El compañero Carlos Luque ha decidido conducir «con eco» una parte del intercambio que sostenemos, al tiempo que intenta «mudar» hacia Facebook otra parte de la discusión. Reproduzco sus comentarios en Facebook al final de esta nota. Ha publicado el lunes (15 de octubre) en un medio nacional -el blog La Pupila Insomne- un texto […]
El compañero Carlos Luque ha decidido conducir «con eco» una parte del intercambio que sostenemos, al tiempo que intenta «mudar» hacia Facebook otra parte de la discusión.
Reproduzco sus comentarios en Facebook al final de esta nota.
Ha publicado el lunes (15 de octubre) en un medio nacional -el blog La Pupila Insomne- un texto que ya había publicado el 13 de octubre en un medio internacional: el sitio web Rebelión https://www.rebelion.org/noticia.php?id=247701.
Además de lo que publicó en Facebook también ha anunciado que ya tiene lista «una nota algo más elaborada» que quizás publique en La Pupila Insomne.
Observo que igualmente su nota de Facebook ha sido reproducida hoy (16 de octubre) en un sitio llamado PostCuba.
Naturalmente, cada quien está en libertad de publicar donde mejor le parezca y de repetir sus publicaciones como mejor le convenga, pero tengo una hipótesis acerca de lo que pudiera estar ocurriendo, algo que comentaré al final de esta nota.
Vuelvo ahora al artículo inicialmente publicado por Luque en Rebelión el 13 de octubre.
Reaccioné a ese texto con una nota en la que esencialmente ofrecí elementos para que pudiera comprenderse que el compañero Luque improvisa polémicas políticas utilizando como pretexto peregrinas ideas derivadas de su incursión en áreas del conocimiento que no domina, específicamente la estadística económica.
Ver «Ir por lana y salir trasquilado: el manejo torpe de la estadística en el debate político en Cuba», 14 de octubre https://elestadocomotal.com/2018/10/14/ir-por-lana-y-salir-trasquilado-el-manejo-torpe-de-la-estadistica-en-el-debate-politico-en-cuba/
Su desconocimiento de la estadística es tal que durante meses ha insistido en instigar una discusión absurda utilizando un argumento estadístico erróneo. Ni se percató que su insistencia estaba basada en un disparate.
De todos modos, lo importante para el compañero Luque no parecía ser un supuesto debate sobre estadística económica sino la utilización de lo que el creyó que era una «falta» técnica que le podría servir como una puerta de entrada para colocar diatribas políticas.
Cada vez que respondo con un tono áspero las invectivas políticas que lanza el compañero Luque, saca a relucir que no se utiliza el tono académico que él considera que debería observarse con él.
Siempre me ha llamado la atención esa manía de muchos paladines de la «denunciología» criolla de asumir que hay que concederles un tratamiento académico cuando discuten ácidamente en un plano que no lo es, así como la idea de que debe esperarse de parte de los receptores de sus agravios un debate apacible, aunque ellos hayan emitido una sarta de imprecaciones, incluyendo difamaciones.
Por esa razón, voy a separar en dos planos mis comentarios puntuales: el plano académico y el político.
Obviamente, la distinción es relativa, pues en la realidad estos planos -y otros más- están interconectados, pero considero que es conveniente llamar la atención sobre las diferencias en la racionalidad -no solamente en el estilo- en que puede discurrir el debate en ambos planos.
Mis comentarios en el plano académico:
- Lo que el compañero Luque no comprendió no fue un «manejo» mío de ciertos datos estadísticos. El compañero Luque no comprende bien la estadística, la que manejo yo y la que maneja cualquier otra persona que la haya estudiado. Punto. Aquí conviene aclarar totalmente ese asunto. No es nada grave. Normalmente no sabemos muchas cosas. Es simplemente reconocer que no se está calificado para hacer ese tipo de discusiones y no insistir en tratar de proyectar la idea de que se posee tal capacidad. No hay demérito alguno en no ser académico, por supuesto, pero desistir de la impostura de que uno puede funcionar como un académico cuando no es eso lo que se es, pudiera ser un buen lugar para rectificar. Sugiero amablemente al compañero Luque que no se obsesione con las carreras de los demás.
