En medio de una euforia generalizada los estados-nación el pasado 12 de diciembre lograron llegar a un Acuerdo después de 25 años de negociaciones y aprobaron el Acuerdo de París, sin embargo numerosas organizaciones sociales manifiestan sus dudas sobre los supuestos logros y desaprueban la narrativa de mercado que aflora en el documento final. El […]
En medio de una euforia generalizada los estados-nación el pasado 12 de diciembre lograron llegar a un Acuerdo después de 25 años de negociaciones y aprobaron el Acuerdo de París, sin embargo numerosas organizaciones sociales manifiestan sus dudas sobre los supuestos logros y desaprueban la narrativa de mercado que aflora en el documento final.
El Acuerdo de París omite mencionar el término combustibles fósiles, uno de los ingredientes fatales de la pesadilla que enfrenta la humanidad y la que parece ser que se incrementará ante la ausencia de compromisos concretos para evitar un aumento que no sobrepase un vaporoso 1.5º C.
«Los mercados ya tienen una señal clara» señaló Ban Ki-moon después de haber sido aprobado el Acuerdo, del cual durante las largas jornadas de discusión, a instancias de los Estados Unidos, Noruega y la Unión Europea, trataron de omitir la mención de los derechos humanos y pueblos indígenas.
La posición asumida por la delegación estadounidense de objetar el artículo 4.4 de la pagina 21 alteró la condición vinculante del acuerdo a un vaporoso documento sin atadura alguna. El cambio de «shall» por «should»en el Acuerdo, tiene enormes consecuencias para los países pobres que padecemos las graves consecuencias de las emanaciones producidas por los países ricos
Como era de esperar, los mecanismos de mercado de carbono salieron convertidas en las recetas idóneas para «contener» el cambio climático, situación que favorecerá a las grandes empresas contaminadoras y aumenta el peligro de desplazamiento de los pueblos indígenas. Los que aunque tengan un reconocimiento jurídico sobre su territorio ancestral se ven expuestos a las políticas punitivas del Banco Mundial y otros organismos financieros internacionales, como es el caso del pueblo Sengwer de Kenia y su desplazamiento impulsada por los REDD
Honduras es el país mas afectado por el cambio climático entre 1994 al 2013, y hasta la fecha el gobierno ha demostrado una total improvisación en el manejo de la problemática de cambio climático. Tanto la estrategia de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático y la Ley de Cambio Climático, están basados en una visión de mercado, y en la elaboración de dichos documentos los pueblos indígenas nunca fuimos consultados.
Los pueblos indígenas habitamos las zonas más frágiles del país, especialmente aquellos localizados en el cinturón ciclónico, y es donde se encuentra buena parte del remanente forestal. Los indígenas hemos preservado los bosques mientras la incontenible deforestación es efectuada por personas ajenas a nuestras comunidades, quienes se encuentran íntimamente conectados con la elite de poder y el crimen organizado.
La aleatoriedad de las estrategias de la actual administración gubernamental van desde una lotería ambiental para beneficiar a los habitantes del afligido corredor seco, hasta promover los Mecanismo de Desarrollo Limpio, tal como lo señaló Juan Orlando Hernández en su intervención en la COP21 en París, donde incluso llego a jactarse de como Honduras es una de las naciones de la región que más contribuye en la lucha contra el cambio climático.
El supuesto Plan de Acción de Honduras que incluye un millón de hectáreas reforestadas para el 2030 y la teórica reducción del consumo de leña en un 39% a través de los ecofogones, no son más que una gota de agua en el desierto
Para el pueblo Garífuna la lucha para frenar el cambio climático es una cuestión de vida o muerte. Nuestro aporte a las emanaciones de gas de invernadero es mínimo, no obstante nos encontramos frente un Caribe mágico que suele sufrir ciclos donde los huracanes y tormentas tropicales nos afectan severamente.
De ahí nuestra oposición rotunda a la exploración y explotación de hidrocarburos en la costa norte de Honduras que pretende llevar a efecto la compañía BG Group – Shell, y consideramos uno de nuestro mayores aportes para frenar el cambio climático es lograr evitar que se lleve a cabo el ecocidio fraguado por un grupúsculo de corruptos imbuidos en remotas ganancias financieras, que han regalado la plataforma marina a las empresas petroleras.