En 2007, Cuba aparece en el puesto 51 del Índice de Desarrollo Humano de la ONU; un puesto por encima de México. No lo verás reflejado en la prensa corporativa convencional cuando se refiere a Cuba. Tampoco te dirá que alrededor del 90% de los electores ejerció su derecho al voto en la última elección. […]
En 2007, Cuba aparece en el puesto 51 del Índice de Desarrollo Humano de la ONU; un puesto por encima de México. No lo verás reflejado en la prensa corporativa convencional cuando se refiere a Cuba. Tampoco te dirá que alrededor del 90% de los electores ejerció su derecho al voto en la última elección. Ni verás que se le compare con países similares, como Jamaica o la República Dominicana, por ejemplo.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) mide comparativamente las condiciones de vida en los países miembros de la ONU. En el IDH del año pasado, Jamaica figuraba en el puesto 101 y la República Dominicana en el puesto 79. De los países del Caribe, sólo Bahamas, en el 49, y Barbados, en el 31, están mejor situadas que Cuba. Entre los países de Centroamérica, sólo Costa Rica, en el puesto 48, goza de mejores condiciones.
La información de la prensa convencional corporativa suele llegar a extremos insospechados para evitar informar objetivamente sobre Cuba. Aludiendo a la calma tras las elecciones en las que se ratificaba a Raúl Castro como Presidente, Rory Carroll, del The Guardian, decía el 25 de febrero, «La confusión del suspense jalonó el estricto control policial de la isla, con sus 11 millones de habitantes, muchos de ellos ansiosos por huir de una pobreza más cruda que la de la Europa del Este antes de la caída del Muro de Berlín».
La comparación es totalmente irrelevante. Las condiciones de vida de la mayor parte de la población en todos los países del Caribe, salvo en Bahamas y Barbados, son mucho peores que en Cuba, y otro tanto cabe decir de los demás países de la región, como Honduras, Nicaragua, El Salvador o Guatemala. De los países sudamericanos, sólo Uruguay, Argentina y Chile están por encima de Cuba en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Esto pone de manifiesto que, pese a los 45 años de depravados ataques terroristas y del bloqueo económico genocida de los Estados Unidos de América, en lo que a desarrollo humano se refiere, la sociedad cubana sale más airosa en desarrollo humano que casi todos los demás países vecinos del Caribe y de la gran mayoría de América Latina, incluidos gigantes económicos como México y Brasil, o avanzadillas del «libre comercio» como Panamá.
Esto simple y claramente quiere decir que, a la hora de atender a las necesidades colectivas, el régimen socialista de Cuba ha tenido más éxito que el sistema consumista capitalista-corporativo implantado en la mayoría de los países latinoamericanos. Se supone que The Guardian y The Independent son buques insignia de la prensa progresista británica. De hecho, la mayor parte de su trabajo informativo, en cuestiones que van desde Palestina a Haití, a Irán, a Afganistán, a Venezuela o Cuba, no es más que el eco de la propaganda oficial característica de la OTAN. Puede que a los editores les entre el pataleo y aleguen que ahí están los rompedores Robert Fisk y Patrick Cockburn, pero dichas excepciones sirven como ejemplo de profesionales de la información que, con todas las de perder, tratan de tirar del hilo, mientras la política editorial rutinaria difiere poco de los tabloides del mercado.
Si se compara el tratamiento mediático de los acontecimientos recientes de Cuba con la cobertura política dada a los Estados Unidos en Europa, el doble rasero es descarado. David Usborne, el mismo día 25 de febrero, escribía en The Independent, «…tampoco es que hubiera demasiado suspense en La Habana ayer, porque casi todo el mundo dudaba de que el nuevo organismo electo se fuera a atrever a hacer algo que no fuera descubrirse ante el legado de Fidel al nombrar como su sucesor a su hermano de 76 años. La única alternativa real para la Asamblea de 614 miembros fue aceptar el cambio generacional, eligiendo a uno de los dos lugartenientes más jóvenes y leales al régimen, ya fuera el Ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, de 42 años, o al vice-presidente Carlos Lage, de 56».
Así que Usborne reconoce que había una alternativa real pero hace que suene como si no la hubiera. Por qué será que nunca se aplica esa lógica a los votos emitidos en el Congreso estadounidense con respecto a Irak o al apoyo a Israel. Por ejemplo: «…tampoco es que hubiera demasiado suspense en la votación del Congreso sobre Oriente Próximo, porque todo el mundo era consciente de que los Senadores electos no se atreverían a enfrentarse al grupo de presión pro israelí» o «… casi nadie esperaba ningún sobresalto en la votación sobre el presupuesto militar del país porque pocos políticos se iban a atrever a desafiar a la industria de militar».
