora, como hongos parasitarios, hacen negocio a costa de la renta de sus huéspedes: personas de clase trabajadora que, en muchos casos, han naturalizado la presencia de estos lugares a pocos metros del instituto al que acuden sus hijos.

La apuesta perdida (Bellaterra Edicions, 2021), un trabajo de la periodista Cristina Barrial y del economista Pepe del Amo, nace de la “inacción institucional». «De cómo día a día a la salida del metro hemos visto cómo abrían casas de apuestas en nuestros barrios, de los rostros cansados de nuestros vecinos, de toda nuestra rabia compartida”, explican.

Aprovechando que hablan de “inacción institucional”, ¿cómo valoran el Real Decreto 958/2020 de Comunicaciones Comerciales de las Actividades del Juego impulsado por el ministro de Consumo, Alberto Garzón?

Cristina Barrial: Consideramos que las instituciones no han estado a la altura de un problema que es de salud pública. Las medidas que se han tomado son insuficientes y han llegado tarde.

A nivel estatal, que las competencias son suyas, el Real Decreto de Comunicaciones Comerciales que aprobó el Ministerio de Consumo ha sido un paso hacia adelante y cualitativamente positivo. No podemos olvidar que si este Real Decreto se ha aprobado es porque había mucha gente organizada y mucha gente exigiendo un cambio en la normativa. Pero es verdad que ha habido un descontento, porque en campaña electoral se nos decía que se iba a prohibir la publicidad al igual que sucede con productos similares como el tabaco o el alcohol, y luego nos encontramos que la norma tenía muchas excepciones, como la posibilidad de emisión durante los partidos. Finalmente, gracias a la presión ciudadana, también se eliminó esa excepción.

A nivel de las comunidades autónomas, Madrid es un desastre en el tema de la regulación contra las casas de apuestas. En un momento en el que se están aprobando multitud de leyes autonómicas para restringir la llegada de más casas de apuestas, para aumentar la distancia entre unas y otras y limitar la cercanía a los centros educativos, resulta que en la Comunidad de Madrid se publica un borrador de decreto del juego en el que la distancia entre colegios y casas de apuestas pasa de ser de 500 metros a 100 metros y los locales que ya están abiertos no tienen que cambiar su ubicación. Es un retroceso y nuestra valoración de la legislación de la Comunidad de Madrid es muy negativa.

“Quedan prohibidos aquellos anuncios que incluyan mensajes que desvaloricen el esfuerzo en comparación con el juego”. Esta frase del Real Decreto no les ha gustado demasiado. ¿Por qué?

C.B.: Cuando lees el Real Decreto, hay cosas muy positivas, porque es cierto que había un problema con los anuncios, pero también con el contenido. Al final te vendían la imagen de un sujeto hombre, blanco y hecho a sí mismo que podía prosperar gracias a las apuestas. Una subjetividad muy neoliberal y por eso nos parece muy positivo que se les ponga coto a este tipo de mensajes aunque luego, en la práctica, es difícil establecer qué se puede decir y qué no.

Pero hay un apartado muy llamativo, que es esa frase, que es como una especie de criminalización del dinero fácil. Si las apuestas son un problema para la clase trabajadora, es justamente porque no es dinero fácil, sino que te abocan a la pérdida de dinero. Pero parece que el problema es que la gente pobre pudiese conseguir dinero fácil. Hay mucha gente que consigue dinero fácil en este país y no se les criminaliza, pero claro, son rentistas. Esta valorización del esfuerzo a quien va dirigida es a la gente pobre y nosotros, lo que defendemos, es que no hay que confundir términos: las apuestas son una trampa, pero el trabajo, hoy, es un chantaje. Las dos realidades coexisten y un Real Decreto no nos puede vender esta ética del trabajo y del esfuerzo casi protestante.

El riesgo no es solo parte de la cultura del marketing de los anuncios de apuestas, sino parte de la parafernalia fake del neoliberalismo: el riesgo como la fórmula del éxito. El empresario que merece estar donde está, no por el trabajo acometido, sino porque ha arriesgado su capital para multiplicarlo.

Pepe del Amo: Es muy curioso ver cómo toda la publicidad encaja con discursos neoliberales del tiempo histórico en el que vivimos. Si tú analizas lo que dice la patronal del juego en las grandes convenciones, verás que es un calco de discursos neoclásicos o neoliberales.

