Es el cuento de nunca acabar. Autoridades estadounidenses ya no saben de cuál gajo colgarse en su enfermizo empeño contra Cuba. La mala nueva es ahora la aparición de la lsla entre los peores países del globo en cuanto al tráfico de personas, según informe elaborado por el Departamento de Estado en relación con el […]
Es el cuento de nunca acabar. Autoridades estadounidenses ya no saben de cuál gajo colgarse en su enfermizo empeño contra Cuba.
La mala nueva es ahora la aparición de la lsla entre los peores países del globo en cuanto al tráfico de personas, según informe elaborado por el Departamento de Estado en relación con el tema.
Mas, la respuesta cubana no se hizo esperar por medio de Josefina Vidal, directora de América del Norte de la cancillería cubana. De «falsas e irrespetuosas», calificó las alegaciones estadounidenses sobre la trata de personas y la inverosímil inclusión de Cuba en la peor de sus categorías.
Paradojas: hace apenas cinco días, en La Habana, Juan José Ortiz, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ofreció declaraciones en las cuales resaltó:
«En el planeta, millones de menores sufren la falta de escolarización y de vacunación contra enfermedades prevenibles, además de ser víctimas de explotación laboral y sexual en las redes internacionales de prostitución, ninguno es cubano».
En los últimos años la mayor de las Antillas alcanzó resultados positivos en importantes indicadores referentes a la protección de la infancia, lo cual la convierte en el país de América Latina con mejor calidad de vida para los niños. «Dime de qué alardeas y te diré de qué careces». El añejo refrán encaja como anillo al dedo para juzgar la manera de conducir la política en USA.
En este mundo en que habitamos, la nación pionera en todo tipo de tráfico, inmigración, consumo de estupefacientes, asesinatos, mafia, guerras, etcétera… es la evaluadora de países que, según declaraciones de su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, evaluaron para conformar el pergamino sobre el tema de marras correspondiente a 2010.
Para los cubanos tales alegaciones se traducen en calumnias, no existe otra manera de ilustrar la nueva categorización otorgada a Cuba por Estados Unidos que, por cierto, en este informe de 2010, fue incluido como país por primera vez. «Estas vergonzosas calumnias ofenden profundamente al pueblo cubano. En Cuba no existe la trata sexual de menores, sino un desempeño ejemplar en la protección de la niñez, la juventud y la mujer», expuso la funcionaria del Minrex. «Esto solo puede explicarse por la desesperada necesidad que tiene el Gobierno de EE.UU. de justificar, con cualquier pretexto, la persistencia de su cruel política de bloqueo, rechazada abrumadoramente por la comunidad internacional.» A simple vista la ceguera de ciertas autoridades de la administración Obama es harto evidente: jamás han visitado nuestro país, o leído siquiera los informes de UNICEF.
Retomo las palabras de Ortiz y cito: «en los ámbitos cuantitativo y cualitativo puede decirse que la Convención de los Derechos del Niño se aplica muy bien en Cuba, hoy un ejemplo para Latinoamérica».
En opinión del funcionario de ONU, «en eso influye el trabajo del Fondo en la nación caribeña, junto al gobierno», y enfatizó que la mayor de las Antillas «es el mejor de todos lo países de la región, de ahí que sea el paraíso de la infancia en América Latina».
Todo es perfeccionable. Nada es sencillamente blanco o negro. Existen los matices. El poeta lo ha dicho: «No vivo en una sociedad perfecta (…)» pero que se emplee la infancia en denigrantes negocios de tráfico de personas o prostitución infantil, es la manera más repugnante de agresión mediática y política del gobierno de los Estados Unidos contra la Isla.
Cuba no es país rico, pero ello no interfiere en el «empeño por garantizar la protección a la infancia», según UNICEF, «algo posible gracias a la voluntad política de las autoridades de la mayor de las Antillas».
No son los denominados recursos financieros determinantes para el bienestar de la infancia y la niñez. Hacen falta, recursos, pero sobre todo se requiere de buenos montos de amor y voluntad. Así se hace en esta Isla del Caribe en la cual, como dijera el Apóstol Martí: «Los niños son la esperanza del mundo».