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Sobre el Plan Ibarretxe

Derecho al divorcio, esa es la cuestión

Fuentes: Rebelión

¿A que viene eso de reivindicar el derecho al divorcio? Hace tiempo que es operativo. Cierto, en lo que al matrimonio se refiere, pero no en lo relativo al llamado problema, cuestión o contencioso nacional. Plantear esa cuestión, ha sido la mayor virtud del llamado Plan Ibarretxe. Personalmente no estoy de acuerdo con dicho Plan. […]

¿A que viene eso de reivindicar el derecho al divorcio? Hace tiempo que es operativo. Cierto, en lo que al matrimonio se refiere, pero no en lo relativo al llamado problema, cuestión o contencioso nacional. Plantear esa cuestión, ha sido la mayor virtud del llamado Plan Ibarretxe.

Personalmente no estoy de acuerdo con dicho Plan. No ciertamente, por que considere que sea anti-democrático, sectario, formulado para satisfacer solo a la parte nacionalista vasca, tal como se le ha criticado desde distintos sectores. Criticas que no comparto. Estoy en desacuerdo por otra razones, que tienen que ver con diversos aspectos de la concepción de la nación, la soberanía; lo poco claros que quedan los derechos de la ciudadanía relativos al trabajo, la vivienda, un salario social digno, a un largo etc.

Tampoco me gusta el énfasis que se hace de la libertad de empresa, la propiedad privada de claro sesgo liberal, mientras que apenas hay mención o apuesta por un sector publico en la economía, ni sobre la tan necesaria intervención del mercado, etc. Tampoco me ha parecido bien como se ha gestionado. Constreñido de entrada, al área institucional, abriéndose todo lo mas a especialistas y representantes de ciertos estamentos sociales, dejando a la ciudadanía de lado, o en espera del «día d hora h»de la gran consulta… Consulta que ciertamente hay que hacer.

Volviendo al tema.

1. ¿Por qué es tan importante, el derecho al divorcio, en lo relativo al tema nacional? La respuesta esta en la respuesta (valga la redundancia) dada por Zapatero a Ibarretxe: «Vivimos juntos, decidimos juntos». Obviando, escandalosamente, que dicha convivencia no se realiza en pie de igualdad. La convivencia entre naciones, o grupos nacionales, al igual que entre personas, no puede darse en pie de igualdad si no se cumple con un doble requisito: que dichas personas, o grupos, tengan los mismos derechos y sus correspondientes instrumentos para poder aplicarlos. Libertad para juntarse, libertad para separarse.
A partir de lo cual, entran en consideración, los necesarios pactos y acuerdos para un reparto equitativo de propiedades, cargas, y un largo etc. El estado español, en la actualidad, se asemeja mas que a un matrimonio impuesto y canónigo (indisoluble para los creyentes) que a un matrimonio civil fundamentado en la libre elección y que dura mientras cada parte lo desea. Dicho de otra forma, mas que un estado plurinacional de libre convivencia, es lo que los clásicos llamaron una «cárcel de pueblos», aunque es sabido que hay muchos regímenes carcelarios (permisivos y estrictos) y diversos grados de reclusión, desde los de tercer grado, arresto domiciliario hasta los de libertad vigilada. O si se quiere llamar articulo 155, como nos lo recuerdan cada vez que salta el conflicto. ¿Por qué no hace tanto tiempo se nos decía, » sin violencia todo es posible, incluso la independencia, siempre que sea expresión de la voluntad mayoritaria? Y sin embargo en plena tregua, durante la época de Lizarra-Garazi, fue cuando con mas virulenta se negaron a aceptar cualquier atisbo de propuesta auto determinativa? Utilizándose en tal empeño recursos tan ridículos como el de las maletas, o «sinónimo de expulsión.

