René, después de tanto tiempo de hablar, de conversar, de estar al tanto, te veo, por primera vez personalmente, en La Habana y te veo con mucha energía, muy bien. Dime ¿ya te aclimataste a Cuba otra vez? Bueno, primero gracias por la entrevista y un gusto conocerte personalmente, porque como dices, habíamos intercambiado innumerables […]
René, después de tanto tiempo de hablar, de conversar, de estar al tanto, te veo, por primera vez personalmente, en La Habana y te veo con mucha energía, muy bien. Dime ¿ya te aclimataste a Cuba otra vez?
Bueno, primero gracias por la entrevista y un gusto conocerte personalmente, porque como dices, habíamos intercambiado innumerables veces, pero era imposible vernos.
Me ves como me siento, bien, en Cuba, que es a donde pertenezco, donde debo estar, entre mi gente, entre mi pueblo, entre mi familia. No sé si aclimatación es el término correcto. Desde que llegué a Cuba sentí que era donde tenía que estar y claro, esta etapa es un poco complicada, hay que, obligatoriamente, recorrer el país, hablar con los colectivos, reunirse con la gente, porque creo que lo menos que merece el pueblo de Cuba, de parte nuestra, es ese gesto de agradecimiento.
Por donde quiera que vas caminando sientes las muestras de cariño, vas por la Habana Vieja, por las calles, vienen y te saludan, te dan la mano, un abrazo, quieren una fotografía, alguien que hizo una promesa y la quiere cumplir y se quita los zapatos, es increíble lo que se siente. Hace poco fui a la Sierra Maestra y en lo más recóndito, por allá por Las Mercedes, en un lugarcito, prácticamente en el «fin del mundo», te conocen, conocen a la familia por sus nombres, identifican a Olguita y todo eso te conmueve, te obliga. Lo que estamos haciendo en este momento es tratar de pagar un poco ese cariño. En el recorrido por el país nos reunimos en teatros, en universidades. Son unos meses complicados, no es una vida común, no es una vida típica, creo que llegará el momento de aclimatarnos a lo que se considera una vida normal, pero por ahora estamos en ese proceso.
Pero creo que eso no va a pasar hasta tanto no esté aquí el grupo, o sea, estén Ramón, Fernando, Gerardo, Antonio.
Cuando hablo de una vida normal me refiero a dedicarme a tiempo completo a generar ideas, a buscar iniciativas, aunar acciones y aunar voluntades por la libertad de mis cuatro hermanos y, desde luego, hasta que ellos no regresen, esa va a ser mi vida, pero en este momento aún no estamos en esa etapa, estamos, como te digo, conversando con la gente, intercambiando, aprendiendo también de la gente. Supongo que en un tiempo prudencial, dentro de unos dos o tres meses ya nos dediquemos al trabajo concreto por la libertad de ellos y esa para mí, hasta que regresen, lo que otros considerarían vida normal.
¿Ya empezaste a escribir el libro con esa gran cantidad de memorias que tienes? A veces sale un pequeño fragmento en una entrevista, en una conversación, pero todo lo que pasó en tu vida, desde que te fuiste a Cuba hasta que regresaste, ¿eso va a ser un libro, finalmente?
No he decidido escribir tanto todavía, puede ser que un día se convierta en un libro, no lo sé, pero hay uno, que está escrito, que fue el diario del juicio. Por consideraciones legales siempre se evitó que se publicara, porque se consideraba que podía ser utilizado en mi contra por los fiscales, pero estando yo aquí ya ese es un proceso que se va a terminar y algún día saldrá. Tengo en mente hacer un trabajo más breve con las caricaturas de Gerardo que formaron parte del libro.
¿Habrá un día una historia contada por ti, por Gerardo, por Antonio, por Fernando, por Ramón? ¿Crees que un día saldrán esas historias contadas para las futuras generaciones?
No puedo asegurarlo, pero a los revolucionarios se nos critica porque hacemos la historia, pero después no la escribimos, tenemos tantas cosas que hacer que a veces…
El diario está interesante, recoge aspectos del juicio que nadie conoce, porque es el día a día de lo que ocurrió, yo lo concebí como un homenaje a Olguita, en realidad es una carta a Olguita, que empieza con el primer día de la selección del jurado y recorre todo el juicio.
Las mayores violaciones al debido proceso, a la legalidad norteamericana, las mayores violaciones, incluso éticas, que se originaron en el juicio no son muy conocidas, porque por lo general se pierden dentro de los transcritos, entre las evidencias, entre las cosas esenciales, pero por ejemplo, cuando un fiscal chantajea a un testigo y lo amenaza con meterlo preso si testifica por la defensa, son cosas que se pierden, sobre todo porque la prensa no cubrió el juicio. Ninguna cubrió el juicio, la de Miami se dedicó a hablar lo que quería y la de los Estados Unidos lo ignoró. Y esas son las cosas que se saben si la prensa cubre el juicio: el chantaje a los testigos, la falta de respeto a las órdenes de la jueza.