Usborne cita unas declaraciones de la Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, «Instamos al gobierno cubano a iniciar un proceso de cambio pacífico y democrático, con la liberación de todos los presos políticos, el respeto a los derechos humanos, y con la apertura de una vía clara hacia unas elecciones justas y libres», decía. Pero Usborne podía haber consultado en la Red las declaraciones de importantes autoridades políticas regionales. Según información de la Agencia France Press del 19 de febrero, sobre el Presidente de Brasil, Lula da Silva, «El primer mandatario brasileño mostraba su satisfacción porque ‘todo transcurriera con serenidad… lo que nos temimos fue que, ante la adversidad, estallara un proceso de turbulencia y los cubanos afincados en Miami lo consideraran un buen momento para regresar a Cuba y convertir la isla en zona de conflicto».
El gobierno mexicano hacía pública su intención de «ahondar en el proceso de repulsa bilateral iniciado meses atrás, tras una discrepancia diplomática entre Cuba y el antiguo Presidente mexicano Vicente Fox. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, subrayaba, «sea cual sea el cambio, habrá de ser fruto del diálogo pacífico y democrático del pueblo cubano, libre de cualquier influencia externa». Los servicios de información jamaicanos declaraban que el Presidente derechista Bruce Golding «saludaba al Presidente Castro por la constancia, el valor y el ímpetu de su liderazgo, así como por su firme compromiso para con la causa del pueblo cubano».
La razón de estas citas es que, con su alusión a las declaraciones de la hoy ya casi insignificante Rice, Usborne da precedencia a una visión americanista y rematadamente maniquea de Cuba. Casi todos los demás gobiernos de las Americas, salvo el estadounidense americano, tienden a mostrarse más dispuestos a reconocer la inconsistencia de sus contradicciones. Si miramos a los Estados Unidos de América, salta a la vista la grotesca letanía de violaciones de los derechos humanos que allí se producen, empezando por su racista sistema de justicia penal, las cámaras de tortura en su base de Guantánamo, la negación de un proceso justo en su legislación «anti-terrorista», la violación sistemática de la intimidad de las personas, sus listas de vuelos prohibidos, los vuelos fantasma de la CIA, la negación de derechos fundamentales a decenas de miles de habitantes de New Orleáns, a presos políticos como Leonard Peltier y Mumia Abu Jamal… la lista no tiene fin.
Las autoridades estadounidenses también se han granjeado la notoriedad por encarcelar a 5 cubanos anti-terroristas que habían advertido a la CIA de la existencia de terroristas en suelo estadounidense. El gobierno cubano calcula que 3.000 cubanos han sido asesinados en ataques terroristas dirigidos desde los Estados Unidos. Uno se pregunta la suerte que hubiera corrido la disidencia estadounidense, si se llega a averiguar que ha estado recibiendo dinero de un país extranjero, responsable de una serie de ataques terroristas contra ciudadanos estadounidenses. En Cuba a este tipo de individuos se les procesa y se les encarcela. Las políticas de seguridad interna en Cuba frente a un ataque terrorista han sido siempre similares a las de los gobiernos de los Estados Unidos y de la Unión Europea.
Las políticas comportan las mismas probabilidades de impunidad a la hora de cometer abusos y violaciones de los derechos humanos. No hay más que echar la vista atrás a la larga guerra en Irlanda del Norte, o a las medidas de seguridad del gobierno español contra ETA, para hallar analogías, por no mencionar la violación masiva de los derechos fundamentales por parte de los Estados Unidos. En Gran Bretaña, el Fiscal del Distrito fija las políticas del sistema de autocensura que lleva a los medios a acatar la línea oficial del gobierno. Actualmente, el gobierno británico está boicoteando los intentos del ex-soldado Ben Griffin por revelar la connivencia de Gran Bretaña con la tortura en Afganistán.
Al dar prioridad al punto de vista estadounidense, sin tener en cuenta otros puntos de vista sobre Cuba, Usborne y sus editores deliberadamente dan a entender que, de uno u otro modo, el punto de vista de Rice es más importante que el de muchos otros gobiernos de la región, cuando, de hecho, el prestigio de los Estados Unidos en el Caribe y en América Latina nunca ha estado más bajo. Condoleezza Rice y sus colegas del gobierno de Bush dan buena fe de ello. La alusión a las declaraciones de Rice, sin mencionar otros puntos de vista, resulta desconsiderado y presuntuoso – tal y como cabía esperar de la prensa corporativa del Bloque Occidental progresista y no progresista.