- No he «supuesto» que él tuvo «la voluntad» de hacer una taxonomía para clasificar en cuatro grupos a quienes pudieran tener opiniones distintas a las suyas (una «izquierda» con propuestas aplaudidas por la derecha mediática; personajes resurgidos a la palestra pública que otrora fueron representantes de una ortodoxia de la que ahora estuvieran abjurando; antiguos funcionarios que ahora ajustan las cuentas de sus errores, frustraciones y remordimientos; y un pequeño universo giróvago que sateliza alrededor de los anteriores, aplaudiendo o repitiendo y amplificando). La «voluntad» no viene al caso en esta cuestión. Luque publicó esa clasificación. Eso es verificable. Yo no he inventado el objeto de mi refutación. Si de «inventos» se trata, esa taxonomía se la ha inventado Luque. ¿Se habrá arrepentido de tal ocurrencia?
- La acusación de «positivista» y de «empirista» a quien utiliza datos de la realidad en el análisis y a quien reclama una mayor disponibilidad de datos, es un truco gastado de quienes quisieran escamotear la realidad para poder soltar fárragos doctrinarios que intentan hacer pasar por análisis. Cualquiera con una mínima experiencia en el debate académico conoce por donde viene la simpleza de la imputación. La evidencia desempeña una función específica e importante en la producción del conocimiento. Si el compañero Luque no es capaz de entender eso, pues ese no es mi problema.
- La pregunta que reproduce Luque – ¿es que sólo nos alimentamos de viandas y hortalizas? – es un argumento retórico para desviar la atención respecto a un hecho de la realidad: la importancia del sector privado en la producción nacional de alimentos. Curiosamente, es el mismo tipo de pregunta -pero hecha desde el otro lado del espectro ideológico- que en ocasiones se enuncia respecto a otras cuestiones que se desean «multiplicar por cero», como en el caso de la pregunta ¿es que sólo puede vivirse del acceso universal a la educación y la salud? Ambas preguntas -en apariencia diferentes- tienen como elemento común que intentan relativizar la importancia de factores para tratar de imponer una narrativa política prefabricada.
- En cualquier caso, ya que el compañero Luque ha incursionado en la especulación acerca de la efectividad de las ideas en «la cuestión económica cubana», tomo nota con satisfacción de que, a pesar de lo que «teoricen» el compañero Luque y otros compañeros sobre las viandas y las hortalizas, en una de las primeras reuniones importantes que convocó el nuevo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se planteó el objetivo del gobierno cubano de priorizar el programa de viandas y hortalizas para llegar a la meta de asegurar 30 libras mensuales per cápita. http://www.granma.cu/cuba/2018-05-10/chequeo-diaz-canel-programas-fundamentales-para-el-desarrollo-del-pais-10-05-2018-21-05-38
- Me parece muy bien que el compañero Luque considere que la propiedad cooperativa y la privada no tengan la misma significación política ni social con respecto al proyecto socialista y también me parece muy bien que se «teorice» sobre eso. El problema es que cualquier opinión o teorización tiene que ser validada en su correspondencia con la realidad. Efectivamente, en las condiciones específicas de Cuba, la propiedad cooperativa no tiene la misma significación política ni social que la producción privada: la cooperativa produce mucho menos alimentos. Sucede que la comida es directamente un asunto político y social aunque parece que hay quienes todavía no se han enterado.
- En el caso de la agricultura, el aporte productivo de la propiedad cooperativa es considerablemente inferior al del sector privado en todas las categorías estadísticas, con la única excepción de la producción de papa (el sector estatal también produce más papa que el privado). Ese mayor nivel relativo de producción no se limita a las viandas y hortalizas. También incluye el arroz, los frijoles, el maíz, los cítricos y los frutales. Una superioridad que no existe solamente respecto al sector cooperativo sino tambien respecto al sector estatal. En el caso de las producciones pecuarias (carne, leche y huevos), la producción privada es notablemente superior a la cooperativa en todas y en cada una de las principales categoría reflejadas en la estadística oficial (el sector estatal produce más productos pecuarios que el sector privado en tres de las seis categorías: carne bovina, carne de cerdo y huevos). Ver, tablas 1.2 y 2.2 http://www.one.cu/publicaciones/05agropecuario/ppalesindsectoragrop/ppales_indsep17.pdf En el caso del empleo nacional, desde hace años, casi la totalidad del empleo neto es creada en el sector privado. El aporte del sector cooperativo es mínimo.
