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Entrevista con el periodista Alfredo Grimaldos

Cuba y el culto al libro

Fuentes: La Jiribilla

Fotos: Equipo de La Jiribilla


Alfredo Grimaldos podría ganarse el título de unos de los periodistas e investigadores más polémicos de España de los últimos tiempos. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha publicado títulos como Contra el Pacto de la Moncloa, La sombra de Franco en la transición y Zaplana, el brazo incorrupto del PP. Además ha sido redactor de los diarios Liberación y La Tarde de Madrid y dirigió la revista Área Crítica. Ha escrito numerosos artículos relacionados con distintos aspectos de la Transición en revistas como Interviu, Actual, Motivos de Actualidad o Artículo 20, desde 1990 es colaborador de El Mundo y crítico flamenco de este diario, algo que a muchos pudiera parecer contradictorio pero que a él le parece muy natural, porque «soy un personaje popular enraizado en mi barrio y en mi cultura». Grimaldos llegó a la XVIII Feria Internacional del Libro de La Habana para presentar su libro La CIA en España, publicado por el sello editorial Ciencias Sociales.

Esta es la primera edición internacional de La CIA en España y usted ha resaltado el hecho de que se haga en Cuba, un país con una sensibilidad especial sobre el tema de la relación con la CIA, por todo lo que ha significado en estos 50 años para los cubanos…

De hecho cuando me enteré que Ciencias Sociales estaba interesado en el libro, para mí fue una alegría enorme, que efectivamente estos trabajos se hacen para que lleguen al público, digamos a sus destinatarios naturales. En España tuvo muchas dificultades de difusión, tuvo bastante boicot en los medios de comunicación, poco a poco intentamos ir rompiendo ese telón que siempre se pone a los libros que resultan incómodos, porque como decía en la mesa redonda en televisión, la libertad de expresión y la pluralidad informativa en España es una entelequia, quiero decir que eso es una consigna que no existe en la práctica, en todos los temas de fondo, económicos, políticos, de sumisión al imperio, los grandes medios de comunicación coinciden, o sea, que pueden tener sus roces entre unos y otros por el reparto del pastel, pero en este caso cuando lo que se cuestiona es esa supuesta transición modélica y pacifica del franquismo a la democracia o a eso que tenemos en España, ahora, ir dándole la vuelta, pues no encuentras donde te cobijen informativamente. Yo sabía que aquí en Cuba, aunque hablo de personajes que quizá aquí unos serán conocidos, otros no sonarán mucho, pero digamos que todo lo que es el planteamiento, la red, la trama, cómo mueven los hilos, cómo consiguen manejar a los políticos y cómo dirigen y tutelan todo el proceso, es ilustrativo y de alguna manera, el pueblo cubano que tiene una cultura política grande y sobre todo ha sufrido la agresión y la sigue sufriendo, de EE.UU. y de su servicio de información durante todo este tiempo, está especialmente preparado para entender lo que yo contaría aunque algunos nombres y personajes, digamos que no resulten familiares.

Es coherente este cuestionamiento de la democracia y la libertad de información proveniente de alguien como usted que ha sufrido la censura en carne propia, empezando por el libro de Zaplana, retirado de El corte inglés…

El libro de Zaplana, como ha dicho mi compadre Carlos Tena, lo retiraron de El corte inglés de forma fulminante por presiones del biografiado, pero no solo eso, o sea, ya teníamos concebidas salas en centros importantes para hacer las presentaciones y en el último momento nos levantaron de ahí y no pudimos presentarlos. Pero no solo eso, la censura viene además complementada, tal como está establecido el sistema judicial ahí, es decir, personajes que tienen mucho dinero te pueden acosar jurídicamente y aniquilarte aunque no ganen el pleito, simplemente te arruinan; es decir, que para Zaplana ―que ahora de asesor en una empresa pública privatizada sin hacer absolutamente nada le regalan 100 millones de euros al año― ponerme a mí ―que estoy siempre en la cuerda floja― un pleito, sería muy fácil.

También usted estuvo entre el equipo de investigación de la serie de televisión Crónica de una Generación que tampoco salió.

No, no salió. Eso se hizo en los años 2001 y 2002 y ahí se entiende también cómo funciona este tinglado, la serie la hizo El Mundo Televisión, que está vinculada al diario El Mundo en el que yo todavía sigo siendo crítico de flamenco. Se puso en marcha el departamento de televisión y en aquella época Antena 3 ―una gran cadena de televisión― estaba en manos de Telefónica, el director de Telefónica y el director de El Mundo eran amigos y se empezó a trabajar en una serie muy ambiciosa, con bastante dinero, y el dinero para hacer un trabajo de investigación en España es fundamental, pues debes moverte mucho, tienes que dedicarle mucho tiempo, viajar. Si aparece un personaje extraño a lo mejor hay que darle lo suyo para que cante, y trabajamos con todo tipo de facilidades y a lo grande.