La desidia y la afectación también caracterizan el artículo de Phil Davison en The Independent, el 25 de febrero, en el que dice, «un Demócrata como presidente, particularmente, Barack Obama, podría ser un gran paso para sacar a Cuba de su desfase temporal y convertirla en lo que algunos ya perciben como el potencial eje comercial y turístico del Caribe». Qué tal esto otro, «un Demócrata como presidente, particularmente, que abiertamente tomara conciencia moral, sería un gran paso para sacar a Colombia de su desfase temporal y conseguir una solución dialogada de su guerra de 50 años, con la creación de un fondo de compensación para los 3.7 millones de desplazados del conflicto, e instar al gobierno colombiano a romper sus vínculos con los terroristas paramilitares traficantes de narcóticos que se jactan de controlar al 35% de los parlamentarios del país».
No caerá la breva. Ni el Independent ni el Guardian lo publicarán porque a ningún presidente de los Estados Unidos de América se le va a ocurrir retirar su apoyo a sus satélites paramilitares narco-terroristas en Colombia. La Prensa liberal británica es poco más que el altavoz de la autosuficiencia propagandística del Bloque Occidental. He aquí otra perla del tal Davison, respecto a lo que Raúl Castro pudiera hacer como Presidente. «Si sale elegido, hay grandes posibilidades de que afloje el cerco, lo cual podría suponer un aumento de la renta per cápita de Cuba, de 3.000 dólares estadounidenses (1.500 libras esterlinas) y del salario medio de 10 dólares estadounidenses». En realidad, según un centro de información como el Michigan State University International Business Centre, la renta per cápita de Cuba en 2006 era de 4.000 dólares estadounidenses, mientras que las de Honduras y Nicaragua eran de 3.100 dólares, la de Jamaica de 4.600 y la de El Salvador de 4.900 dólares estadounidenses.
Davison podría decir que los países con economías basadas en el turismo, como la República Dominicana y Belice, tienen un producto interior bruto superior, pero, entonces, ¿cómo se explica su penosa situación en el Índice de Desarrollo Humano, en comparación con Cuba? En 2006, tanto la República Dominicana como Belice contaban con una renta per cápita de 8.400 dólares estadounidenses, y aún así, la República Dominicana figura en el puesto 79 en el Índice de Desarrollo Humano, 28 puntos por debajo de Cuba, y Belice en el 80. Estos contradictorios datos son indicativos del problema económico fundamental que subyace en los países del Caribe y de América Latina: la extrema pobreza resultante del enorme desequilibrio en la distribución de la riqueza.
Los puntos fundamentales de la línea propagandística anti-cubana del Bloque Occidental capitalista y consumista en medios de comunicación como The Guardian y The Independent son los siguientes:
* Evitar siempre las comparaciones con países similares – legitimar el cotejo de la economía cubana con las economías del primer mundo.
* No mencionar el embargo más que de pasada y sin mencionar la intencionalidad y el impacto genocida del mismo.
* Menospreciar la contribución humanitaria sin precedentes de Cuba en educación y salud a nivel internacional.
* No informar de los logros científicos, culturales y deportivos de Cuba.
* Evitar mencionar la implicación del gobierno estadounidense en el terrorismo contra Cuba y encubrir al terrorista de la CIA Luís Posadas Carriles y sus atentados con bomba.
* Dar coba a los enemigos de Cuba minimizando el apoyo que recibe de gobiernos de todo tipo de ideologías.
* Desacreditar al Movimiento de Países No-Alineados y el prestigioso papel que desempeña Cuba en su seno.
* Informar desde una perspectiva americanista: el único gobierno cuyas opiniones sobre Cuba son dignas de atención es el de Estados Unidos.
* Sacar de contexto los temas relacionados con los Derechos Humanos y evitar las comparaciones con los demás países latinoamericanos, en particular Colombia.
* Cuidarse muy mucho de no mencionar que Cuba está por encima del consocio de Estados Unidos en la NAFTA, México, en el Índice de Desarrollo Humano.
* Desacreditar / denigrar el sistema de democracia participativa de Cuba.
* No comparar nunca el sistema de prevención de catástrofes de Cuba con el los Estados Unidos de América, ni mencionar el Huracán Katrina – ni sus secuelas en Nueva Orleáns.
No hace falta ensalzar la figura de Fidel Castro o del socialismo cubano para reconocer los logros – sin precedentes – de Cuba ante las agresiones más recalcitrantes posibles, poco menos que auténticos ataques militares. Se puede mostrar reservas, por ejemplo, ante la aspiración del gobierno cubano de promocionar su sector cítrico con la ayuda de una serie de gansters retirados del gobierno israelí, o a la hora de ofrecer una recepción de Estado a dictadores crueles y avariciosos como el Presidente Obiang de Guinea Ecuatorial. Cabe incluso que alguien se pregunte por qué la escasez de vivienda en Cuba es tan insuperable como en España. Pero, sin duda, los medios de comunicación corporativos progresistas del Bloque Occidental, como The Guardian y The Independent, son el último lugar al que debiéramos acudir para tratar de encontrar una crítica fundamentada del gobierno y de la sociedad cubana.