- Lo que alguien pueda teorizar sobre la significación las cooperativas, pero que no refleje los datos de la realidad, quizás pudiera ser interesante, pero muy probablemente sea intrascendente en el momento actual. ¿Es acaso preferible tratar de orientar la política económica a partir de una idealización de las cooperativas o a partir de un análisis basado en los datos de la realidad?
Mis comentarios en el plano político:
- El compañero Luque ha afirmado respecto a mi trabajo que «una de las piedras basales de sus convicciones la constituye una confianza entusiástica en la propiedad privada, complementada con una desconfianza marcada por la economía y la propiedad estatal como forma efectiva de la propiedad social«. Esa es una interpretación torcida -muy torcida- de lo que he escrito. Siempre he dicho que la reforma del sector estatal (incluyendo su contracción) y la expansión del sector privado nacional son dos caras de una moneda. Pero lo importante aquí es que la expansión de lo privado y la contracción de lo estatal -ambas cosas- forman parte de un proceso real que es política de Estado desde hace algún tiempo y que no es simplemente una idea que podamos tener un grupo de economistas. Como he dicho antes, el documento de la «Conceptualización» incluye la expansión del sector privado y el «Informe Central» del VII Congreso del PCC (abril de 2016) se refirió a la importancia de crear condiciones para el funcionamiento de la empresa privada nacional. Tratar de explicar la racionalidad del intento de cambiar la discusión desde un análisis de lo real hacia el plano de las teorizaciones de Luque y compañía es una pretensión risible. El compañero Luque tiene derecho a sostener sus utopías y teorizaciones, pero ¿qué tiene que ver eso con la realidad?
- Supongo que el compañero Luque pudiera quizás tratar de encontrar algún interlocutor calificado en el gobierno cubano para que pueda discutir acerca de:
- Si no sería un caso de «adelgazamiento de la participación estatal» la notable reducción del empleo neto del sector estatal, que ha sido de un poco más de un millón de trabajadores desde 2010,
- Si no constituiría «una confianza entusiástica en la propiedad privada» las exoneraciones impositivas que se le ofrecen a la inversión extranjera,
- Si no representaría una «desconfianza marcada por la economía y la propiedad estatal» haber transferido más de un millón de hectáreas de tierra del sector estatal al sector privado.
- Supongo que pudiera ser una conversación interesante.
Finalizo con unas observaciones en el plano político, pero que requieren un tratamiento particular pues, a diferencia de los puntos anteriores que se refieren a la contraposición de enfoques políticos sobre la realidad y la gestión de esta, el compañero Luque ha utilizado expresiones que se emplean en el debate político para descalificar mediante la insidia y la murmuración.
Una primera observación, que he expresado anteriormente, es que no le reconozco al compañero Luque ni a sus cófrades doctrinarios autoridad alguna para tratar de erigirse en fiscales políticos.
Si no pueden aportar pruebas concretas de sus acusaciones pueden irse con su «música» a otra parte. Pueden hacer las insinuaciones que deseen, pero mi consejo es que se ahorren las preguntas porque no serán respondidas. Esa es mi noción de cómo debe gestionarse la difamación.
La segunda observación es que la utilización cada vez más insolente de la calumnia en los intercambios refleja una gran pobreza de argumentos y una orfandad intelectual «de campeonato».
