El pasado 17 de diciembre, Obama declaró que «décadas de aislamiento de Cuba por parte de EEUU» no habían funcionado y que cambiaría su estrategia. Raul Castro dio la bienvenida a este cambio y se restablecieron las relaciones diplomáticas entre los dos países, rotas desde hace medio siglo. Castro exigió, además, el fin del bloqueo […]
El pasado 17 de diciembre, Obama declaró que «décadas de aislamiento de Cuba por parte de EEUU» no habían funcionado y que cambiaría su estrategia. Raul Castro dio la bienvenida a este cambio y se restablecieron las relaciones diplomáticas entre los dos países, rotas desde hace medio siglo. Castro exigió, además, el fin del bloqueo económico; Obama está de acuerdo pero esto debe pasar por el Congreso y el Senado de EEUU.
La política de EEUU contra Cuba durante este medio siglo ha sido claramente imperialista y sin duda ha tenido efectos nocivos sobre la población cubana. ¿Qué podemos esperar ahora?
Cuba desde la revolución
La revolución cubana de 1959 llegó con promesas de reformas sociales y económicas. Pero la moderación de su programa no evitó el choque con EEUU, que había dominado la isla durante muchos años, y se llegó rápidamente a la ruptura. A finales de 1960 EEUU declaró el primer embargo comercial y en enero de 1961 rompió relaciones con Cuba. El 20 de diciembre de 1961 Fidel Castro declaró que la revolución se había convertido «de hecho, [en] marxista-leninista».
Es innegable que la revolución trajo importantes avances sociales para Cuba, pero la autoorganización desde abajo, acompañada por el cambio de conciencia -la ruptura con las ideas racistas, machistas y homófobas-, que caracterizó los primeros años de la revolución bolchevique, no apareció en la isla. La revolución cubana se parecía más a las luchas anticoloniales en África, mediante las cuales sectores de la clase media local se erigieron en los nuevos dirigentes. Lo que se instauró en Cuba no fue el socialismo, sino el capitalismo de Estado.
Tras unos años de intentar seguir una línea independiente, con una retórica muy radical, a principios de los años 70 Cuba se integró en el COMECON, el bloque económico de la URSS. El país se burocratizó aún más, pero empezó a recibir ayudas económicas multimillonarias rusas. Si en los años 50 Cuba tenía una relación de dependencia con EEUU, ahora la tenía con la URSS, para la cual la isla era una manera relativamente barata de mejorar su imagen y ganar influencia en la región.
Se vio el coste de esta dependencia cuando la URSS se hundió en 1991 y Cuba perdió su principal apoyo económico. El gobierno cubano, entonces en la cuarta década de liderazgo de Fidel Castro, aplicó un programa de austeridad -recortes sociales- llamado el «período especial». Más tarde, la Venezuela de Chávez se convirtió en el principal socio comercial y aliado político de Cuba, proporcionándole petróleo a cambio de personal médico y docente.
El problema fundamental para Cuba es que nunca ha sido posible construir una isla socialista dentro de un mundo capitalista, y menos aún sin el poder desde abajo, el poder popular de verdad.
¿Qué pasa en EEUU?
La incapacidad de EEUU de someter a Cuba es un síntoma de que no es todopoderoso, ni tan siquiera en su «patio trasero». Por otro lado, ningún dirigente estadounidense en su sano juicio puede mantener que la isla representa una amenaza real para sus intereses. La retórica revolucionaria de los años 60 queda muy, muy lejos.
Cuba es un país pobre pero ofrece cada vez más beneficios al capital extranjero. En 1996, Fidel Castro aprobó la ley de zonas francas, que favorece la inversión extranjera. Ahora, empresas como la minera canadiense Sherritt International; la hotelera Sol Melià; la Nestlé… tienen importantes intereses en la isla. Este año, se ha inaugurado en Mariel el enorme puerto, de comercio libre, construido con capital brasileño. El bloqueo supone que las empresas de EEUU no pueden obtener un trozo de este pastel; la lógica económica exige un cambio. La iniciativa de Obama chocará con una oposición puramente ideológica, no basada en los intereses materiales del capitalismo estadounidense. Está por ver si esta derecha neoconservadora -que hace pocos años estaba endureciendo el bloqueo- logra impedir la apertura.
¿Hacia dónde irá Cuba?
Si el bloqueo realmente fuese el principal impedimento para el socialismo en Cuba, con su fin podríamos esperar un avance en este sentido. Nadie se lo plantea. La población cubana celebró las declaraciones de Obama y Castro, pero probablemente más por el deseo de ligeras mejoras en su vida cotidiana que por la espera de un gran salto hacia adelante. Las celebraciones oficiales se centraron en la liberación de los 3 presuntos espías cubanos, encarcelados en EEUU desde 1998.
Con todo, el fin del bloqueo contra Cuba sería una buena noticia, pero se plantean varias dudas.
Al día siguiente del anuncio del cambio de política hacia Cuba, Obama aprobó sanciones contra Venezuela. Se le plantea un dilema a Castro: ¿cómo puede establecer buenas relaciones con EEUU si éste está hostigando a su principal aliado? En muchos aspectos, tendremos que ver hasta qué punto cambia la dinámica política en América Latina, polarizada durante medio siglo entre los aliados de EEUU y los de Cuba.
Dentro de Cuba, todo indica que se mantendrá la dinámica de las dos últimas décadas: la gradual extensión del capitalismo de mercado combinado con el mantenimiento del control por parte del partido comunista y el papel destacado, incluso en la economía, de las fuerzas armadas. En efecto, se aplica a pequeña escala el modelo chino.
La continuada integración de Cuba en el mercado mundial -quizá incluso con préstamos del Banco Mundial o del FMI- sólo puede traer aún más recortes sociales y la pérdida de lo que queda del Estado del bienestar en la isla. Pero la alternativa a este destino no vendrá de ningún sector del régimen que defienda la vuelta al capitalismo de Estado de los años 60 o 70; esta opción simplemente ya no existe.
La única alternativa es la lucha social desde abajo, para defender los intereses de la gente trabajadora frente a todos los ataques, vengan en nombre del «socialismo y la patria» o de la «libertad» (empresarial) y la «apertura» (al capital).
Ya es hora de que las personas cubanas que realmente creen en los principios del socialismo -y las hay, fuera de la cúpula dirigente- luchen por ellos, pero esta vez por un socialismo auténtico, centrado en la liberación desde abajo, en el poder de la mayoría.
David Karvala (@davidkarvala) es militante de En lluita / En lucha