A pesar de los esfuerzos frustrados de Estados Unidos por querer mantener a Cuba aislada del mundo, y en particular de América Latina y el Caribe, el mayor archipiélago antillano ha sembrado y regado persistentemente la unidad de la Patria Grande. A partir del mismo triunfo de su Revolución, en 1959, Cuba fue blanco de […]
A pesar de los esfuerzos frustrados de Estados Unidos por querer mantener a Cuba aislada del mundo, y en particular de América Latina y el Caribe, el mayor archipiélago antillano ha sembrado y regado persistentemente la unidad de la Patria Grande.
A partir del mismo triunfo de su Revolución, en 1959, Cuba fue blanco de continuas acciones y maniobras sucias de Washington para justificar el bloqueo que desde hace más de cinco décadas le impone de manera injustificada e ilegal, además de expulsarla de la Organización de Estados Americanos (OEA), capitaneada por las administraciones norteamericanas.
Lógico que el objetivo de los regímenes de la Casa Blanca ha sido siempre impedir que el ejemplo de soberanía e independencia de la denominada Isla Bonita se expandiera por el Rio Bravo y hasta la Patagonia, y se consiguiera el espíritu de bloque que actualmente se respira en nuestra América.
La II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que ya comenzó a sesionar en La Habana a nivel de expertos, es una evidencia más de que Cuba, por supuesto que ayudada por otros gobiernos y pueblos, ha luchado contra vientos, huracanes y mareas porque germine la integración necesaria de la Patria Grande.
Cierto que el sembrado y regado de esa unión ha sido laborioso, constante, y superando uno y otro obstáculo colocados todos por Washington para malograrla, y claro está, hacer fracasar el ejemplo que los cubanos han mostrado al mundo a lo largo de sus ya 55 años de Revolución.
Teniendo como pauta un afamado refrán popular que reza, «el que persevera triunfa», la mayor de las Antillas no ha dejado un solo instante de batallar frente a las agresiones y difamaciones de su vecino impotente del norte brutal y revuelto.
Por esa razón ha preservado su proyecto revolucionario y nacionalista, al tiempo de abogado por la cooperación y la solidaridad en beneficio de todas las naciones de nuestra región, respetando incluso diferencias ideológicas.
El cónclave de la CELAC en La Habana, al que asistirán delegaciones al más alto nivel de casi todos los países de nuestra América, demostrará una vez más que Cuba no está aislada, contrario a lo que le sucede hoy a Estados Unidos, y que sigue siendo un faro para la Patria Grande.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.