Juan Nicolás Padrón (Pinar del Río, Cuba, 1950), es licenciado en filología y especialista en lengua y literatura hispánica, con postgrados en filosofía y lingüística. Posee una extensa trayectoria como investigador, profesor, poeta, ensayista, antologador y conferencista en Cuba, España, México, Argentina, Chile, Venezuela y Canadá. Ha sido editor del Centro de Investigaciones Literarias de […]
Juan Nicolás Padrón (Pinar del Río, Cuba, 1950), es licenciado en filología y especialista en lengua y literatura hispánica, con postgrados en filosofía y lingüística. Posee una extensa trayectoria como investigador, profesor, poeta, ensayista, antologador y conferencista en Cuba, España, México, Argentina, Chile, Venezuela y Canadá. Ha sido editor del Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, director de literatura del Instituto Cubano del Libro y Editorial Letras Cubanas. Entre sus libros se cuentan: El polvo finísimo del tiempo (1983), Desnudo en el camino (1988), Peregrinaciones (1991), Crónica de la noche (1995), La Palma en el huracán (Ediciones Rodriguistas, 2000) y Bestiario, animales reales fantásticos (LOM Ediciones, 2008).
¿Qué ha significado para Cuba la reanudación de relaciones con Estados Unidos?
«Desde el punto de vista histórico, la llegada de una nueva etapa táctica en la estrategia norteamericana de tener el control de Cuba: no pudieron doblegarnos con bloqueo económico, comercial y financiero; no pudieron derrotarnos militarmente; no pudieron con nosotros usando todas las fuerzas después que desapareció la URSS, y ahora refuerzan una guerra cultural para la que la isla se ha preparado largamente.
El anuncio del presidente Barack Obama de que se iniciaría un periodo de relaciones con Cuba fue una decisión que merece ser aplaudida, pues significa un reconocimiento al gobierno revolucionario cubano. Habría que ver, con los hechos y no con palabras, si será una oportunidad para dar pasos encaminados a permitir relaciones comerciales normales, en que se benefician hombres de negocio norteamericanos y el pueblo de Cuba. También podría ser una ocasión para dinamizar los intercambios académicos, científicos, culturales y deportivos, cuyos resultados ya se ha demostrado que resultan positivos para ambos pueblos. Significa, asimismo, la probabilidad, como ya se está viendo, de un aumento considerable de la llegada de visitantes -que aún no pueden ser ‘turistas’-, que lógicamente tienen un impacto económico positivo, aunque personalmente no sea esa la dirección que más aprecio. Además, ha significado una facilidad para el acercamiento familiar entre cubanos que viven en Estados Unidos con otros que residen en la isla; de hecho, ya comenzaron a volar de manera comercial y regular importantes líneas aéreas norteamericanas a diferentes lugares de Cuba».
BATALLA CULTURAL
Seguramente habrá intentos de penetración cultural. ¿Cómo los enfrentará Cuba?
«Eso no es un fenómeno nuevo. Desde hace tiempo la cultura norteamericana ha estado presente en Cuba y la cultura cubana en Estados Unidos. Todo depende de qué cultura me hables. La cultura cubana tiene tres fuentes importantes: la de los españoles, y también, la del resto de los europeos -especialmente franceses-; la de los africanos, sobre todo del norte del golfo de Guinea hasta la actual Angola; y la de Estados Unidos, a partir de su nacimiento.
A veces se ha querido olvidar esta última fuente que se instaló por la cercanía geográfica y las comunicaciones, y se fue estableciendo a partir del siglo XVIII y XIX con la tecnología, música, bailes, y después las películas, literatura, deporte y formas de hacer radio, cine o televisión. Cuba tuvo el primer ferrocarril de América Latina, en 1837, incluso antes que España, y la tecnología de los ingenios azucareros se intercambiaba con EE.UU. desde el siglo XIX; Cuba tuvo radio en 1922, cine sonoro en 1930 y televisión en 1950; acá vivía Ernest Hemingway y muchos escritores y artistas de cine muy famosos visitaban la isla con frecuencia; también muchos cubanos residían en Estados Unidos, trabajaban temporalmente, vacacionaban o iban de compras o por asuntos de negocios; los artistas de aquí y de allá hacían giras y los deportistas participaban en competencias. No por gusto nuestro deporte nacional es el béisbol -desde su propia fundación las Grandes Ligas han contado con innumerables peloteros criollos-, y también el boxeo. Esa ‘penetración’ cultural casi siempre fue asimilada provechosamente y no logró aculturarnos; un ejemplo típico es el caso del jazz, que ‘latinizamos’ e impusimos como modalidad en el propio Estados Unidos.
