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Cerco al África negra

¿De qué invasion hablamos?

Fuentes: Rebelión

En su intervención en el Debate sobre el Estado de la Nación (30-5-06) lo ha dicho el inconsistente Rajoy: «por las fronteras europeas entran cien veces más» que en pateras o cayucos por Canarias. Y por Barajas, y por el Prat… Gil Arias, de la Agencia Europea de Fronteras, decía hace unos meses: «En el […]

En su intervención en el Debate sobre el Estado de la Nación (30-5-06) lo ha dicho el inconsistente Rajoy: «por las fronteras europeas entran cien veces más» que en pateras o cayucos por Canarias. Y por Barajas, y por el Prat… Gil Arias, de la Agencia Europea de Fronteras, decía hace unos meses: «En el caso de España, las entradas irregulares van por este orden: fronteras aéreas, fronteras terrestres, fronteras marítimas. El verdadero agujero de Schengen son los aeropuertos». De los cerca de 4 millones de inmigrantes empadronados, los que pertenecen al Africa subsahariana representan un 3%, reconoce Moratinos. Según el padrón (INE), mientras solo de Ecuador hay 492.000 personas empadronadas y 208.000 de Rumanía, y cifras similares de Marruecos, de trece países del Africa subsahariana hay en conjunto 140.000. A bordo de pateras u otras embarcaciones, fueron 100.000 los que arribaron a nuestras costas en los últimos SIETE AÑOS, mientras en solo un año (2004) se registraron 700.000 nuevos empadronamientos de extranjeros.

La población extranjera en Canarias (El País, 24-4-06), está encabezada por personas provenientes de países de la Unión Europea (Alemania 28.957, Reino Unido 25.013…). De los de fuera de la UE, encabeza Colombia (21.096), Marruecos (14.984), Venezuela (13.301), Argentina (11.446), Cuba (10.110), Ecuador (6.979)… Es decir, en su mayoría, países de los que somos deudores por la acogida de nuestra emigración (¿lo hemos olvidado ya?), de la que Canarias fue puntera, y con importantes núcleos, aún asentados allí, de población española y descendientes que en número considerable están retornando, pero con otra nacionalidad. Y podemos seguir la lista, sin encontrar hasta el final, en la cola, más que algunos cientos de senegales. Los mayores aumentos de inmigración en Canarias, durante 2004/2005, provienen de Uruguay, China, Chile, o de Rumanía y Bulgaria, que próximamente se incorporarán a la UE. Los inmigrantes subsaharianos que logran llegar con vida a sus costas no se quedan en Canarias. Los recluyen de inmediato en campos de internamiento (o en celdas de comisarías, o en garajes) en condiciones muchas veces lamentables, hasta que los expulsan (en muchos casos sin garantías y a país distinto del suyo), o los mandan a la península, pero con un expediente de expulsión y la prohibición de permanencia o entrada por un periodo de entre 3 y 9 años, lo que les perpetúa en la clandestinidad. En definitiva, pese a que son negros, muy negros, no son visibles para la población canaria, salvo en la arribada, aunque es cierto que el espectáculo es terrible, que hay que destinar recursos (la mayor parte, del Estado) y que puede deteriorar la «imagen turística» de las islas. Todo lo cual no parece que justifique -sin que nos llene de vergüenza e indignación ante el drama de los que llegan con semejante destino y de los que nunca llegaron ni llegaran- el clamor de sus dirigentes políticos para que se tomen medidas tan extremas como la intervención de la Armada (naturalmente, para «labores humanitarias», como ahora se asigna a toda maquinaria de guerra que se precie). Parecen querer obviar que Canarias no es la opción de los inmigrantes, sino la única salida que les ha dejado (por el momento) la decisión de gastarse cantidades ingentes de dinero en blindar con SIVEs costosísimos las costas andaluzas, o los muros y alambradas de Ceuta y Melilla, agravados por los tremendos sucesos del año pasado: muertes por disparos, palizas, deportaciones ilegales a un Marruecos con políticas criminales que los condena al desierto, sin que hasta el momento se haya investigado ni depurado responsabilidades, como volvió a denunciar recientemente Amnistía Internacional. Y suma y sigue, con la instalación de la terrible SIRGA tridimensional, que ya se ha iniciado en Melilla. No hay mucha más afluencia de inmigración subsahariana, como saben perfectamente los dirigentes políticos y los medios de comunicación, sino concentración en puntos determinados (ahora Canarias) cuando se van cerrando uno tras otro aquellos que permitían su diversificación y una menor «visibilidad». Lo que si hay es un riesgo infinitamente más alto en la búsqueda de nuevas rutas y un aumento exponencial de quienes mueren en el intento, cuya magnitud real nunca llegaremos a conocer. También más desesperación y premura en la huida, ante las noticias de un continuo y cada vez más agresivo «encerramiento» del Africa negra.