A mí me llamó mucho la atención una entrevista que te hicieron, creo que los muchachos de Radio Sancti Spíritus y después una declaración de Antonio que se publicó en Cubadebate que ustedes han tenido una gran delicadeza, un gran cuidado, un gran tacto. Hubo compañeros de ustedes que por tal de salvar su libertad, su piel, pactaron con la Fiscalía, mintieron, y realmente testificaron o colaboraron, sin embargo, en las pocas o escasísimas veces que ustedes se han referido al tema no lo han hecho con encono ni con resentimiento. Yo creo que ese es un acto más de grandeza de parte de ustedes.
Yo creo que es una posición ética, son personas que hasta un momento fueron compañeros nuestros. Obviamente, su actitud, después del juicio, no es de alabar, por decirlo en términos moderados, porque desgraciadamente ―y estas cosas no se conocen, la gente ve el sistema legal norteamericano a través de las películas y todo se ve muy bonito y la Defensa se faja y los fiscales pobrecitos, pero no es así― cuando los fiscales logran quebrar tu voluntad, quebrar tu dignidad y convertirte en un colaborador, exigen de ti una humillación que va más allá de lo humano y es triste ver eso. Pero por otra parte, son personas con familias en Cuba, que no tienen la culpa de las posiciones que ellos adoptaron, también son personas que, como nosotros, fueron sometidas a una presión terrible. Uno de los matrimonios que decidió colaborar tenía una niña de cinco años y, cuando el arresto ese brutal que se produce, la niña cayó en pánico, tuvo un ataque de nervios y hubo que llevarla al hospital y son cosas que uno considera. Bueno, ellos no tuvieron la solidez de principios que tuvimos nosotros, pero tampoco… Personalmente yo los ignoro.
¿Hasta cuándo la Fiscalía o el Gobierno siguieron intentando que ustedes se declararan culpables, que ustedes testificaran lo que ellos querían? Aún estando presos ¿todavía aparecieron propuestas?
La última que me hicieron a mí fue justo antes del juicio, me proponen un trato y me chantajean.
¿Qué te proponen, René?
Ellos me querían sacar del juicio, porque estaban muy empeñados en que no se hablara de terrorismo allí y es una cosa interesante, porque este es uno de los pocos, probablemente el único juicio, en el que la Defensa quiere que toda la evidencia salga a relucir y la Fiscalía tiene miedo que salga la evidencia. Emplearon mucho tiempo y energías en tratar que la evidencia relativa al terrorismo contra Cuba no saliera en el juicio, y se pasaron la mitad del tiempo tapando evidencias, a través inclusive, de mociones. Llegaron a poner una moción pidiéndole a la jueza ―por eso te digo que es importante el silencio de la prensa― que no se mencionara el tema del terrorismo y tuvieron el descaro de decir en la moción que combatir el terrorismo era la motivación de los acusados y la motivación no se debe discutir frente al Jurado. Como parte de eso manipularon toda la evidencia y me quisieron sacar a mí del juicio. Me proponen, en agosto de 2000, que me declare culpable de uno de los dos cargos y que a partir de ahí entraríamos a negociar. Como parte de esa propuesta está el chantaje. Me chantajean con la situación migratoria de Olguita, en el último párrafo me dicen: «Este acuerdo no tiene que ver con la situación migratoria de su esposa», como diciéndome, si quieres negociar esto puede ser parte de la negociación. Obviamente yo me resistí al chantaje y fui a juicio. Esa fue la última vez, en concreto, que ellos me propusieron que colaborara.
Desgraciadamente el sistema judicial norteamericano está plagado de irregularidades. Ellos siempre tienen la esperanza que el preso, aunque haya cumplido diez o quince años, termine colaborando con la Fiscalía, y para eso tienen una disposición que la gente le llama, de forma coloquial, la ruta 35, que es la Ley 35, que permite a una persona rebajarse su condena si colabora con la Fiscalía en cualquier cosa, por ejemplo, tú puedes estar preso y si mañana alguien ―otro preso― te hace una confesión puedes ir y llamar, te dan hasta un número de teléfono.
Se ve en las películas.
Sí, sí. Llamas a ese número y si logras que ese hombre sea convicto de esa confesión que te hizo, te rebajan la condena y como ellos están tan acostumbrados a que los presos hagan eso nunca se resignan a la idea que un preso no se quiebre más tarde o más temprano, esa es una de sus esperanzas.
Estando tú en las organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en Miami, específicamente en Hermanos al Rescate y en el Movimiento Democracia, ¿le brindaste información al Buró Federal de Investigaciones, compartiste información con el FBI?