Los cubanos desde 1959 comenzamos un proceso de aceptación-rechazo de lo que venía del vecino del Norte por la política hostil de su gobierno, pero te confieso que nunca vi la gran literatura, el rock, su buen cine, sus vanguardias plásticas como ‘penetración cultural’, eran valores tan asimilables como muchos otros. Ahora bien, si te refieres a los antivalores de la cultura capitalista estadounidense, como el egoísmo, la injusticia, la exclusión, el racismo… tampoco es nuevo enfrentarlos: lo hicieron muchos cubanos antes de la Revolución y seguimos haciéndolo otros, casi por genética. Ahora con las relaciones, hay un interés de ellos en acercar la batalla cultural y simbólica a nuestro ‘teatro de operaciones’; yo creo que se procedió correctamente en aceptar el reto, pues estamos muy preparados, en condiciones de derrotarlos, como lo hicimos en las arenas de Playa Girón, ahora con lo que fue escudo y hoy se ha convertido en la espada de conocimientos y saberes adquiridos por el pueblo cubano en todos estos años revolucionarios».
¿Han influido, en el plano cultural, los cambios económicos de los últimos años?
«El prolongado desgaste económico que ha sufrido Cuba como consecuencia del bloqueo económico, comercial y financiero, y también por errores e ineficiencias propios, ha influido negativamente en todos los procesos sociales y culturales. Algunas personas, que no tienen suficiente resistencia, reservas morales, condiciones individuales o convicciones revolucionarias, han sido muy afectadas por esta situación, no han podido lidiar con las dificultades y ha sucedido de todo: desde el suicidio, las salidas ilegales arriesgando la vida gracias a la política norteamericana de estímulo a la emigración u otras salidas definitivas, hasta la renuncia de algunos a sus antiguas ideas políticas, cuyas esencias no estaban fuertemente vinculadas a un componente cultural. Por supuesto, la gran mayoría de los cubanos revolucionarios hemos tenido suficientes reservas para soportar cualquier avatar económico, aunque de eso casi ni se habla en la propaganda de Estados Unidos sobre Cuba.
Por otra parte, con las transformaciones en el modelo económico se han abierto nuevos espacios culturales con un fuerte componente privado, que se han ido insertando en la sociedad, a veces armónicamente, otras con lógicas contradicciones e indefiniciones en un país donde, hasta hace solo pocos años, todo era estatal. Ello no significa una oleada privatizadora, ni que el Estado haya cedido el control de la política cultural. Aporta un componente interesante y muchas veces dinamizador».
JUVENTUD CUBANA
¿Se esperan mayores cambios políticos?
«Cuba siempre ha tenido cambios políticos diversos, en dependencia del periodo y de la situación político-militar que ha vivido. En esta época de distensión, ya comenzaron esos cambios, y si este tipo de paz continúa, espero que sean mayores. Nuestra democracia socialista es imperfecta y necesita ser mejorada en muchos aspectos. Soy de los que creen que el socialismo cubano tiene dos talones de Aquiles: la ineficiencia productiva y las insuficiencias de la democracia socialista. Sin embargo, nunca se me ha ocurrido que alguno de estos dos problemas pueda resolverse desde afuera. Nunca lo creí, cuando muchos confiaban con fe ciega en las soluciones traídas desde las estepas congeladas de Siberia; ahora, mucho menos: ¿cómo confiar en quienes siempre han sido nuestros enemigos históricos? Más que ingenuo, sería tonto pensar que el gobierno de Estados Unidos desea actuar en Cuba de buena fe para ‘resolver’ los problemas de nuestro socialismo. Los cambios políticos que haya que hacer en mi país les conciernen únicamente a los cubanos que luchan por un programa social de justicia ‘con todos y para el bien de todos’, como quería José Martí, el más grande de nosotros. Ese es el ideal de república al que debe tender cualquier cambio político».
¿En qué está la juventud cubana, cuáles son sus aspiraciones principales?
«Es difícil hablar de manera categórica sobre ‘la juventud cubana’. Hay una parte de la juventud que está muy comprometida con el proceso histórico de la Revolución, aunque no sea muy visible en los medios. Sus aspiraciones fundamentales son preservar y mejorar el proceso que sus padres y abuelos les legaron. Hay otra que está demasiado influida por la guerra mediática y cultural dirigida a ellos, por lo que son actores conscientes o inconscientes; unos ven en la emigración la solución de sus carencias y la satisfacción de sus expectativas; otros han aprovechado las nuevas oportunidades y se han volcado hacia el sector privado; algunos pocos están siendo utilizados para ‘empoderarlos’ y servir a los intereses norteamericanos desde Cuba. Hay también una parte de la juventud confundida, sin una conciencia política sólida, entre otras cuestiones porque el desgaste económico que sufrió el país afectó el sistema de educación; para mí es el sector más vulnerable a las influencias, porque ni ellos mismos conocen sus aspiraciones principales».