¿O no se trata de eso? Si los originarios de todos estos países juntos representan un raquítico 3% del total de inmigrantes; si uno solo de los países emisores, como exponemos arriba, triplica con creces el número de los subsaharianos de trece; si, como dicen, estamos tan «saturados» ¿cómo es que podemos «soportar» las verdaderas «avalanchas» que entran por aeropuertos y fronteras terrestres, sin la menor alarma política, social ni mediática, y en ningún caso es «soportable» el número incomparablemente menor de quienes llegan en pateras y cayucos huyendo de la pobreza y las guerras, hasta el punto de utilizar, aparte de sistemas de blindaje inhumanos, al ejército, a la legión o a la armada si es preciso, para impedir que lleguen los que logran sobrevivir? Y en ese escenario de «saturación» e «invasiones» con el que siembran alarma y rechazo en la población, dados los altos niveles de desempleo y precariedad que de verdad nos invaden ¿cómo se explica que España sea «de los primeros» países de la UE-15 en abrir sus fronteras «sin ningún tipo de limitación» (Caldera, El Mundo 11-3-06) y desde el 1 de Mayo de este año, a los trabajadores de los 10 países de la ampliación, levantando la moratoria hasta 2011 para la libre circulación de las personas que les fue impuesta y que otros socios más potentes de los 15 van a mantener?. Resultaría cómico, de no ser por la inmensa tragedia de aquellos señalados como víctimas propiciatorias de este caos de cinismo e intereses espurios, que la población acabe creyendo, como parece ser, que su bienestar, su empleo y su seguridad peligran por los pocos miles que logran llegar tan penosamente a nuestras turísticas costas desde el Africa negra. Porque además son negros y se ven mucho; a otros algo menos, y a los nuevos y futuros socios del Este prácticamente nada. Son como «nosotros». Ni España ni Europa (hay que decirlo de una vez) quieren negroafricanos, pudiendo seleccionar mercancías más homologables o que contribuyan a fortalecer nuestras relaciones económicas y comerciales con sus respectivos países. Y del Africa negra nos interesan sus riquezas y materias primas, que «nuestras» multinacionales, con el apoyo incondicional del gobierno de turno, controlan cómodamente a través de gobiernos corruptos y señores de la guerra. Su gente no pinta nada. Total, su renta por habitante (capacidad de consumo) ha bajado del 38% de la media mundial en 1960 al 23% actual . Aún así, instalados en el cinismo, sobrecoge que medidas como las que se están anunciando desde el Gobierno y la UE (como un éxito del gobierno Zapatero) no hayan despertado el mínimo clamor en eso que llamamos opinión pública. Lo que se pretende ahora no es ya blindar la frontera sur de Europa sino cercar la parte de Africa que aún pueda significar una esperanza de salida , aunque sea hacia la muerte. En otras palabras, no es solo impedir la llegada sino impedir la salida desde Africa, con impactante aparato militar. La diferencia es sustantiva. Aún teniendo el «consentimiento» de países afectados (para eso hay dinero de sobra, son baratos), lo que queda sepultado definitivamente es el artículo 13 de la Declaración Universal de los DD.HH., que reconoce a toda persona el derecho a salir de su país para buscar una vida más digna o la simple supervivencia; y el Derecho de Asilo. Lo que creíamos conquistas irrevocables de la humanidad. Socialismo o barbarie no es un slogan: hoy es una angustiosa perentoriedad.

* Susana López es Responsable del Área Migraciones IU y Secretaría PCE