Por momentos tengo la impresión de que algunos de los involucrados se percatan de que la densidad de la difamación es demasiado alta y las ideas propias muy escasas. Quizás por eso parecería que -a veces- intentan «sacar» una parte de los panfletos insidiosos de los espacios habituales que los cobijan y diversificar su diseminación en plataformas internacionales que tienen una identidad propia bien definida. También tratan de desplazar los panfletones hacia las redes sociales como Facebook, que por su propia estructura se prestan más para «soltar» ideas que para hacer una discusión razonada.
Era lo que parecía haber sucedido con el texto de Luque publicado inicialmente en Rebelión. Sin embargo, se ha reproducido la publicación en su sitio habitual con un «comercial» añadido al final que sugiere ir a Facebook para que se lea otro texto del compañero Carlos Luque.
Es curioso y pudiera pensarse en la siguiente hipótesis: solamente un sitio sobre el que se tenga control total permite manipular un supuesto debate acerca de un texto, especialmente porque se «gestiona» el flujo de comentarios, tanto de los que se adjudican a nombres que corresponden o que pudieran corresponder a personas reales, como en el caso de los comentarios emitidos bajo seudónimos, los cuales representan una zona totalmente opaca y propicia a los desvaríos difamadores.
Un texto en un blog puede incluir difamaciones con una doble función: para intentar descalificar desde el propio texto -desde el momento del «saque»- y para «espolear» luego andanadas de improperios aún peores por parte de los «comentaristas» del blog, especialmente cuando el editor del blog mantiene con algunos «comentaristas» (reales o inventados) un supuesto grado de permisividad que rebasa cualquier norma racional de gestión de un sitio web. La evidencia existe y es verificable. La sección de comentarios del sitio donde usualmente publica el compañero Carlos Luque se ha convertido, a veces, en una verdadera sentina en la que se han vertido algunas de las peores infamias que he leído. Gestionada con fines de vendetta política.
NOTA:
Comentarios de Carlos Luque en Facebook
https://www.facebook.com/carlosaristides.luque.5/posts/184631272412397
16 de octubre de 2018
Respuesta al Sr. Monreal: ¿Nos alimentamos sólo de viandas y hortalizas?
El Sr. Pedro Monreal ha sostenido que este comentarista «ha manufacturado» «una acusación múltiple de deshonestidad académica, de aviesa intencionalidad política y de cobardía» contra su persona a partir de una incomprensión mía del manejo suyo de ciertos datos estadísticos sobre la economía cubana.
El Guayabero canta y cada oyente lo interpreta a su manera. Pero todo lo contrario de una supuesta deshonestidad o cobardía de Pedro Monreal, – palabras que nunca he utilizado-, en cambio, no dudo de que las propuestas, soluciones o el aparato analítico que emplea el economista, se originen en sus más sólidas convicciones y saberes.
De la lectura de sus textos la idea que yo me he formado, compartida incluso por colegas suyos de profesión, es que una de las piedras basales de sus convicciones la constituye una confianza entusiástica en la propiedad privada, complementada con una desconfianza marcada por la economía y la propiedad estatal como forma efectiva de la propiedad social, y que a partir de esas concepciones hace un sostenido e incesante énfasis – descontextualizando o dejando fuera factores históricos, sociales y económicos- en los problemas que afronta el proyecto socialista cubano. Ya algunos especialistas han señalado que las propuestas de Pedro Monreal conducirían a la entrega del poder económico y por lo tanto a la larga del político a la propiedad privada y por lo tanto, pondrían en peligro el proyecto socialista.
Cierto es que en mi texto anterior, al que se refiere Monreal recientemente en su blog, empleo la palabra «avieso». Fue en esta oración: «Por ejemplo, pretender que el otro hace un elevado ejercicio intelectual para entonces situarse en posición de refutarlo, es un proceder avieso, una sutileza a la que se le descubre muy fácilmente la costura, si además quien lo hace evita las ideas centrales del texto que se comenta.»