Las grandes empresas financieras no arriesgan o no tienen tanto riesgo como una persona que apuesta bitcoins o en juegos de azar. Pero juegan todo el rato con ese discurso aunque sea mentira. Y eso lo estiran hasta cualquier lugar. Es un molde neoliberal, unas condiciones subjetivas que han creado, que permiten adaptar el discurso hasta el infinito.

En este discurso del éxito hay también un mensaje de posibilidad de emanciparse de la condición propia. Es un deseo, el dejar de trabajar o evadirte de tu trabajo, que es algo netamente anticapitalista. Pero lo han capturado, le han dado su barniz, lo han redefinido y lo han vendido como deseo neoliberal. 

C.B.: Una cosa es que el discurso y la subjetividad que impera sea la del riesgo y otra cosa es que todo el mundo se esté arriesgando de la misma manera. Pero se nos inculca esta mentalidad en la que parece que todos, apostando en los juegos de azar o incluso en la empresa, podemos conseguir lo que queramos. Y no es verdad.

Hay un correlato entre las apuestas y el trabajo. El largo plazo no existe y todos nos vemos obligados a tomar decisiones que no sabemos cómo van a repercutir. También se suele hablar de que el dinero que no se mueve es un dinero que está muerto. Es un relato súper común que también se vincula con las apuestas y con el riesgo.

Si tuviesen que hacer una radiografía de este mercado del azar, ¿qué nombres destacarían?

 P.A.: Codere, por muchos motivos. Es una empresa muy representativa de la evolución económica que tiene la dinámica financiera de las empresas del juego. Nacen con el negocio de las máquinas tragaperras, como hacen Sportium y Luckia, y atesoran un volumen de beneficios ingente. 

Además, son sagas familiares las que gestionan el negocio y que intentan hacer operaciones a gran escala que no salen bien. En Codere, por ejemplo, se pensaron que podían hacer un enorme desembarco en América Latina y llenarlo todo de casas de apuestas. La cosa no sale bien, entran en concurso de acreedores, llegan los fondos buitres y se hacen con la propiedad. Y eso ha pasado con varias empresas de este tipo.

Además, en Codere, se ven los vínculos con el poder político. Rafael Catalá fue secretario del consejo de administración de Codere y ahora es asesor. Entre medias, ha sido ministro de Justicia con Rajoy. De Justicia, que sabemos lo importante que es a nivel legislativo.

C.B.: También es interesante nombrar a la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, del bufete de abogados Cuatrecasas, que son los que conceden las licencias de juego online. Pero también todas las personas que se han beneficiado históricamente a través de la publicidad, aunque ahora ya no pueden hacerlo: Carlos Sobera, nos acordamos de ti. Y de Coronado también. [Risas].

Este último dolió.

C.B.: Sí. Y El Chojin también.

P.A.: Ahora Iniesta con los bitcoins.

C.B.: Voy a tener que vender mi camiseta de Iniesta.

«La ciudad expulsa, segrega y envía a los márgenes todo aquello que no desea ver», decía Cristina en un artículo publicado en lamarea.com hace algunas semanas. ¿Las casas de apuestas, completamente opacas desde el exterior, son ese lugar en el que esconder lo que molesta?

C.B.: Sí. Para empezar, la disposición de las casas de apuestas en los barrios obreros también responde a una intencionalidad de expulsión y de segregación, algo que yo llamo ‘la externalización de la mierda’: una visión muy higienista de lo que se puede ver y lo que no. Al igual que pasa con el trabajo sexual de calle, que se expulsa a los polígonos, para que la moral pulcra no lo vea, pues con las casas de apuesta pasa lo mismo. Tristemente, alrededor de determinadas adicciones, se produce delincuencia, consumo de alcohol en la calle… y eso hay que alejarlo: se quiere que las casas de apuestas sigan obteniendo un beneficio económico y que se le extraigan las rentas a la clase obrera, pero que no se empañe la imagen turística de las ciudades.

Además, esto responde a una lógica de segregación en el espacio público de nuestros barrios. Hay una privatización de la calle, del espacio urbano, una forma de construir la ciudad donde la calle es un lugar de paso pero no un lugar en el que quedarse. Las casas de apuestas han venido a ocupar un vacío: cuando la calle deja de ser un espacio de socialización, las casas de apuesta ocupan ese lugar.

El colectivo más afectado por esto es la población migrante racializada. Hay una especie de correlato entre los controles por perfil étnico que hay en nuestros barrios y cómo las casas de apuestas se han convertido en un lugar seguro en el que no entra la policía. También espacios más baratos que un bar y donde ver partidos cuando no tienes tele por cable.

