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Del «cuentapropismo» y sus síntomas de evolución

Fuentes: Ogunguerrero/Rebelión

Las normativas del trabajo por cuenta propia han recibido un cambio sustancial. Extender al total de actividades legalizadas la posibilidad de contratar trabajadores, legalizar las ventas que el carretillero hacía ilegalmente, liberar de la incorporación obligatoria al régimen de Seguridad Social a quienes, por edad, ya habían cumplido con ello, y retribuirles lo injustamente aportado […]

Las normativas del trabajo por cuenta propia han recibido un cambio sustancial. Extender al total de actividades legalizadas la posibilidad de contratar trabajadores, legalizar las ventas que el carretillero hacía ilegalmente, liberar de la incorporación obligatoria al régimen de Seguridad Social a quienes, por edad, ya habían cumplido con ello, y retribuirles lo injustamente aportado por este concepto; varias rebajas de impuestos y derivaciones de gastos personales por la actividad desempeñada; posibilidades de expansión y otras que no son simple letra, o cesión de demandas, sino puntos de partida para nuevas consecuencias en el ámbito social, sobre todo las relativas a las diferencias sociales.

Se muestra en este último paquete de cambios, principalmente, la voluntad del Estado cubano de crear las condiciones para que el cuentapropismo cumpla una función laboral reguladora en medio de una economía castigada tanto por factores externos como internos. De ahí que las respuestas legislativas privilegien el punto de vista del cuentapropista antes que el punto de vista de quien usa sus servicios o de quien recibe afectaciones colaterales por su puesta en marcha. Medidas injustas relacionadas con la contribución al Fisco y la Seguridad Social, se revierten, en no pocos casos, en especulación y abuso una vez que la demanda sigue siendo superior a la oferta y una vez que el cuentapropista labora sin la supervisión adecuada.

Para que el socialismo lo siga siendo en medio de condiciones necesarias de economía mixta, en la que el cuentapropismo puede ser irrelevante en relación con la acumulación de capital, pero importante en cuanto a diferenciación social, es necesario que estas funciones no se entiendan desde un punto de vista economicista y que se apliquen de acuerdo con el principio elemental de que en la actualización del modelo económico ha de primar la planificación y no el mercado.

Si atendemos, por ejemplo, al comportamiento de los cocheros por tracción animal, un medio de transporte de suma importancia en capitales de provincias y en sus municipios y poblaciones internas, vemos que, ante un impuesto que recaudaban en apenas tres o cuatro días, habían reaccionado duplicando y hasta triplicando el precio del pasaje. Un precio forzoso además para estudiantes y trabajadores que no tienen otra opción objetiva estatal, por cuanto el transporte público se halla muy lejos de cumplir las expectativas de la población. O sea, han descargado la remuneración de sus elevados ingresos sobre una ciudadanía cuyos ingresos son sensiblemente inferiores, si se tiene en cuenta que el salario medio cubano no llega a los 500 pesos mensuales, cifra que un carretonero algo perezoso puede obtener en menos de cinco días de trabajo. Y la legislación cubana ha reaccionado reduciendo a 100 pesos ese impuesto mínimo que ya antes era sumamente bajo: 150. En tanto, la Administración no actúa sobre la base de una competencia mínima en el servicio de transporte urbano y suburbano que conmine a ese transportista a regular su precio para estabilizar trabajo y clientela.

La Resolución 298 incrementó además para estos cuentapropistas el límite de gastos para calcular el impuesto sobre los ingresos obtenidos, del 20% al 40%. La decisión incide, desde luego, en la liquidez de los más de 11000 cocheros que se han inscrito en el país. Es una cifra para tener en cuenta, desde luego. Sin embargo, abrumadoramente superior es la cifra de pasajeros por ellos transportados, en su mayoría empleados del Estado, que son quienes soportan la carga que el beneficio de su liquidez implica cuyos ingresos se están viendo sensiblemente afectados por el libre albedrío de los dueños de carros de tracción animal.

Estos transportistas incumplen, por demás y con relativa impunidad, varias leyes; a saber: vierten el estiércol de las bestias en las calles, contaminando el Medio Ambiente y atentando contra la salud del transeúnte en un país donde las erogaciones por este concepto son ejemplares en el mundo; extorsionan al pasajero en horarios pico, conminándolo a cubrir no solo el pago óptimo del carretón en el viaje de ida, el que realmente se usa, sino de ida y vuelta; homogenizan el precio regular a tramo completo aunque el pasajero apenas haga uso de la mitad o menos; no consideran como diferenciados a niños y estudiantes, como lo hace el Estado, aunque sí reciben de este, conjuntamente con su familia, los mismos beneficios, por igual en educación, atención médica, distribución de productos normados y a precios protegidos, cultura y deporte, entre muchas; y, la de mayor repercusión en el ámbito de la regulación tributaria, no declaran lo que realmente ganan.

Si no se trata de culpar al cuentapropista de la violación que comete, como ha expresado la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Margarita González, por el hecho de que otros ciudadanos también infrinjan la ley, ¿se trata entonces de seguir permitiendo que la ley se viole, que las regulaciones urbanas no sean más que letra muerta y que la ciudadanía que se atiene a la legalidad se sienta desamparada, sola, un rara avis? Tampoco abogo por extremismos insulsos que abultarían aún más el anecdotario de los inspectores populares, muchas veces con una preparación inferior a la que el puesto requiere, sino por una estrategia coherente y eficaz por parte de las instituciones a cargo del control social, y del comportamiento ciudadano, que lleve de la multa y la penalización a la cultura, de la persuasión a la conducta, lo que justamente busca un Sistema como el nuestro.

El imprescindible fortalecimiento del Estado socialista para vencer la transición no puede limitarse al acto de prohibir, flexibilizar y reglamentar de acuerdo con el vaivén de ruidos públicos de opinión, aunque estos sean desde luego imprescindibles. Es necesario que el aparato de Estado, con sus especialistas y sus directivos, sea capaz de trabajar transversalmente, con objetividad y equilibrio social, y de entender sistémicamente al Sistema de relaciones sociales que hemos estado construyendo, no solo desde la superestructura legal, desde el acto desiderativo o desde el síntoma visible en superficie, sino desde las causas de la práctica inmediata de una sociedad civil que ha demostrado en millones de ocasiones que está dispuesta a defender, y a sacrificarse, por un socialismo en desarrollo y justo.

Fuente: http://ogunguerrero.wordpress.com/2011/09/16/del-cuentapropismo-y-sus-sintomas-de-evolucion/