Pero allí avieso no se refiere a cómo el economista de marras interpreta las estadísticas, sino a un proceder suyo en la polémica conmigo, que consistió en suponer que el contradictor tuvo la voluntad de crear una taxonomía o una clasificación, sin que haya sido el caso expreso, para entonces, montado más cómodamente el Sr. Monreal allí, refutarla. Es decir, inventar el objeto de la refutación. Sostengo que fue un proceder espurio. Y repito lo que sucede una y otra vez en los textos que el Sr. Monreal dedica a temas no económicos: evitar referirse a ideas centrales de los textos para refutar sólo allí donde encuentra la ocasión de hacerlo.
En cuanto a las intenciones políticas del Sr. Monreal, fuera mucho más objetivo opinar si respondiera de una vez por todas qué hacía y qué propuso en un evento destinado a discutir sobre la Constitución cubana, financiado por organizaciones que repartieron dineros en el cónclave, y que él debe saber muy bien cuál ha sido la historia de agresiones con respecto a Cuba de esas organizaciones y de algunos de sus organizadores y participantes. Además de eso, no hallo correspondencia coherente explicable entre las palabras de Engelsque adornan su blog, y su papel en una entidad subversiva como Cuba Posible, y su participación en ese ¨laboratorio¨ y aquel evento.
De allí que entre: 1) sus análisis económicos, más bien positivistas, posibilistas y enrejados en el empirismo de las estadísticas, y de los cuales siempre es la economía estatal la mal parada, sin casi ninguna consideración de los múltiples obstáculos que el mundo del capital imperialista le pone en el camino al socialismo, y 2) las entidades que asesora y los eventos en que participa y sobre los cuales no desea dar opinión alguna, ergo: haya una lógica y razonable correspondencia.
Una correspondencia coherente, por una parte, entre el lema bloguero de Monreal, nada menos que la tesis de la desaparición del Estado como tal, y por la otra, su asistencia a eventos financiados por la Fundación Nacional Cubano-Americana sería posible en el caso de una persona esencialmente socialista en los cimientos de sus convicciones que simplemente quiera aprovechar tácticamente las herramientas que le ofrecen las poderosas finanzas de los enemigos del socialismo y el marxismo, y la oportunidad de estudiar en sus universidades para hacer carrera, entre otras razones, porque en Cuba no pudo hacer valer sus tesis e investigaciones. Confieso que a mí eso no me resulta convincente al menos mientras no exista una explicación en el discurso, o en las acciones, y si es posible y mucho mejor, de una correspondencia entre los discursos y las acciones.
Pero si la participación de Monreal en la cuestión económica cubana desea ser efectiva, debe tener presente que sus lectores no desconocen que no existe la economía pura y aséptica, técnica, que resuelva por sí sola los problemas que le atañen a la sociedad y que las alianzas pesan mucho en las definición de los objetivos.
Lo de la cobardía (supongo que intelectual) también lo puso Monreal. ¿Acaso sucede que un sayo que imaginó confeccionado por mí, luego comprobó que encajaba en su medida? En todo caso haría como los oyentes del Guayabero.
Pero vayamos brevemente al asunto en que se centra ahora Monreal, dejando a un lado todo lo demás. El de los datos estadísticos que él maneja en su artículo. http://segundacita.blogspot.com/2018/05/los-puristas-de-la-propiedad-y-la.html
En su respuesta al profesor Moreno, en el artículo citado y que se publicó en Segunda Cita, Monreal señala 4 puntos que, según dice, sería el abismo al que debería asomarse el profesor.
El 4to. Reza así:
¨La superficie cultivada en las empresas estatales es apenas el 19% de la superficie cultivada del país.¨
Esa afirmación me llevó a revisar la tabla correspondiente y constatar que el 54.8% de la superficie cultivada corresponde a las cooperativas (UBPC, CPA y CSS) y el 26.1% a la no estatal propiamente privada. Mi razonamiento fue que si el economista subrayaba el 19%, que corresponde efectivamente a las empresas estatales, por la lógica de la exclusión, está considerando la cifra correspondiente a las cooperativas y la cifra correspondiente a los agricultores pequeños en un agrupamiento que a los efectos de lo que le quiere argumentar al profesor Moreno, no es correcto. ¿Por qué? Mi argumento era entonces y es que:
¨ no tiene la misma significación política ni social con respecto al proyecto socialista, – si es que pensamos, actuamos y teorizamos para hacerlo posible-, la propiedad cooperativa que la que pudiéramos llamar estrictamente privada.¨
¿Acaso se pude negar que el cooperativismo implica una socialización de la economía superior a la privada y mucho más afín al proyecto socialista? Entonces, ¿por qué Monreal se refiere sólo al 19% estatal como que ¨apenas¨ llega al 19%, dejando a un lado aquel importante y fundamental matiz que diferencia a la propiedad cooperativa de la privada?