PROBLEMAS EN LA EDUCACIÓN
¿De qué manera ese desgaste económico afectó el sistema de educación, qué medidas se tomaron?
«Fue una proeza incalculable mantener, bajo una crisis económica brutal como la sufrida en los años 90, un sistema de educación universal y gratuito desde la enseñanza primaria hasta la universitaria y de posgrado, incluida la especializada: artística, deportiva, para personas discapacitadas. Para ello hubo que tratar de paliar, en lo posible, las dificultades en cuanto a instalaciones, libros, material escolar, laboratorios, etc., a lo que se sumó la carencia de profesores, muchos de los cuales emigraron hacia sectores mejor remunerados, hacia la economía informal y más recientemente hacia el sector privado. Se tomaron medidas en ocasiones yo diría que desesperadas, para que ningún aula se quedara sin maestro. La decisión de que en la enseñanza secundaria un solo docente impartiera todas las asignaturas, intensificó el éxodo de educadores experimentados, y hubo que acudir a la preparación emergente de profesores, con un dramático descenso de la calidad de la enseñanza en ese nivel. En ese retroceso también influyó la errónea sustitución del protagonismo del maestro por teleclases. La prolongación más allá de sus posibilidades reales de la enseñanza preuniversitaria en centros internos ubicados en el campo, también contribuyó a que muchos profesores salieran del sistema de educación, y bajara el nivel en ese tipo de enseñanza. Pocos jóvenes pudieran vencer las pruebas de ingreso a la universidad y disminuyó la matrícula en el nivel superior.
Hubo una toma de conciencia del problema. Se ha tratado de estimular el ingreso a las carreras pedagógicas; se volvió a la especialización de los profesores por asignaturas, lo cual estimuló la incorporación, a tiempo completo o por contratos, de maestros experimentados; se autorizó también el contrato a estudiantes universitarios de los últimos años de sus carreras para ejercer como profesores en la enseñanza media; se prescindió de las teleclases, que fueron sustituidas por materiales audiovisuales complementarios de la clase presencial; se eliminaron los preuniversitarios internos en el campo; se trazó un plan de reparaciones y mantenimiento a las escuelas, aún insuficiente, y se ha mejorado considerablemente la base material de estudio, incluidos módulos de laboratorio para asignaturas como física y química en la secundaria y el preuniversitario. Puedo asegurar que hoy la situación es diferente, aunque persistan algunas malas herencias en los programas de estudio, pues considero que la perspectiva educacional tiene que parecerse a la sociedad que construimos. Hay una revolución en el conocimiento y los saberes en el mundo actual, y esto no es solo un problema cubano».
CASA DE LAS AMÉRICAS
Casa de las Américas es un centro de cultura importantísimo, no solo para los cubanos. ¿Cómo asume las nuevas inquietudes artísticas que van surgiendo?
«Haydée Santamaría, la heroína del Moncada y fundadora de la institución, siempre presente entre nosotros, cuando pensó en la ‘Casa’, la imaginó como un espacio cultural para el diálogo, familiar y hospitalario, y cuando la apellidó con el plural ‘de las Américas’, le aportó un significado muy amplio, pues en ese hogar serían bienvenidos todos los pueblos del continente americano, sin exclusión. El pueblo estadounidense siempre estuvo en la Casa representado hasta con su bandera, como lo está Canadá; incluso, una de las primeras celebraciones que tuvo la institución fue por el 4 de julio, día de la independencia de Estados Unidos. Nunca se ha excluido la presencia de los sectores culturales estadounidenses, sino todo lo contrario; incluso, recientemente se ha convertido en una referencia para estudios culturales de avanzada en muchas universidades norteñas, debido a sus excelentes biblioteca, hemeroteca y demás instalaciones para estudiar artes plásticas, teatro o música de América Latina y el Caribe. Es cierto que ahora, con el aumento considerable de visitantes estadounidenses a Cuba, la Casa ha intensificado el intercambio cultural, pero ojalá que ese sea el interés mayor de los que arriben a la isla. He visto llegar de Estados Unidos a la Casa de las Américas alumnos y profesores, visitantes de la tercera edad y turistas curiosos, con mucho miedo, prejuicios y desconfianza, y pasado un tiempo con ellos, cuando se despiden, tienen lágrimas en los ojos y confesiones increíbles. ¿No será que los estamos ‘penetrando’?»
¿Ha habido un cambio de actitud de Estados Unidos en las relaciones políticas, o continúan presionando?
«Nunca lo hubo, no lo hay, y creo que tampoco habrá esos cambios de actitud, si se refiere al gobierno estadounidense; la presión siempre existió, existe y existirá; de lo contrario, no sería Estados Unidos».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 861, 30 de septiembre 2016.
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