Tal y como publicamos en la sección CUBA, Ángel Carromero Barrios ha sido sentenciado por el Tribunal Provincial de Granma a cuatro años de prisión por homicidio imprudente. Inicialmente la fiscalía solicitaba siete años. Este es el primer elemento interesante. Según fuentes bien autorizadas técnicamente, la condena menor a cinco años facilitaría que Carromero, tal […]
Tal y como publicamos en la sección CUBA, Ángel Carromero Barrios ha sido sentenciado por el Tribunal Provincial de Granma a cuatro años de prisión por homicidio imprudente. Inicialmente la fiscalía solicitaba siete años. Este es el primer elemento interesante. Según fuentes bien autorizadas técnicamente, la condena menor a cinco años facilitaría que Carromero, tal y como escribí en blog anterior, viaje a España bajo alguna de las dos variantes contempladas en la legislación penal cubana, la cual faculta al Consejo de Ministros a expulsarlo del país o, mediante la aplicación de los acuerdos bilaterales sobre casos de esta naturaleza, cumplir la condena en el país del cual es ciudadano. Sobre este particular, ambas partes deberán ponerse de acuerdo. Quien haya anterior sobre el tema comprenderá que la sanción no me sorprende. Mantiene abiertas las posibilidades de una solución dentro de la ley. Los antecedentes de lo sucedido tienen dos asideros.
Primera: La defensa de Carromero, asumida por la abogada cubana, Dorisbel Rojas, fue inteligente y eficaz. Tanto fue así que al concluir el juicio el pasado día 5, el Cónsul General de España en Cuba, Tomás Rodríguez Pantoja, declaró a los medios: «El juicio ha sido procesalmente correcto … Desde el punto de vista español, al menos, hay razones para ser optimistas. [B]Estoy prácticamente seguro de que va a haber una reducción de la pena que creo que va a ser considerable[/B] a la vista de lo que se ha discutido» (las negritas son mías). Obviamente la rebaja de tres años a la petición inicial está en consonancia con las expectativas del cónsul español. Y reitero lo ya escrito por mí con anterioridad: en ningún momento el objetivo político del viaje a Cuba -confirmado por las declaraciones del sueco Modig y su posterior desplazamiento hacia el interior del país- fue incluido en el proceso judicial.
Segundo: El aspecto político ha sido conversado por vías diplomáticas que incluyeron al más alto nivel de ambas cancillerías cuando en Nueva York los ministros del Exterior de Cuba y España, dialogaron sobre el tema. No sería peregrino pensar que previo a dichos encuentros también los hubo a nivel de embajadores. No es casual que a escasamente una semana del trágico accidente, al que Cuba restó su valor político, en España el tema Carromero y su abordaje público pasaron a ser patrimonio de personalidades autorizadas por la cancillería hispana y fueron discretas. Todo en consonancia con la solicitud del acusado de no politizar el accidente.
El objetivo político del viaje, los proyectos y sus posibles impulsores en España -todos vinculados al Partido Popular y a la Democracia Cristiana Internacional- pudieran haber salido a relucir durante las investigaciones y en los interrogatorios a Carromero, no así en el juicio, repito. De ser así, posiblemente estaríamos ante materiales políticamente sensibles y muy calientes, dada la actual coyuntura que vive el hermano pueblo español. ¿Que lo saco de la manga? Creo que no. ¿Acaso Jens Aron Modig, el sueco que viajaba en el auto con Carromero, no confesó horas antes de partir para su país que ambos trajeron 4 mil euros para el Movimiento Cristiano de Liberación (MLC) y que él estaba en disposición de ayudar a vertebrar el ala juvenil de dicho movimiento? ¿Qué más pudo haber confesado a las autoridades y cuánto más podrá haber aportado Carromero?
A mi criterio, y sin restar méritos al proceso judicial, el piso político ha sido determinante en el caso: bajó el nivel público del tema, redujo el proceso judicial a un accidente de tránsito y definirá posiblemente el traslado de Carromero a España, dentro de las normas legales, en un tiempo prudencial.
La solución no hiere la dignidad de España, ni implicaría, pienso yo, cambiar su postura crítica hacia el gobierno cubano; aunque es probable que signifique no inmiscuirse en los asuntos internos cubanos.