Pero si detectó desde aquel primer momento del intercambio en Segunda Cita que yo me refería a los datos de superficie en ese argumento, y él a los datos de producción, lo cierto es que no prosiguió el diálogo cuando era útil a los efectos del intercambio, no sabría decir yo por qué motivos, si le era tan fácil y oportuno hacer entonces la aclaración. Quizás se le cayó la conexión. Pero lo cierto es que en aquel intercambio había dos o tres cosas más que discutir y efectivamente yo llegué a pensar que para esas el Sr. Monreal no tenía, o evitaba, las respuestas. Veamos.
Recordemos que el economista, intentando refutar al profesor Moreno, y apuntalando su afán por la propiedad privada, afirmaba en el 1er. punto del retrato de su ¨abismo¨ que:
¨La producción nacional de algo tan importante como la comida la controla, desde hace rato, la actividad privada, y una buena parte de ello ocurre en 1 millón 200 mil hectáreas de tierras «estatales» entregadas en usufructo al sector privado.¨
Incluso para un simple lector como es el caso mío, eso parece una generalización muy rotunda. A partir de los datos que maneja el Sr. Monreal, ¿es que sólo nos alimentamos de Viandas y Hortalizas? Pensamos que ¨sólo¨ se quiso referir a ese renglón, el más favorable a su tesis, pero el sesgo es evidente.
Porque resulta que en otra tabla del mismo documento, para la fecha que cierra el dato, consta que el Estado produce el 68% de la carne bovina, sin contar lo que producen las UBPC (6.8%) contra un 23.3% las CSS y el área privada.
Además, la producción estatal de la Carne de cerdo representa un 62.8% mientras el área privada un 36.3%. El 83.3% de la producción de Huevos corre a cargo de la propiedad estatal, y sólo un 13% al área privada.
Cierto que en otros renglones (carne de ave, ovina y leche) la producción del área privada es muy considerable. Pero, ¿se puede olvidar, como le argumenté al Sr. Monreal que:
¨…la alimentación no son sólo las verduras y las hortalizas¨ y que ¨gran parte del valor agregado que se añade a las materias primas que se obtienen de la gestión agrícola y pecuaria, se elaboran y procesan, en las empresas sociales, de manera que creo no exacto afirmar que el mayor volumen de la alimentación proviene de la tenencia privada de los medios de producción?. Otro punto es que aún se importa un gran volumen de alimentos y el último, quizás tan importante como cualquiera, es que no tiene la misma significación política ni social con respecto al proyecto socialista, – si es que pensamos, actuamos y teorizamos para hacerlo posible-, la propiedad cooperativa que la que pudiéramos llamar estrictamente privada.¨
Si el Sr. Monreal en su respuesta al artículo sobre la manipulación de la verdad de Domingo Amuchástegui, sólo se atiene a mi error al referirme al área cultivada en vez de la producción, de todas formas a nadie debe escapar que generaliza demasiado al afirmar que la producción alimenticia en Cuba la controla la propiedad privada, desconociendo otros renglones alimenticios y la importancia del valor agregado de la industria en la elaboración, más lo que importa el Estado cubano. Ello conduce a subvalorar y demeritar la importancia y el papel de la propiedad y la economía estatal en Cuba que es una constante evidente en los estudios de Monreal. El que conozca las propuestas económicas del Sr. Monreal, que se inclinan por favorecer la privatización y el adelgazamiento de la participación estatal, no puede menos que encontrar una correspondencia entre esas tesis y su modo de interpretar las estadísticas.