La Tierra da vueltas sobre si misma y la Historia pasa y vuelve a repetirse ya en una nueva vuelta; la memoria no queda como patrimonio más que en unos pocos habitantes. La mayoría sufre un trastorno, el olvido, y sobre él crece la ansiedad, es lo más parecido a un clavo en la carne. […]
La Tierra da vueltas sobre si misma y la Historia pasa y vuelve a repetirse ya en una nueva vuelta; la memoria no queda como patrimonio más que en unos pocos habitantes. La mayoría sufre un trastorno, el olvido, y sobre él crece la ansiedad, es lo más parecido a un clavo en la carne. La ansiedad funciona como deseo de apropiación, aunque tan sólo unos pocos acaparan la plusbalia.
Y aquí entra Obama en La Habana con su discurso, preparado por especialistas en lenguaje y sicología social que, como él, creen que los pueblos trabajadores han nacido para que ellos los gobiernen. De ahí que se explayen en vidas imaginadas en las que llueven los panes, el trabajo no es una tortura sino algo sutil, y de la boca de Obama salen volando llamadas como alabanzas, las cantó en La Habana, hizo todo un manifiesto sobre la individualidad, al que coronaba con puntillas diciendo al Presidente Raul «no tenga miedo de escuchar voces diferentes». La Tierra da vueltas sobre si misma y la Historia pasa, y hay que prepararse para que no vuelva a repetirse, ni en una nueva vuelta. La memoria histórica es un arma.
Si no se compara, si no se contrasta, es dificil aprender, y el discurso del yankee trajo enganchada una comparación con aquellas palabras del enviado por la Asamblea Colonial de Haití al Parlamento de París, capital de la Revolución francesa, con la intención de hacer aceptable la esclavitud, así las expone C. L,R. James en «Los jacobinos negros», de Editorial Turner: «Es probable que nunca, en ninguna asamblea parlamentaria, un solo discurso haya encerrado semejante sarta de mentiras y difamaciones.
Según la descripción de la esclavitud formulada por Millet ésta era la forma más feliz de sociedad conocida tanto en tiempos antiguos como en tiempos modernos. «Vivimos en paz, señorias, en medio de nuestros esclavos… Que un hombre inteligente y educado compare el deplorable estado de estos hombres en África con la fácil y plácida existencia de que disfrutan en las colonias… Con todas las necesidades cubiertas, rodeados de favores desconocidos en la mayor parte de los países europeos, seguros en el disfrute de su propiedad, pues disponen de propiedad y es sagrada, cuidados en la enfermedad con un dispendio y una atención que inutilmente se buscaría en los hospitales de los que tanto se jacta Inglaterra, protegidos, respetados en las enfermedades de la vejez; en paz con sus hijos, y con su familia… liberados cuando prestan servicios relevantes: este es el cuadro, real y sin florituras, del gobierno de nuestros negros, y este gobierno interno se ha perfeccionado especialmente durante los últimos diez años con un cuidado del que no es posible encontrar ejemplo alguno en Europa. Los vínculos más sinceros ligaban al amo y al esclavo; dormíamos seguros en medio de éstos hombres que llegamos a considerar como hijos nuestros y muchos de nosotros no teníamos ni cerrojos ni candados en nuestras puertas.»
El presidente de EEUU, que es negro, ha ido a Cuba a decir que los esclavos en su país son felices, y él, que procura el bien para todo el mundo, declara que los cubanos pueden ser felices si viven para su individualidad, y que así, bajo los amos, es como alcanzaran las más altas cotas de felicidad. Él es el ejemplo. Así nos enseña la pantalla de Holliwood: adorable el negrito, inocentes nosotros. Obama procura y promueve el choque frontal contra la idea de la unidad del pueblo cubano, eso que no ha podido romper, y lo hace buscando el obstáculo económico social con palabras referidas al mundo personal, con lo que procura separar para aislar uno a uno, una a una, de tanta colectividad en resistencia, y apoya su propósito diciendo que hay que olvidar el pasado, mientras sostiene el bloqueo a el mismo pueblo de Cuba, mientras mantiene Guantánamo, mientras aprueba la financiación de emisoras fascistas en EEUU que atacan a Cuba, mientras financia a grupos encargados de subvertir el orden.
El delegado de las multinacionales y el mundo financiero, el representante del imperio más violento de la Historia, el que mantiene bajo su yugo económico y/o militar, o en tensión guerrera, (hace sólo 12 años había 33 países en guerra, y hoy se enfrentan 44), el representante de los mayores codiciosos, en esa vuelta que da la Tierra, y la Historia pasa, cuando se ha encontrado con sus mandatarios habrá repetido las palabras verdaderas, las palabras que se corresponden con sus intereses, las que sabemos que el colonialista Millet dejó como firma a los suyos para referirse a los esclavos en Haití: «Estos toscos individuos son incapaces de entender la libertad y disfrutarla sabiamente, y la imprudente ley (que les prohibía esclavizarlos) que osase destruir sus prejuicios sería para ellos y para nosotros un decreto de muerte.»
Tanto desprecio como deseo de apropiación, tanta ideario de injusticia como ánsia de acaparar los bienes comunes, tanta insolidaridad como robo de la plusbalía de todos, (Obama es como el «señor Burns», el dueño de la central nuclear y miserable de la serie «Los Simpson», que en una ocasión dice: «Daría todo lo que tengo por tener un poco más», y ese «un poco más» debe ser Cuba), tanto bloqueo, tanto mercenario, y ahora tanto discurso analgésico para encubrir el contínuo intento de destruir una nación libre.
A pesar de todo esto en el Congreso del Partido Comunista de Cuba se han presentado, como no podía ser menos, las dificultades sociales y los errores que en el caminar por la senda del socialismo deben encontrar solución: producción, comercialización, abastecimiento, sueldos, el problema económico que ocasiona el bloqueo, pero también la dificultad para aplicar los que se han llamado «lineamientos», medidas cuya aplicación en un 20% se han llevado a cabo, en un 70% están en marcha, y otro porcentaje restante no se han podido sacar del papel. Dificultades que deben ser resueltas cuanto antes, y que hoy llevan a salir del país a numerosos profesionales que buscan mejores condiciones económicas. Y como no todo es economía en el Congreso también se ha planteado la necesidad de fortalecer ideológicamente al conjunto de la sociedad, para lo que, se ha sostenido que debe reafirmarse la unidad, la solidaridad, la participación y la capacidad crítica. Estos objetivos serán bien conducidos si el Informe Central que sale del Congreso es recibido por la sociedad cubana para su discusión, puesto que es el eje sobre el que va a rotar ésta para alcanzar el horizonte de mejoras que se ha trazado. Mejoras económicas e ideológicas que vive como colectivo y sin embargo es diversa, «poniendo por delante que la clase obrera es la fuerza de la Revolución Socialista, y la dirigirá en la misma medida en que sea socialista», declaró Ricardo Alarcón, que fue Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Por si esto fuese poco se acordó celebrar un Referéndum Constitucional sobre el Socialismo, la Revolución y el Partido. Ahora queda desvestir la palabra, realizar el proyecto planteado, mostrar sus cualidades humanas, su calidad, hacer crecer lo que resguarda su soberanía, su independencia, su ética, su formación cultural, su innovación, su capacidad para resolver la contradicción principal del capitalismo, hacer más eficiente la sociedad donde el bien común prevalece, donde la Historia no se olvida por más que la Tierra de vueltas, porque el pueblo cubano no aspira a dejarse gobernar por el imperio.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.