Quienes estábamos en el equipo de investigación éramos periodistas con años de experiencia y conseguimos algunas cositas interesantes. En el montaje que se hizo en la propia productora, quitaron lo que más molestaba, pero todavía quedaban cosas, entonces se lo presentaron al director de los informativos de Antena 3 -que era un anticubano y un fascista que se llamaba Ernesto Sáenz de Buruaga, familiar de un general golpista del año 36- y cuando él vio la serie, dijo esto no es una serie sobre la transición, es una serie contra la guardia civil. Siempre recuerdo que en esa transición «pacífica y modélica» hubo cientos de muertos en la calle en manifestaciones, muchos de ellos murieron a manos de la guardia civil, o sea, la guardia civil en la serie aparece en el golpe del 23 F del 81, en el asesinato de tres jóvenes en Almería, en un montón de matanzas de esos años. Nosotros no tenemos la culpa de que maten tanto. Al final eso que había costado un dineral, que ya estaba montado, en 26 capítulos de una hora, los archivaron y los metieron en cajón. Esa es la libertad de expresión.

Muchos «politólogos» actuales le proponen a Cuba el modelo de la Transición en España como el modelo a seguir, pero usted ha afirmado que esta resultó finalmente una gran estafa. ¿Qué opina de estas sugerencias?

La transición española fue una operación diseñada desde dentro del propio aparato franquista, supervisada y dirigida desde más arriba por los servicios norteamericanos como cuento en el libro, pues toda la transición estuvo siempre controlada perfectamente por los franquistas que veían la necesidad de modernizar el régimen, de actualizarlo, blanquearlo, para perpetuarse ellos en el poder.

Ocurrió que los principales dirigentes de los partidos de la oposición se dejaron comprar enseguida y se encargaron de desmovilizar a las fuerzas populares y de desestructurar todo un movimiento, político, sindical, vecinal, muy sólido e importante que se había ido construyendo en la lucha contra el fascismo. Entonces la similitud entre el caso español y el cubano no tienen nada que ver, es una pamplina: primero porque el modelo que se está vendiendo es mentira, ni fue pacífica, ni fue modélica ni nada. Fue una farsa que nos dejó al rey designado por Franco en el trono, un rey que no tenía ni un duro en aquella época, hoy es una de las principales fortunas de Europa y lo nombró Franco, nadie lo ha botado, y 33 años después sigue él chupando del bote y toda su familia que ya son unos cuantos, una barbaridad. 

Usted ha encontrado en Internet un espacio alternativo para evadir estas censuras, a su juicio qué papel desempeña Internet en estos momentos dentro de la izquierda mundial, y la organización de los movimientos contrahegemónicos.

A mí, periodista de la vieja escuela, de papel impreso y olor a tinta, me ha costado meterme en la historia de Internet, de hecho sigo sin consultarlo demasiado, para lo que debería hacerlo; sigo siendo más de coger el papel y sentarme a leer; pero desde luego, mis libros, empezando por el de La sombra de Franco en la transición y todos los demás. Si no hubiese sido porque han aparecido ya en la época de Internet habrían pasado desapercibidos, sin penas ni glorias, porque cuando se retiró mi libro de El corte inglés el escándalo que se armó en Internet fue tremendo. Al final les salió el tiro por la culata, gracias a todas esas páginas, a toda esa contrainformación, a toda esa circulación de información que se mueve en ámbitos de izquierda y por Internet, mi libro se conoció mucho más.

Yo le debo mucho en ese sentido a Internet para romper el bloqueo que me han hecho los medios informativos oficiales. Pero con Internet hay que tener cuidado porque hay mucha información que no es fiable, lo digo desde el punto de vista profesional, como investigador, como periodista de investigación, no te puedes fiar demasiado de Internet, tienes que contrastar mucho las fuentes.

¿Pero no cree que en ese sentido Internet ha heredado alguno de los problemas de la investigación y el periodismo, solo que lo ha ampliado a gran escala?

