El término «perroflauta» solía describir despectivamente la imagen de una persona joven de aspecto desaliñado que, como una especie de vagabundo, deambulaba generalmente acompañada de perros, y se ganaba la vida tocando algún instrumento. La común asociación de esta figura con la ideología de izquierdas proviene de su peculiar (e individual) forma de vivir, que […]
El término «perroflauta» solía describir despectivamente la imagen de una persona joven de aspecto desaliñado que, como una especie de vagabundo, deambulaba generalmente acompañada de perros, y se ganaba la vida tocando algún instrumento. La común asociación de esta figura con la ideología de izquierdas proviene de su peculiar (e individual) forma de vivir, que denotaba un rechazo pasivo del sistema capitalista al que todas nos vemos inscritas explícitamente desde el momento en que entramos en el mundo laboral. En resumen, alguien sin oficio ni beneficio y, por tanto, casi sin clase (aunque en muchos casos proviniera de una familia relativamente acomodada). El término, recogido en el diccionario de Fundeu (Fundación de español urgente) desde 2006, se extendió con el nacimiento de una banda de rock homónima en 2004, lo que delata que ya existía con anterioridad.
¿Qué pasó en 2010, cuando el término se transformó? Primero, que las quintas de gente sin oficio ni beneficio («ninis», también) eran cada vez más masivas debido a las elevadas tasas de desempleo. Segundo, que este estatus ya no era por elección, sino por obligación. Y tercero, que esta generación había salido a la calle y la aceptación social de sus demandas era tan grande que había que buscar alguna forma de criminalizar el movimiento. Y entonces la expresión «perroflauta», a manos del poder, adoptó un nuevo significado: serviría para despolitizar las protestas lideradas por estas jóvenes. Por un lado se usa para tildarlas de radicales o gente de extrema izquierda (o hasta otros adjetivos que las describían negativamente, como «piojosas» o «vagas»), por otro, para hacer pensar a la sociedad que sólo se trataba de cuatro gatos y que, por tanto, no merecían tanta atención.
Mireia Chavarria (@miretxebarria) es militante de En lluita / En lucha
Fuente: http://enlucha.org/diari/