Más de una vez se le planteó al pueblo de México la necesidad de «sacrificarse para salir de la crisis». ¿A cambio de qué? ¿Del país que tenemos ahora? ¿Con una democracia inservible, un sistema judicial colapsado, un bienestar social basado en la filantropía y para la evasión fiscal? El esfuerzo de ajustar el bienestar […]
Más de una vez se le planteó al pueblo de México la necesidad de «sacrificarse para salir de la crisis». ¿A cambio de qué? ¿Del país que tenemos ahora? ¿Con una democracia inservible, un sistema judicial colapsado, un bienestar social basado en la filantropía y para la evasión fiscal?
El esfuerzo de ajustar el bienestar individual, por el bien del futuro nacional, fue parte del discurso de los gobiernos desde la devaluación de 1976 y bajo ese discurso se impusieron los acuerdos secretos del Fondo Monetario Internacional (FMI), que en ese entonces recetaba la austeridad del gasto (social principalmente) y una reducción del Estado.
Todo eso no fue más que una política para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, polarizando a la sociedad, haciéndola más injusta, pues con el sacrificio se pagaron una y otra vez las ineficiencias oligárquicas, el esquema de privatizaciones, se generó estancamiento de la productividad y, por lo tanto, un desempleo crónico, según el eslogan del «empléate a ti mismo». Con la idea del sacrificio impuesto para recuperar el sistema financiero, entramos en la modernidad, en el mundo global, y eso no nos salvó de la injusticia económica, sino que nos hizo más pobres.
En Cuba también hubo sacrificio general. La diferencia es que el sacrificio social, con escasez y limitaciones generales, fue parte del pacto social para defender los principios de la soberanía cubana y construir una nación que garantizó educación, salud, cultura, sustentabilidad ecológica, seguridad y cohesión social.
A lo largo de más de 40 años de revolución, hubo de todo en el terreno de las dificultades: desde la presión por el bloqueo decretado por Estados Unidos para ahogar su economía hasta la existencia de un exilio apoyado por los intereses imperiales que durante décadas no variaron un milímetro su posición hostil contra Cuba, su revolución y sus dirigentes.
La cohesión se mantuvo a pesar de la caída de la Unión Soviética y los países de Europa del este, cuando la propaganda decía que la isla era un simple satélite de la URSS. El sacrificio se endureció y prolongó.
Cuba y su soberanía se mantuvieron y en su manera de resistir no se encerró ni ofreció un mundo fantástico, aislado, sino que fue llevando al mundo no sólo los valores de su revolución, sino la defensa del humanismo frente a los valores del imperialismo y del capitalismo. Cuba y su soberanía sobresalen luego de más de 30 años de neoliberalismo en el mundo con determinación, inteligencia y una extraordinaria diplomacia, así como el aseguramiento de principios y valores.
Cuba y su sacrificio sobrevivieron a la era Bush y al militarismo de los halcones, que generaron una y otra vez provocaciones intentando la invasión, así como reventar por dentro el proceso cubano. Esto hizo que Cuba se convirtiera en primera instancia en el referente de identidad del proceso de cambio en América Latina.
Muchos intelectuales sucumbieron a la idea de que Cuba tenía que aceptar lo valores de la «democracia» dictada por el orden económico neoliberal. Que aceptara, como lo hizo el Frente Sandinista, acosado por la contra llena de narcotraficantes y delincuentes internacionales, una democracia chamorrista (por Violeta Chamorro), que más tarde llevó al proceso de descomposición de esa revolución.
Con todo el sacrificio, la escasez, las migraciones, legales e ilegales (menos que en México), Cuba sobrevivió íntegramente en sus principios.
El triunfo de Barack Obama hoy es un momento crucial para Cuba, pues la posibilidad de que se levante el bloqueo es real, ante el hecho de que ya existe una mayoría de la comunidad cubana en Estados Unidos que desea ir y venir libremente a la isla, así como mandar remesas a sus familiares. Lo impide la Ley Helms-Burton, que hizo del bloqueo contra Cuba una legislación para blindar la ofensa y hacer de la agresión una política de Estado.
No obstante, la coyuntura sopla en favor de la nación cubana y se percibe el principio del fin del boqueo, sin ceder en los principios de la revolución y la soberanía para darse la forma política que decida. En esto va la revisión de la situación de Guantánamo, que para el mismo Obama y sus electores es hoy la afrenta a su estado de derecho y símbolo de la violación de los derechos humanos en el mundo. Es abrir la posibilidad para la revisión de los casos de los 5 héroes cubanos presos en Estados Unidos por defender a su país de los planes terroristas contra Cuba.
No obstante, la posibilidad de distensión va acompañada de nuevos peligros de provocaciones contra Cuba.
El triunfo contra el bloqueo sería un ejemplo para América Latina: el significado profundo de un sacrificio con objetivos claros e históricos que abrirían un nuevo ciclo en el continente, como lo hizo en 1959 la revolución y ahora engrandece a la nación cubana.
http://www.jornada.unam.mx/2008/12/09/index.php?section=opinion&article=020a2pol