Ahora, por ejemplo, en España y en Europa el periodismo se está muriendo, está desapareciendo, en ese sentido soy bastante catastrofista. Yo tenía un veterano maestro que decía: el periodismo son tres palabras: papel, lápiz y calle. Eso ha desaparecido, es decir, ahora el periodismo en España se ha convertido en estar sentaditos sin moverse todo el día frente al ordenador con Internet, sea bueno, malo o regular, comunicados oficiales, notas de prensa y ruedas de prensa; la información la sacan de ahí y si sales a la calle siempre hay más posibilidades de que tu subjetividad te convierta en un periodista crítico.

Esto podría significar también, de algún modo, la pérdida de la diversidad en las opiniones.

Eso es clarísimo, dicen que El País es de izquierda y El Mundo es de derecha y lo cierto es que todos son de derecha. Son periódicos que defienden los mismos intereses económicos de distintas bandas, es decir, que se pegan entre ellos, pero en el fondo, en lo fundamental, en lo económico, política internacional, sumisión al imperio, en todo, no hay mucha diferencia entre unos y otros. El País que se presenta como un periódico más progresista, a mi juicio es el más siniestro, el más intoxicador, y en el caso de Cuba y Venezuela el más beligerante.

¿Cómo se explica en España este juego de cuerdas donde los periódicos se presentan como paladines de la libertad de la información para luego manejar la información a su conveniencia?

Porque la mentira ya está en el sistema, considerar que el PSOE (Partido Socialista Obrero de España) es un Partido de izquierda y el PP (Partido Popular) de derecha ya es falso. El PSOE es un Partido de derecha que defiende al sistema capitalista, a los banqueros y a lo que dicen los yanquis y el PP también. El PP tiene un componente ultraderechista, herencia sociológica del franquismo, y es más clerical. Luego llega José Luis Rodríguez Zapatero y le da a la iglesia española ―que es todavía la iglesia del nacional catolicismo― más dinero del que le han dado Franco o Aznar. Zaplana por ejemplo, supuestamente es un tipo que ha sido la bestia, el terrible del PSOE, cuando era portavoz del Partido Popular en el parlamento, tenía al frente al portavoz del PSOE que era Pedro Rubalcaba que estaba en el Ministerio del Interior, luego los dos se iban a tomar copas al Palco del Real Madrid, porque los dos son madrilistas y tan amigos, es una ópera bufa, una escenificación para que los ciudadanos se crean que están ahí ante dos posibilidades políticas diferentes, encontradas, pero ellos son lo mismo. De hecho Zaplana cuando lo han defenestrado en el PP por problemas internos de ellos lo ha recogido el PSOE, y le han dado un puesto tremendo con un dineral en una empresa pública privatizada.

¿Qué visión se lleva Alfredo Grimaldos de la Feria del Libro de La Habana?

Me ha gustado mucho. Para mí ha sido impresionante, el recinto me encanta, pero sobre todo el ambiente de la gente, ver venir a las familias enteras con los niños a pasar el día y sobre todo el culto al libro que existe. Me he emocionado, y hemos hecho muchas fotos, con los chavalitos y chavalitas pequeñas que salen entusiasmados con sus libros, y nada más salir de los lugares donde se los han comprado los padres, se sientan a leer y se quedan enfrascados. Eso se está perdiendo en España, valorar la cultura por la cultura, la formación, el conocimiento, la propaganda es tan terrorífica, en el sentido de que lo único que vale es el consumo, que se está perdiendo eso tan fundamental para la vida y para la convivencia.

Sin embargo, España está considerada el segundo país en producción editorial en el mundo…

Porque se editan miles y miles de libros pero no se leen tantos. Sobre todo las nuevas generaciones leen menos todavía, además hay una diferencia tremenda en lo que se lee. A finales de mayo y principios de junio será la Feria del Libro en El Retiro en Madrid, y lo que más se venden son bestsellers de valor ínfimo.

Una cosa que nunca cuento es que yo fui durante ocho años el que hacía en El Mundo la lista de los libros más vendidos, y la hacía con un sistema que unos sociólogos amigos míos me contaron cómo podía funcionar, entonces tenía 50 librerías concertadas y con un sistema de ponderación si vendían más o vendían menos, pues le daba 3 ó 4 puntos, era una cosa de la cual no me acuerdo muy bien, después de tanto tiempo. Casi no me hacía falta ni que me mandasen las listas, escuchando la radio, viendo los periódicos, cuando uno salía cuatro días seguidos, pensaba. Esto va a subir 7 puntos. La gente se come lo que le vendan y eso lo ves. Sin embargo, aquí la calidad de los títulos, la selección, el criterio que hay, es otro mundo.

http://www.lajiribilla.cu/2009/n406_02/406_184.html