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Cuba en la encrucijada de aliarse con Estados Unidos

Fuentes: Spuknik

Si el enemigo te ofrece pan con una mano, cuida su otra mano porque podría tener un puñal» – Viejo refrán georgiano Hace más de tres meses Barack Obama y Raúl Castro anunciaron un entendimiento que ponía fin al aislamiento de Cuba, un hecho que sorprendió al mundo y le dio una nueva esperanza. Pero, […]

Si el enemigo te ofrece pan con una mano, cuida su otra mano porque podría tener un puñal»

– Viejo refrán georgiano

Hace más de tres meses Barack Obama y Raúl Castro anunciaron un entendimiento que ponía fin al aislamiento de Cuba, un hecho que sorprendió al mundo y le dio una nueva esperanza.

Pero, al mismo tiempo puso en guardia a todas las fuerzas progresistas del planeta que no olvidan todavía la dramática desintegración de la Unión Soviética y su sistema socialista después de que Gorbachev y Yeltsin avisaran eufóricos sobre su «entendimiento» con Estados Unidos. ¿Le esperará la misma suerte a Cuba?

Para América Latina, la Revolución Cubana, que en estos 56 años de resistencia a la agresividad permanente norteamericana, sobrevivió a 10 presidentes estadounidenses (11 administraciones), ha sido determinante para lo que Rafael Correa llamó «el cambio de época». Su ejemplo abrió nuevas perspectivas para el proceso de integración en Latinoamérica igual como hace más de medio siglo las ideas socialistas de la URSS señalaron el camino para la Isla.

Los tiempos cambian y ahora, cuando el sistema globalizado «está colonizando día tras día las subjetividades de los ciudadanos de este mundo», según el filósofo italiano posmodernista Gianni Vattimo, los hechos rápidamente se sustituyen por sus interpretaciones por el «Poder Bélico Comunicacional».

Sin embargo, algunos hechos perduran en el tiempo y el espacio, entre ellos la decisión determinante de Washington de hacer retornar Cuba a su seno o mejor dicho a su «patio trasero». La misma jefa de la delegación estadounidense para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, Roberta Jacobson afirmó que «mi país (EEUU) ha cambiado de táctica o la forma de implementar su política pero no ha abandonado sus fines», es decir, la domesticación de Cuba.

Para hacerlo modificarán el Primer Plan de Acciones Encubiertas de la CIA contra la Isla (Operación Pluto) aprobado el 17 de marzo de 1960 por el presidente Dwight Eisenhower del cual las nuevas generaciones de cubanos posiblemente no tienen una idea clara. Valdría la pena repasarlo brevemente para hacer más reales las esperanzas sobre la apertura anunciada.

La Operación Pluto se inició con bombardeos selectivos de las plantaciones de azúcar y los ingenios azucareros en el cual participaron no solamente mercenarios sino pilotos norteamericanos. A la vez, el gobierno de Eisehower canceló la importación de la cuota anual de 700.000 toneladas de azúcar cubano, prohibió el envío de petróleo y la refinación de oro negro que llegaba de la URSS. En abril de 1961 hubo invasión por Playa Girón que el pueblo cubano pudo repeler en tres días. Después de aquella derrota el director de planes de la CIA, Richard Bessell, activó un programa que consistía en una combinación de guerra psicológica y subversión interna, infiltraciones, abastecimiento de armas y explosivos y los medios de comunicación.

Durante 1969 y 1970 la CIA utilizó la geoingeniería para producir lluvias torrenciales sobre las plantaciones de la caña de azúcar. En 1971 la peste porcina africana inducida por la CIA provocó una epidemia nacional de animales. Diez años más tarde una epidemia de dengue azotó la Isla. La guerra biológica contra Cuba en realidad siguió hasta el inicio del Siglo XXI y nadie puede hasta ahora determinar su magnitud.

El sabotaje de la economía cubana nunca se ha acabado sino con el tiempo se hizo más severo después de las «nuevas» sanciones económicas, financieras y culturales contra Cuba que cada presidente norteamericano trataba de imponer en estos 56 años. Solamente contra Fidel Castro hubo 640 atentados, felizmente todos fracasaron.

Este repaso de la historia de la lucha despiadada de Washington contra la Isla podría ser infinito pero lo más importante fue que el pueblo cubano supo resistir y seguir adelante su camino, aunque con muchas dificultades, al derrumbarse el socialismo en la Unión Soviética. Ahora Cuba y su Revolución están entrando en un nuevo ciclo de su vida al iniciarse el acercamiento a Estados Unidos después de que Barack Obama sorprendió al mundo declarando que «no es en intereses americanos o el pueblo cubano tratar de empujar Cuba al colapso. Inclusive si esto diera resultados -no ha funcionado durante 50 años- sabemos de nuestra dura experiencia que los países están más dispuestos a la transformación si su gente no está en estado de caos».

En el 2006, uno de los hombres más lúcidos de EE.UU., Howard Zinn publicó el artículo «Las Anteojeras del Pueblo Estadounidense» en la revista The Progressive donde afirmó que la mentira es una de las características principales de los presidentes norteamericanos. Todos mintieron empezando por «Polk quien mintió sobre las razones para ir a la guerra con México en 1846…McKinley mintió en 1898 para invadir Cuba…Woodrow Wilson mintió…para entrar en la Primera Guerra Mundial…Harry Truman mintió cuando dijo que la bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima porque esta ciudad era un «objetivo militar»… Todos mintieron sobre Vietnam: Kennedy, Johnson, Nixon…Reagan mintió sobre la invasión de Granada… Bush padre mintió sobre la invasión a Panamá y luego volvió a mentir sobre la razón para atacar a Iraq en 1991».

