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Desde La Habana, Cuba, la «Internacional de la Vida»

Fuentes: Rebelión

En 1898 Estados Unidos con la promesa de ayudar a Cuba en la Guerra de la Independencia, lucha contra España. Las tropas norteamericanas vencen en batalla a las españolas e ingresan en Santiago de Cuba donde izan la bandera y cantan el himno. Calixto García, revolucionario cubano, observa y protesta pues el himno es en […]

En 1898 Estados Unidos con la promesa de ayudar a Cuba en la Guerra de la Independencia, lucha contra España. Las tropas norteamericanas vencen en batalla a las españolas e ingresan en Santiago de Cuba donde izan la bandera y cantan el himno. Calixto García, revolucionario cubano, observa y protesta pues el himno es en inglés y la bandera tiene estrellitas. Este es el primer pasito, los EEUU se bautizan de Imperialistas. A partir de allí y hasta nuestros días las guerras, invasiones, matanzas cubiertas, encubiertas y descubiertas muestran la sanguinaria trayectoria de una vampiresca necesidad de vivir de los otros y llevar adelante el acabose de una parte de la Humanidad, la parte que no les sirve a ellos.

Es la Internacional de la muerte.

Como vemos no nació de la nada y mucho menos para nada. Pero en estos días como en muchos otros momentos de la historia, la internacional de la muerte se encontró que no estaba sola, además de sus consabidos y conocidos (y ojo, muchos desconocidos) amigos y socios de siempre (España, Inglaterra, etc.) se hallaron frente a una: «Internacional de la Vida».

¿Qué cosa? Pero cómo se puede pensar en esa idea cuando lo que se habló durante los días 2, 3 y 4 de junio en La Habana, Cuba, fue de lo siguiente: del terror, de la tortura, del plan Cóndor, de bombas en latitas en Tropicana (frustrado), del Ron Bacardí que es de mafiosos y además malísimo, del avión que un tal Posadas Carriles hizo volar con más de 70 personas por los aires, de atentados en Buenos Aires dejando gente destrozada por las calles y miles de desaparecidos, de chicos torturados frente a sus padres y viceversa en Chile, de archivos de la muerte y de la muerte por dolor en Paraguay, de la sangre minera en Bolivia, de la yerba mate derramada en los pozos de la muerte del Uruguay, del dolor antes durante y después de la Revolución Nicaragüense, del pecho hundido por la angustia y el llanto en un Salvador no salvado, de Guatemala a guatepeor, de Centroamérica toda descentrada, del sufrimiento que ha tenido un denominador en común: La victima y el victimario. En todos los casos, los excluidos de siempre recibieron el castigo de las dictaduras dirigidas por la CIA, el FBI, en definitiva por los EEUU. La escuelita de Las Américas tenía un manual, todos lo estudiaron. Luego de varios años se imprimió un anexo que decía: ahora democracia. Y así fue, independientemente de las valiosas luchas de nuestros pueblos. Y seguimos aportando nuestros muertos por causa del terrorismo social sistematizado de los mecanismos que matan sin botas y sin balas y que continúa hasta nuestros días.

¿Y entonces? ¿Qué Internacional de la Vida? Somos fervientes creyentes, somos hombres y mujeres de fe, Creemos en la Vida y por ella vivimos, amamos, peleamos, luchamos y morimos si es necesario, porque si no sintiéramos la Vida latir en nuestros corazones y en los corazones de nuestros hijos e hijas no nos hubiéramos reunido en La Habana a decirle ¡Basta a la Muerte!.

Cuba nos reunió para hacer en tres días lo que no hicimos en treinta años: a sentir el dolor no individualmente, sino socialmente, y a comprender que la liberación tampoco es individual, es colectiva. Los cubanos saben de esto.

Como dijera el Comandante Fidel: «Así como está, América Latina es inviable».

El mundo es inviable, no existe atisbo de posibilidad de vida si no cambiamos el orden de las cosas y si no se detienen las tropelías que se vienen cometiendo desde el Norte.

El gobierno de los Estados Unidos es terrorista.

Dicen que para muestra basta un botón. En este caso, el botón es Luis Posadas Carriles, un ser humano despreciable, terrorista, agente de la CIA, responsable de hacer volar por los aires un avión de Cubana de Aviación con 73 pasajeros, y hombre de oscuros rincones desde donde llevó a cabo acciones siniestras cumpliendo con el Plan Cóndor en América Latina. Su socio Orlando Bosch es otro integrante de esa banda de asesinos a sueldo.

A los EEUU se les complicó la cosa y no pudieron ocultar una barrabasada de mentiras al ingresarlo ilegalmente y protegerlo en su propio territorio sabiendo que se fugó de una cárcel de Venezuela y que deben extraditarlo para un juicio justo. Aún no saben como salir de tal enfrascamiento. La mentira siempre pesa. La verdad aliviana.

Sobre los Estados Unidos pesa una gran deuda con la Humanidad. Ya no pueden seguir mintiendo y matando tanto. Ya no pueden seguir derramando tanta sangre. Ya no se puede más. Las bases del Imperio deben ser socavadas por el propio peso de sus ignominias. No debe quedar piedra sobre piedra de este Imperio asesino de niños. Y cuando todos hagamos el ejercicio de ponernos a pensar en las miles de imágenes que nuestras retinas alguna vez retuvieron de tanta atrocidad cometida por los Estados Unidos de Norteamérica o a través de los serviles gobiernos bajo su poder, deberíamos temblar de rabia y de dolor, y que ese dolor se transforme en grito de Justicia para una Humanidad en peligro. Ya no más. Pensemos en la imagen de esa niña vietnamita que corre desesperada de la muerte y que representa los horrores de la guerra, pensemos en ese niño palestino que oculto con su padre en una esquina de la calle ve como las balas israelitas convierten a su querido papá en un cadáver, en la imagen de esa niña afgana que deambula sola por las calles de la incomprensión, o en los niños iraquíes que entre los escombros de lo que fue su casa buscan a los que fueron sus padres, o en la imagen del niño cubano Elian cuando es apuntado por las armas de las fuerzas de asalto de los EEUU, pensemos en la imagen diaria de nuestros barrios pobres con los niños famélicos acostaditos en una cama con los ojitos desorbitados la boquita abierta y la panza inflada, pensemos en un féretro chiquitito y multipliquémoslo por 100 (cien) cada día solamente en Argentina, y hagamos lo mismo por 1.100.000 (sí, un millón cien mil) por mes en todo el mundo, y esos números son niñas y niños muertos por causas evitables, pensemos en aquella vez cuando yo era pequeño y el hambre golpeaba a la puerta de mi hogar hasta que una mañana descubrí que ya había entrado en la casa de al lado en el momento que nuestra vecina vino desesperada con su hijito que, inerte y de color morado, colgaba de sus brazos empapado en el llanto de una madre que gritaba de rabia y dolor: No se mueve!!!, ya no se mueve!!. Y vi la muerte en mi amiguito, ese vecinito que ya no iba a jugar más conmigo, y vi la muerte ingresando a la vida, y vi la vida yéndose en los brazos de una madre, y vi y pensé, y pensemos todos: que es nuestra madre, que es nuestra hija o hijo. Esto fue ayer nomás y es hoy y si no queremos que sea mañana con nuestros nietos, debemos hacer algo, podemos hacer algo, tanta muerte no puede matar tanta vida.

La historia nos muestra que si lo decidimos y lo hacemos juntos, es inevitable, la Victoria es nuestra.

¡Por un mundo subvertido. Para una Humanidad con sentido!

Buenos Aires, Junio del 2005. [email protected]. www.nuestramerica.com.ar