P.A.: Esto se vincula mucho, quizá por el barrio del que vengo, con la expulsión de la clase trabajadora de los barrios céntricos hacia los periféricos. Es una dinámica que se ha dado históricamente en las ciudades capitalistas. Por esto, estaría bien hablar de que los guetos no son estos barrios a los que llaman “estercoleros multiculturales”, sino que los guetos son, el centro para el turismo o las grandes urbanizaciones de gente burguesa. 

Se da la paradoja de que esta “externalización de la mierda” de la que habla Cristina va acompañada de una desatención de recursos: llevamos las casas de apuestas a los barrios obreros que, a su vez, son los que más faltos están de equipamientos urbanos, de espacios de ocio… Es una retroalimentación.

Es interesante ver la concepción del azar dependiendo de si se da en un barrio rico o en un barrio obrero: en estos últimos se colocan casas de apuestas y en los ricos se ponen bingos y casinos a los que acudir en una especie de ritual de clase.

C.B.: Total. Son los dos extremos. Pero incluso en las propias casas de apuestas se nota la diferencia cuando están colocadas en un lado o en otro. Es decir, también hay casas de apuestas en los barrios ricos y en las grandes vías de comunicación de las ciudades, pero son diferentes. Eso se nota en la forma de cuidar, por ejemplo, las fachadas. En Carabanchel tú puedes colocar carteles o hacer una pintada y eso se tira ahí durante semanas porque les da igual. En el centro de Madrid, eso no pasa. Ahí se nota lo poco que importa la gente que va a entrar y la imagen del negocio.

Sepultar de casas de apuestas los barrios obreros, generalmente los más deprimidos, y hacerlo de una manera deliberada, ¿es una forma de violencia?

P.A.: Sí. Violencia simbólica y directa. Radica en cómo es la relación social-capitalista. Si hay un país en el que la propiedad económica ha sido un vector económico y sociológico, es España. Hay personas que viven de no hacer nada, que viven de extraer unas rentas. Ahora han encontrado en las casas de apuestas una forma de extraer rentas a la clase trabajadora, y eso es una forma de violencia. 

Si aceptamos que vivir del trabajo ajeno es una forma de violencia, pues claro. Además, la relación de dominación está muy clara: condiciones de existencia precaria que te inducen a un consumo de azar. Por eso van a los barrios trabajadores, no porque los precios de los inmuebles sean más baratos, sino porque se dan las condiciones sociales para que arraiguen.

C.B.: Es violencia y es una violencia atravesada por la noción del “consumo responsable”. Cuando se utiliza este concepto, se marca una línea entre el juego responsable y entre la irresponsabilidad que comete el adicto. Esto hace que la responsabilidad caiga en el individuo pero que se olviden y se obvien todos los fenómenos sociales que lo envuelven.

La historia de la ludopatía es una historia de violencia porque es una historia de estigmatización. Y en el libro hablamos de algo que generalmente estaba oculto: la historia de las adicciones, que generalmente es una historia marcada por el silencio y la invisibilización. Y esto es una historia de violencia.

Si ya de por sí la ludopatía es una adicción que suele ocultarse, en el caso de las mujeres se produce de una manera más acentuada. ¿Qué las diferencia a ellas de los hombres?

C.B.: Aplicar la perspectiva de género a la hora de hablar de la ludopatía es muy importante porque nos habla no solo de las mujeres jugadoras, sino de la relación que tiene la ludopatía con la masculinidad. Además, cuando hablamos de mujeres jugadoras es importante remarcar que no son tan pocas, sino en torno a un 30%. Ellas apuestan por motivos diferentes: mientras los hombres buscan un beneficio económico y una búsqueda de sensaciones en abstracto, las mujeres tratan de evadirse de alguna problemática.

Es interesante saber también que las mujeres son las que más tardan en acudir a terapia y, cuando lo hacen, tienen un trastorno de juego más severo y mucha más deuda acumulada.

Finalmente, ¿cuál ha sido y cuál debe ser el papel del activismo en esta lucha?

P.A.: Lo más importante es decir que el movimiento contra las casas de apuestas ha convertido este fenómeno en un fenómeno social; es decir, podríamos haberlo naturalizado como otras tantas formas de las ciudades capitalistas. Es verdad que en estas últimas décadas, los movimientos sociales han funcionado de manera reactiva: se produce una problemática y nace un movimiento. Yo creo que es tiempo de construir autogestión y organizaciones que vayan a la ofensiva, en lugar de intentar parar los avances de capital.

Fuente: https://www.lamarea.com/2021/12/12/apuestas-cristina-barrial-pepe-amo/