Los amigos de Cuba y de su revolución (valga la redundancia, puesto que Cuba y su revolución son una misma cosa) solemos decir, y más en estos tiempos de acoso mediático e institucional (valga la redundancia otra vez, puesto que los medios de comunicación y las instituciones también son una misma cosa), que a Cuba […]
Los amigos de Cuba y de su revolución (valga la redundancia, puesto que Cuba y su revolución son una misma cosa) solemos decir, y más en estos tiempos de acoso mediático e institucional (valga la redundancia otra vez, puesto que los medios de comunicación y las instituciones también son una misma cosa), que a Cuba se la ataca porque constituye un referente moral sumamente incómodo para el imperialismo estadounidense y sus secuaces. Lo cual es cierto, pero insuficiente.
Porque si Cuba fuera sólo un referente moral, no merecería tanta atención ni tan desmedidas campañas de desprestigio por parte de los grandes medios y de sus intelectuales a sueldo. Lo que hace a Cuba tan extremadamente peligrosa para el capitalismo es que, además y ante todo, es un incuestionable referente material. Lo que neoliberales y socialdemócratas no le perdonan a Cuba es que haya demostrado, y no con bellas palabras, sino con la obstinada fuerza de los hechos, que el socialismo es posible, y que es posible incluso en las condiciones más adversas.
A pesar de sufrir durante medio siglo un bloqueo criminal y un hostigamiento permanente por parte de la mayor y más despiadada potencia bélica de todos los tiempos, Cuba no sólo ha acabado con el analfabetismo, el hambre y la miseria, sino que se ha puesto al nivel de los países más desarrollados en educación y en sanidad, así como en las ciencias y en las artes, lo que significa que el socialismo menos favorecido por las circunstancias funciona mucho mejor que el «estado de bienestar» capitalista con todos sus recursos, que ni siquiera en los países más ricos ha conseguido librar del desempleo y la pobreza a amplios sectores de la población. Más aún que su altura moral son los espectaculares logros materiales de la revolución cubana los que la convierten en un referente insoslayable.
Recientes estudios avalados por prestigiosos organismos internacionales (poco sospechosos de filocastrismo) revelan que para que todo el mundo pudiera vivir como se vive en Estados Unidos, con el mismo consumo de energía y de recursos naturales per cápita, harían falta unos tres planetas como el nuestro, y más de dos para que todos vivieran como vivimos en la Unión Europea. Para que toda la humanidad viviera como en Etiopía o en Zambia sobraría con media Tierra; pero, obviamente, esas condiciones de vida no son aceptables. Cuba es el único país del mundo que compatibiliza un nivel de vida digno con un consumo moderado y un impacto medioambiental tolerable: todos los seres humanos podrían alimentarse adecuadamente y disfrutar de la excelente educación y de la avanzada sanidad de la isla, y aún sobraría más de un quinto del planeta. Pero para ello habría que superar la barbarie neoliberal e instaurar en el mundo la solidaridad socialista.
En estos momentos de crisis global del capitalismo -o de crisis del capitalismo global-, las seudodemocracias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, no pueden soportar mirarse en el espejo de la revolución cubana porque, como los vampiros, al hacerlo se enfrentan a su naturaleza espectral y sanguinaria. Pero al intentar romper el espejo, como la madrastra de Blancanieves, lo único que han conseguido es multiplicarlo, y ahora no sólo Cuba, sino también Venezuela, Bolivia, Ecuador y, en mayor o menor medida, los demás países de Latinoamérica le devuelven a un capitalismo desahuciado su siniestra imagen de muerto viviente.
Por eso los amigos de Cuba nos quedamos cortos cuando decimos que es un referente moral. Por eso los propios cubanos se quedan cortos al decir «venceremos». Ya han vencido -vencen todos los días- al demostrar que el socialismo es tan posible como inviable el capitalismo; ya han vencido, y de forma definitiva (es decir, inaugural), al esparcir la semilla revolucionaria de su ejemplo y su solidaridad por toda América, por el mundo entero. No puede sorprendernos la incontrolada rabia, la desmedida agresividad de sus enemigos, que son los nuestros.
Carlo Frabetti es escritor y matemático
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100413/193585/es/Cuba-referente-material