Sí, yo ayudé a desmantelar dos operaciones de drogas que no fue con esos dos grupos sino que fue con el PUND, el Partido Unido Nacional Democrático. Ese grupo tomó cierta prominencia en 1993-1994, hicieron algunas incursiones armadas dentro de Cuba, inclusive asesinaron a un compañero, a un vecino de Caibarién en el momento del desembarco, si mal no recuerdo para robarle el automóvil. Ese era un grupo donde se mezclaba el narcotráfico, tú nunca sabías si ibas a una operación de narcotráfico o si era una operación contra Cuba y efectivamente, dos elementos de ese grupo me propusieron tratos de drogas y colaboré con el FBI en esos dos casos. Ellos fueron detenidos. También fue una fórmula de cortarle los suministros financieros, el financiamiento, porque utilizaban las drogas para financiar los grupos y se usaba también el anticastrismo para la droga, es como un círculo vicioso, en el que «una mano lava a la otra y las dos lavan la cara».
René, tú has hecho muchas declaraciones, no quiero que esta entrevista sea extensa, ya en el tiempo seguiremos hablando. Tu regreso a Cuba me ha traído un problema personal con mi esposa, porque yo llevo solo cuatro años, camino con ella y ya no le tomo la mano, y donde quiera que tú sales con Olguita van tomados de la mano, como novios, ¿cómo es una relación que ha pasado por tanto, cómo es un vínculo afectivo tan importante, cómo ese amor se muestra y se ve en cada imagen en que ustedes están?
Bueno, lo primero que te sugiero es que aproveches y le tomes la mano a tu esposa, y a todos los que estén casados que lo hagan, porque a veces, olvidamos esos detalles; a lo mejor a mí, como estuve preso tanto tiempo y separado, ese detalle no se me ha olvidado.
Olguita se merece todo el amor que yo pueda darle, ha sido no solo una madre ejemplar, una esposa ejemplar sino una cubana ejemplar, tiene toda mi admiración y estamos tratando, dentro de esta vorágine que nos ha impuesto la vida, a mi regreso, revivir ese amor y seguir siendo los novios que fuimos.
Le vi pinta a René Ignacio, tu nieto, que lo acabo de conocer hoy, pinta de pelotero. ¿Tú crees que será pelotero?
Tendría que salir al bisabuelo.
René, sabes que hay un grupo de personas que, tanto a través de organizaciones y programas de radio, bajo gran presión, hemos mantenido una posición firme e inclaudicable, en el corazón de Miami, y un gran número de cubanos se solidariza con la libertad de Los Cinco, los respaldan o respetan y otros que se comprometen tanto como lo hace el pueblo cubano, ¿tienes un mensaje para los cubanos de Miami, que quieras enviar, que oyen el programa como lo oías tú?
Voy a hablar de forma más general, porque sé que tu programa lo oyen cubanos de todos los colores, políticamente hablando.
A los que viven de resentimientos, del odio, que se quiten ese peso de encima, van contra la historia, la podrán aguantar, detener, podrán entorpecer el desarrollo de la historia, pero se van a quedar detrás y se van a morir con su resentimiento y con su odio. Yo me he conmovido ante cubanos que vinieron en Girón, que al paso de los años regresaron a Cuba de visita y cuando volvieron a Miami contaban esa experiencia conmovidos y llorando por la forma en que el pueblo cubano los había acogido, había perdonado su incursión en Girón y los había recibido como cubanos.
A los que no se han incorporado a nada, a los que no se meten en la política, yo sé que la mayoría de ellos no odia a Cuba, quieren mantener relaciones familiares, quieren venir a Cuba cuando puedan, quieren ser parte del futuro de Cuba. Los políticos que dicen representarlos no representan a la mayoría de los cubanos de Miami, sino a un segmento que ha hecho un negocio con el anticastrismo y que están por su dinero, por su poder político, por sus conexiones. Yo creo que lo menos que puede hacer un cubano medio de Miami, que quiera a su familia, es incorporarse e ir a votar y hacer un cambio en Miami. Yo creo que es importante que algún día los políticos de Miami representen realmente a la gente y no a un grupo de terroristas y de delincuentes, que cada vez son menos y que se están muriendo.
Y a los cubanos que sí se han incorporado a la lucha política por nosotros, y que sabemos que lo hacen en condiciones muy difíciles, que se requiere de mucho valor, de arriesgarse, nuestro agradecimiento porque sé que han hecho mucho, que se han sacrificado mucho, que lo han hecho con mucho entusiasmo y les debemos recibirlos aquí como ahora te estoy recibiendo a ti, como he recibido a Max. Nuestro agradecimiento de siempre, profundo. Muchas gracias por todo lo que han hecho y nuestra admiración.
Muchas gracias a René González por estar con nosotros, gracias.