2. El debate en el Parlamento español ha dejado bien patente que aquí hay dos formas de plantear la convivencia. La una, bajo los limites de una Constitución elaborada bajo la Espada de Damocles (en realidad, de los espadones militares) que no acepta mas soberanía, ni otro ámbito de decisión que el del Estado, o si se quiere la llamada nación española tal como esta formulada en dicha Constitución, y que además no quiere trasformarse. La otra, la que parte de la demanda, o reconocimiento del ámbito de decisión (previo) de cada nación, desde la cual efectuar posteriores negociaciones. Todo consenso, que niegue a la mayor la posibilidad del ámbito vasco de decisión, se asemeja a una partida con cartas trucadas. Quienes dicen que ese planteamiento es sectario, afirmo lo contrario: Primero, porque parte de una idea democrática elemental y sencilla: que sea el propio pueblo vasco quien decida el grado de poder y de autogobierno que desea tener. Segundo, porque plantea la exigencia de democratización del propio estado español que se tiene por `propietario del territorio vasco. Tercero porque, su planteamiento ético es superior al del estado, en la medida de que se supedita su (nuestro) programa nacional vasco a la voluntad de la población, mientras que el estado revela su insuficiencia democrática al no tenerla en cuenta. Cuarto, clarifica el conflicto interior vasco: una sociedad plural que necesita crear, por libre acuerdo entre las partes, unas bases comunitaria de convivencia mas consistentes. Por último, porque favorece la mejor integración de la sociedad vasca. Ya que un pueblo que, decide lo que decide (separase o reunificarse) ala hacerlo de forma democrática y sin ingerencia a lguna, avanza sustancialmente en su cohesión interna. En suma, autodeterminación es ms democracia y no más nacionalismo.

3. Lo dijo un clásico socialista: un pueblo que oprime a otro no puede ser libre. La aceptación del derecho de autodeterminación es bueno para Euskal Herria y es bueno para España. Es una de sus asignaturas pendientes. Su prueba del algodón democrático. Ciertamente, el modo de llevarlo a la practica supone para el nacionalismo vasco su propia prueba del algodón, pero ese tema lo trataremos otra vez. Un Estado, y sobre todo unas izquierdas, atadas a la concepción nacional excluyente que niega a una o varias de sus partes (por las razones que sea) el derecho a la libre separación (lo mismo que ciertos nacionalismos han negado históricamente él derecho a «a la libre unión») estarán las mas de las veces, rehenes de la derecha más reaccionaria. De echo, el derecho de autodeterminación, al contrario de lo que cierta cantinela le atribuye, no es de naturaleza nacionalista, ha sido y es un principio democrático (asumido desde la izquierda emancipatoria) para establecer las bases de una libre convivencia o permitir una separación amistosa. Que sean, fuerzas nacionalistas, las que hoy en día reivindiquen con insistencia este derecho, no cambia su naturaleza. En todo caso, dice mucho de las miserias de cierta izquierda en relación a la democracia, y también de su plegamiento al sistema. No por casualidad, fue la naciente Revolución Soviética, la que además de conferirle un rango programático y casi de principio, quien popularizo dicho derecho al conceder a Finlandia, los Países Bálticos, Ukrania, libertad para quedarse o para largarse. Y muchos de ellos se largaron. Hay que remarcar la paradoja de que buena parte de los países recién incorporados la Unión Europea (a pesar de que su futura Constitución no lo recoge tal derecho a la autodeterminación) son países que soportaron en el pasado el yugo de lo que se llamó la doctrina de la soberanía limitada, férreamente ejercitada por el Pacto de Varsovia. Y que gracias al ejercicio del derecho de autodeterminación, han logrado ser independientes (por mas que dicha independencia bajo el capitalismo globalizado sea cosa harto problemática, pero esa es otra cuestión) y desde dicha independencia optar por formulas de soberanía compartida (formula que nos vendría de maravillas a los vascos/as una vez alcanzado el pod er decisorio necesario para optar en libertad. Una Euskadi Independiente, dentro de una -otra- Europa – socialmente justa y solidaria con todo el mundo ). ´

4. En definitiva: Independencia, libre asociación, que Euskal Herria decida (el modo, la forma, desde que ámbitos, es un debate pendiente entre nosotros / as). Esa es la cuestión, el debate pendiente. Reconocido esto, discutamos en pie de igualdad los pasos a dar, y que nos satisfagan a todos para un periodo determinado. Por tanto debate abierto en toda la sociedad vasca. Instrumentos para pronunciarnos. Y si no nos dejan ¡a la calle!,