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La primera nación que legaliza la tortura

Dentro de los tribunales militares de Israel

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¿Debe EE.UU.emular el trato dado por Israel a los detenidos palestinos, en su busca de un reajuste del equilibrio entre la seguridad y la libertad en la «guerra contra el terror»?

Es la posición que han propugnado los abogados de los detenidos de Guantánamo Avi Stadler y John Chandler de Atlanta, y algunos otros. El que personas detenidas por EE.UU. sean mantenidas incomunicadas durante años sin ser acusadas, y que puedan ser procesadas o detenidas indefinidamente sobre la base de confesiones obtenidas mediante la tortura es peor que una vergüenza nacional. Es un ataque contra los fundamentos del imperio de la ley.

Pero el modelo israelí para enfrentar el terrorismo, aunque sea bastante diferente del de EE.UU. es por lo menos igual de vergonzoso.

Mucho antes del primer atentado suicida cometido por palestinos en 1994, Israel había recurrido a asesinatos extrajudiciales, demoliciones de casas, deportaciones, toques de queda y otras formas de castigo colectivo prohibidas por el derecho internacional.

El encarcelamiento ha sido una de las estrategias clave del control israelí de la población palestina, y desde 1967 más de medio millón de palestinos fueron procesados por tribunales militares que están muy por debajo de los estándares internacionales de debido proceso.

La mayoría de las condenas se basan en confesiones coaccionadas, y durante décadas las tácticas de interrogatorio israelí han incluido el uso de torturas y maltratos. Decenas de miles de palestinos nunca fueron procesados, y en lugar de serlo, fueron retenidos en detención administrativa durante meses o años.

Israel tuvo la ignominiosa distinción de ser el primer Estado que pública y oficialmente «legalizó» la tortura. Adoptando la recomendación de una comisión israelí de investigación, el gobierno apoyó en 1987 el uso de lo que llamó eufemísticamente «presión física moderada,» y decenas de miles de palestinos sufrieron las consecuencias.

En 1999, la Alta Corte israelí prohibió el uso rutinario de «presión física moderada.» Pero el dictamen dejó abierta una ventana para el uso de tortura bajo «circunstancias excepcionales.»

Estas tácticas, muchas de las cuales han sido utilizadas por interrogadores estadounidenses contra prisioneros extranjeros, incluyen el doloroso encadenamiento con grilletes, abuso de posiciones fatigantes, prolongada privación del sueño, manipulación de temperaturas y ruidos, y varias formas de tratamiento degradante y humillante. En una entrevista con tres interrogadores israelíes publicada en el periódico de Tel Aviv Ma’ariv en julio de 2004, uno de ellos dijo que el Servicio General de Seguridad «utiliza toda manipulación posible hasta sacudidas y golpizas.»

Cerca de 10.000 palestinos están encarcelados dentro de Israel y más de 800 están en detención administrativa. Sus familias en Cisjordania y en a Franja de Gaza no pueden entrar a Israel, de modo que los detenidos palestinos están, en ese sentido, tan aislados como los prisioneros en Guantánamo. Sólo la semana pasada, la Corte Suprema israelí tuvo que ordenar que una de las instalaciones de detención de peor reputación permitiera que los prisioneros tuvieran acceso a los servicios higiénicos durante las 24 horas del día.

El sistema de tribunales militares israelí se compara con el sistema de tribunales militares de EE.UU. establecidos para Guantánamo de una manera que deploran abogados estadounidenses como Stadler y Chandler.

Aparte de su dependencia de interrogatorios coercitivos para lograr confesiones y para justificar la continuación de la detención, los prisioneros detenidos por Israel pueden ser mantenidos incomunicados durante largos períodos, y los abogados enfrentan pesados obstáculos para reunirse con sus clientes.

Aunque es verdad que los detenidos son presentados en algún momento a un juez militar israelí, este proceso no puede ser calificado de imparcial. Esas audiencias tienden a ser utilizadas para prolongar la detención y a menudo tienen lugar en las instalaciones de interrogatorio, no en tribunales. Los detenidos son pocas veces representados por abogados o informados sobre sus derechos, incluyendo el derecho a quejarse de abusos o de defender su inocencia. El que no alguien no defienda su inocencia en esa audiencia puede ser utilizado como evidencia de culpa.

Cualquier información, incluyendo aquella de segunda mano y relatos de otros prisioneros bajo tortura, puede ser utilizada para condenar o detener administrativamente a los palestinos.

Si hemos de aprender algo, por lo tanto, de la experiencia israelí, tal vez sea que la tortura y la detención arbitraria o indefinida exacerban un conflicto y ponen en peligro a civiles.

Los estadounidenses debieran sentirse orgullosos del noble trabajo que realizan los abogados de Guantánamo al presionar por la restauración del compromiso con el imperio de la ley por parte del gobierno de EE.UU. Si esos abogados desean identificar un modelo apto de Israel, no puede ser ni el gobierno ni el sistema de tribunales militares.

Más bien es el de las comunidades israelíes y palestinas de derechos humanos que han estado trabajando durante decenios para establecer el respeto de los derechos humanos y el imperio de la ley.

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Lisa Hajjar es profesora asociada y presidente el Programa de Ley y Sociedad en la Universidad de California, Santa Barbara, y autora de «Courting Conflict: The Israeli Military Court System in the West Bank and Gaza» (University of California Press, 2005).

http://www.counterpunch.org/hajjar10292007.html