Posteriormente Bill Clinton mintió sobre la destrucción de la República Federal Yugoslava, Bush hijo mintió sobre la guerra contra Afganistán e Irak tomando luego la batuta de la mentira Barack Obama en relación a Libia, Yemen, Siria y ahora Venezuela. ¿Entonces, quién creerá en las intenciones altruistas de Obama de ayudar al pueblo cubano de lograr la prosperidad y bienestar? Dice el presidente norteamericano que una de sus metas es evitar que la gente entre en el caos y al mismo tiempo está promoviendo el caos sistemático en América Latina y en especial, en Venezuela. Y ni que hablar del Medio Oriente donde por la voluntad de Washington y sus aliados de la OTAN impuso no solamente un caos sistemático sino un caos crónico.

Por eso Fidel Castro fue muy claro cuando dice a su pueblo que no confíen «en la política de Estados Unidos ni de intercambio de una palabra con ellos» advirtiendo a los nuevos políticos cubanos que deben «cuidarse de sus intenciones, promesas y muchas trampas cuando uno empieza a tratar con los norteamericanos». Washington no empezó la apertura preocupado por «el bienestar del pueblo cubano» de que tanto habla el departamento de Estado y anteriormente Hillary Clinton, sino como afirmó la portavoz de este departamento, Jennifer Psaki tomando en cuenta «nuestra propia seguridad nacional y nuestros intereses económicos».

En términos geopolíticos la Casa Blanca está alarmada por la creciente penetración de Rusia y China en Latinoamérica y el Caribe, siendo Cuba un aliado estratégico de Rusia. La visita del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov a Cuba, Nicaragua y Guatemala hace más latente esta preocupación estadounidense. La apertura con Cuba y al mismo tiempo recrudecimiento de la guerra económica, el acoso político, el terrorismo mediático y la acción paramilitar de los comandos de Colombia contra Venezuela tiene su finalidad de resquebrajar la unidad entre estos países, especialmente en detrimento de Venezuela y su proyecto del Socialismo del Siglo XXI.

En términos económicos, el reingreso de Cuba en el Sistema Económico Mundial abre a las corporaciones estadounidenses un nuevo mercado y nuevas posibilidades de beneficios económicos utilizando la mano de obra cubana altamente calificada y barata al mismo tiempo y haciendo inversiones en el turismo, tabaco, café, productos del mar y aprovechando los grandes logros de los científicos de la Isla en microbiología y medicina. Coca Cola, PepsiCola, McDonald etc. ya se están frotando las manos codiciando nuevas y suculentas ganancias. También, los posibles 20 mil millones de barriles de petróleo en el lecho marino de Cuba sirven de gran atracción para las corporaciones energéticas estadounidenses.
Los globalizadores «iluminados» ven también la posibilidad de imponer la ideología del libre mercado, aprovechando el inicio del proceso de «entendimiento» con Cuba, promover la despolitización del país e imponer la consigna de Margaret Thatcher: «la sociedad no existe, sino un ser humano y sus intereses personales».

El periodista portugués Rodolfo Crespo en una reciente reflexión sobre el acercamiento entre Cuba y EE.UU. habla sobre el fenómeno de la «desaparición del adversario» al que algunos intelectuales cubanos «hasta se niegan en reconocerlo» al iniciarse la apertura.

Otros como el reputado escritor Leonardo Padura piensan que el acuerdo entre Cuba y EE.UU. va a ser ventajoso para la economía de la Isla porque «Los americanos llevan escrito en la frente el 15 por ciento, que es el porcentaje que suelen dejar como propina». Lo que no toma en cuenta el autor de «Herejes» que la propina en la época de la actual crisis norteamericana se ha reducido, que durante sus viajes a Latinoamérica los estadounidenses nunca dejan el 15 por ciento sino unas cuantas monedas, y que la propina nunca hizo bien a ninguna economía latinoamericana.

El mismo fenómeno de la «desaparición del adversario» se apoderó de la URSS durante la perestroika y duró unos 20 años en Rusia después de la desintegración del campo socialista hasta el inicio de Maidan en Ucrania en 2014, cuando Washington mostró su cara verdadera imponiendo las sanciones a Moscú. Los cubanos tienen que tomar en cuenta, como lo mostró la experiencia de los soviéticos y posteriormente de los rusos, que la apertura significaría la agudización de la corrupción, especialmente en la burocracia estatal que se convierte paulatinamente en uno de los actores imprescindibles de las corporaciones transnacionales.

Para corroborarlo deberían leer el libro de John Perkins, «Confesiones de un Sicario Económico» (2004) donde muestra cómo la «corporatocracia» (la alianza entre la Banca, el gobierno y las corporaciones) soborna a los burócratas del Estado, utiliza corrupción, extorsiones, usa el sexo y tampoco ignora los asesinatos para obtener los contratos beneficiosos para las transnacionales.

También los cubanos, a base de la experiencia soviética, deben cuidar sus servicios de inteligencia y sus fuerzas especiales, muchos de cuyos líderes eran unos de los primeros en la URSS en abrazar las ideas de perestroika, globalización e instalación del capitalismo contagiados por el «pragmatismo» de Bush padre, alabanzas de Margaret Thatcher y la sonrisa cautivante de Bill Clinton. Sus enemigos de la CIA y el FBI se convirtieron de repente en sus socios comerciales y los nuevos oligarcas enriquecidos ilícitamente, mientras el pueblo se sumergía en la miseria y desesperación.

Todo esto tiene que tener en cuenta el pueblo cubano y jamás olvidar su propia historia y su vida durante la dictadura de Batista. Las palabras de José Martí deben seguir siendo su guía: «Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de siete leguas. Cuba debe ser libre de España y de Estados Unidos».

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