Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Se habla de ello desde hace mucho y se anunció hace poco, pero ya ha llegado. Cuba pone fin a sus si stema de doble moneda. De hecho, esta reforma formaba parte del paquete de reformas económicas desplegadas desde finales de 2010. Lo explica Marc Vandepitte, observador de Cuba.
Desde la década de 1990 Cuba es de hecho el único país del mundo que utiliza dos monedas (internas). La introducción de esta segunda divisa tiene su origen en un contexto económico de lo más dramático, consecuencia directa de la caída de la Unión Soviética y del reforzamiento del embargo establecido por Estados Unidos. En aquel momento la introducción de esta segunda divisa fue necesaria para garantizar el poder adquisitivo y evitar un baño de sangre social. Además, también era útil para, por una parte, poder proteger la tasa de cambio de su propia moneda al tiempo que, por otra, se controlaban mejor las divisas extranjeras que circulaban por el país, esencialmente con el turismo y el envío de fondos por parte de cubanos desde el extranjero.
La primera moneda, el peso, se utiliza para el pago de la mayoría de los sueldos y es la moned a de los bienes producidos localmente. La otra moneda, llamada peso convertible o CUC, es el medio de pago de los turistas y se utiliza para las transacciones internacionales, pero también en los supermercados que poseen artículos importados o incluso en los mejores restaurantes.
Cuba siempre ha sido una sociedad muy igualitaria y la introducción de esta segunda moneda había abierto una brecha social. En este sentido la existencia de este doble sistema provocaba mucho resentimiento. Una segunda moneda también es poco ventajosa desde un punto de vista económico. Complica la contabilidad, hace más difícil el cálculo correcto de la rentabilidad real de las empresas y afecta al comercio internacional.
Durante el sexto congreso del Partido Comunista Cubano en 2011 se votó toda una serie de directrices para actualizar y afinar el modelo económico. Una de estas directrices era precisamente la supresión de este sistema de doble moneda. Asociado a ello había varias condiciones. En primer lugar, la productividad de los trabajadores tenía que haber aumentado lo suficiente y se tenían que haber establecido unos mecanismos eficaces (léase, impuestos) con el fin de repartir la riqueza. La supresión es, por consiguiente, un proceso bien preparado y por etapas, y no algo caído del cielo.
Mientras tanto parece que se han cumplido las condiciones. En una primera fase va a tener lugar la supresión en las empresas. En función de la evaluación que se haga de esta primera fase a continuación se procederá a la ampliación de la medid a a toda la economía. No se ha establecido todavía ninguna línea temporal, pero esto debería durar unos seis meses. Parece que lo que se va a eliminar será el CUC y que, por lo tanto, solo se trabajará con el peso.
Durante los últimos meses ya se han hecho varias experiencias es este sentido. Así, ya se han percibido en pesos algunos impuestos sobre el salario pagado en CUC. En las tiendas Caracol, en las que antes era obligatorio pagar en CUC, desde el año pasado ya se puede pagar en pesos con la tarjeta de crédito. Además, en algunas empresas ya hace varios años que se ha abandonado la tasa de cambio oficial y se ha adoptado una tasa de cambio intermediaria, con lo que supuestamente se acercan a la de una moneda única.
La supresión progresiva de la doble m oneda probablemente irá acompañada de una devaluación del CUC (sobrevaluado) y, sin duda, de una revaluación del peso.
Hoy en día: 25 pesos = 1 CUC = 1 dólar Imaginemos, por ejemplo, una revaluación del 20% del peso y una devaluación del CUC de la misma amplitud. Tendríamos entonces la siguiente situación : 17 pesos = 1 CUC = 0,8 dólar (17 peso = 1 dólar) Haciendo el mismo ejercicio una segunda vez, tendríamos : 11 pesos = 1 CUC = 0,7 dólar (15 pesos = 1 dólar) Y así sucesivamente.
Al final la diferencia entre ambas monedas se vuelve lo suficientemente pequeña como para poder suprimir una de ellas.
En 2005 ya había tenido lugar una revaluación del peso, pero no fue definitiva. Para que una revaluación semejante lo sea es necesario que la base económica del país se vuelva más sólida y que aumente la demanda externa de bienes y servicios cubanos. El turismo, la explotación del níquel así como las decenas de miles de médicos que ofrecen sus servicios por todo el planeta son otras tantas bazas de éxito en este marco. Al lado de esto, las buenas relaciones económicas con Venezuela, Brasil, China y otros países en desarrollo también han contribuido al fortalecimiento de la economía de la isla en estos últimos años.
La supresión de la segunda moneda también tendrá i mportantes repercusiones sobre la sociedad cubana. Reduce la diferencia que hay entre los cubanos que tiene acceso al dólar (o a otras monedas extranjeras) y aquellos que no lo tienen. Se trata aquí de un reparto crucial de riqueza a beneficio de las capas menos acomodadas de la población. Reducirá el problema de la «caza de dólares», a menudo vinculado a la corrupción. También desempeñará además un papel en el fortalecimiento de sectores como la enseñanza o la atención sanitaria, actualmente descuidados a beneficio del sector turístico o de salidas al extranjero.
En todo caso, una cosa es segura: se trata de una operación delicada y arriesgada tanto en el plano social como en el económico. Pero la revolución cubana no es una principiante y ha demostrado su capacidad de adaptación más de una vez en el pasado. En efecto, el país padeció (y resistió) al mayor bloqueo económico de la historia mundial. En dos ocasiones en treinta años (una primera vez en 1959 y una segunda en 1989) Cuba tuvo que encontrar nuevos socios comerciales. Así, a principios de la década de 1990 los cubanos perdieron al 80% de sus socios económicos al tiempo que veían cómo caía su PIB al 35%. Y todo ello en unos meses.
Para que nos hagamos una idea, se trataba de una crisis aún más fuerte que la que conocen actualmente los países del sur de Europa, con la dificultad añadida de que tenían que poder salir de la crisis sin ninguna ayuda exterior… y mientras que el bloqueo económico estadounidense seguía asfixiándoles. Por consiguiente, Cuba ya ha demostrado en el pasado que no eran los últimos de clase en materia de gestión económica. Sin lugar a dudas esta reforma económica se inscribe directamente en esta línea.
Marc Vandepitte es autor, entre otros, de un estudio sobre las reformas económicas en Cuba en la década de 1990, De gok van Fidel [La apuesta de Fidel], Epo 1998.
Traducción del neerlandés al francés, Bruno Stas
Fuentes:
Nota Oficial Reforma monetaria a la vista: ¿Adiós al peso cubano? Reformas bancarias y el sistema monetario en Cuba Naar het einde van de Speciale Periode op Cuba? De economische hervormingen en de verdeling van de rijkdom
Fuente: http://cubanismo.net/cms/fr/