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Desterrar exclusiones, también desde el lenguaje

Fuentes: SEMlac

Sin librarse de la polémica que suele acompañar las discusiones en torno al uso de lenguaje inclusivo, un nuevo debate sobre el tema rescató desde Cuba la necesidad de deconstruir las representaciones sociales patriarcales, machistas y sexistas, que invisibilizan desde el habla y la escritura a diferentes grupos de personas.

Promovido desde el grupo de Telegram AcompaSex y moderado por la filóloga Teresa de Jesús Fernádez, coordinadora de la Red de Mujeres Lesbianas y, el intercambio de casi dos horas aludió al lenguaje como herramienta que permite mostrar una realidad más diversa y contribuye también a hacerla más inclusiva.

AcompaSex es un grupo psicoeducativo creado desde el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y moderado por profesionales de la salud, en el cual se intercambia sistemáticamente sobre temas relacionados con la salud sexual.

«El lenguaje es moderador del pensamiento», consideró la forista Carla PS. «Nos permite nombrar nuestra realidad y validarla; por lo tanto, lo que no se nombra no existe, y lo que no existe se margina», aseguró.

Sin embargo, comentó que personas muy cercanas, estudiantes de Filología, están contra el lenguaje inclusivo, debido a los postulados de la Real Academia Española.

«Se preocupan más preocupados por la gramática y el embellecimiento del texto, que por el impacto a nivel subjetivo que genera la omisión del género femenino», acotó.

En el debate se habló del uso la X, la @ y «es» como expresiones incluyentes, que emergen sobre todo en las redes sociales y son una de las aristas más polémicas y menos aceptadas alrededor del empleo de un lenguaje inclusivo.

Karel Bermúdez, otro participante, opinó que son inútiles los esfuerzos por establecer nuevos modos de comunicarse, pues resultan forzados, complicados y «hasta ridículos, cuando usan formas innecesarias». No obstante, añadió, ni los que están a favor ni los que están contra decidirán.

«El pueblo es quien impone las formas de hablar en su uso corriente».
«Quienes critican el uso de un lenguaje no sexista e inclusivo se niegan a aceptar la realidad en toda su riqueza y diversidad», reflexionó Teresa de Jesús Fernández y llamó la atención sobre el hecho de que, cada vez que se deconstruye lo que una cultura de dominación ha impuesto, se evidencia la falta de expresiones que responden a lo que había quedado oculto o estigmatizado.

«La lengua ayuda a construir nuestro pensamiento, a entender y compartir el mundo. Un lenguaje genérico con un marcador masculino como signo, que abarca y denomina a toda la humanidad, convierte al hombre en el estándar positivo y todo lo demás se relega a un nivel inferior», apuntó.

Al respecto, Carla PS alertó que la economía cognitiva natural en el uso del lenguaje contribuirá a reforzar la tendencia a la omisión. «Si seguimos omitiendo posibles expresiones identitarias, se seguirá invisibilizando la diversidad sexual y, por lo tanto, las vulneraciones en torno a los derechos y a las libertades se siguen limitando a un grupo de personas que forman parte de la norma estandarizada y rígidamente constituida del patriarcado».

Las y los foristas precisaron que muchas personas que dicen estar contra el lenguaje inclusivo no sexista se oponen únicamente al uso de la E, o de la X y la @, en el caso de los textos escritos, por considerar que dañan el idioma. Frente a esas aseveraciones, hubo coincidencias en que el español tiene muchas formas inclusivas y de lo que se trata es de desempolvar los vocablos genéricos y eliminar el uso de frases con sentido y significado sexistas.

Varios ejemplos ilustraron lo argumentos planteados, como el uso de la frase «reunión de padres» en las citaciones escolares, a las que normalmente suelen acudir las madres. Denominar estas convocatorias así es invisibilizar esa realidad, significaron y convinieron en que tampoco es correcto llamarlas «reuniones de madres», porque sería ir al otro extremo y desconocer que a esos encuentros asisten abuelas, padrastros, tíos, hermanos; de ahí que lo correcto sea acudir a expresiones como «reunión de familiares o tutores».

Igualmente, pueden usarse otras expresiones y giros de redacción en favor de la inclusión. Decir, por ejemplo: Miguel y Andrea tienen talento, en lugar de: Miguel y Andrea son talentosos. O: las personas que tengan interés deben, en lugar de los interesados deben…

Recomendaron, además, eliminar el uso de frases como: «Ella es la mujer de Gonzalo», que implica una relación de pertenencia; además de que no es común que se diga «él es el hombre de María».

Un lenguaje sexista promueve la superioridad masculina, defendieron varias de las personas participantes, en tanto la forista Elva Elvira señaló que, desde la infancia, se deben enseñar los términos inclusivos no sexistas, para que puedan incorporarse de manera natural al habla cotidiana.

En tanto, Mirtha Leyva abogó por eliminar la exclusión social que generan las actitudes androcéntricas y patriarcales, con raíces en representaciones sociales ampliamente naturalizadas, que conforman estereotipos y mitos.

Para Teresa de Jesús Fernández, «la identidad se establece a través de símbolos; pero, sobre todo, a través del lenguaje», que de manera decisiva incide en la representación mental que la gente tiene de las personas y los grupos.

«Todo lo que se trasmite en política, cultura, ideología, literatura, conferencias, chismes, juegos de palabras, amor, odio, violencia pasa a través del lenguaje. Hasta que eso no se entienda, seguiremos igual», remarcó.

Asimismo, dijo que no se trata de una cruzada para excluir la lengua y el léxico existentes, sino de abrirse a la realidad en toda su riqueza y multiplicidad. «Es lo mismo que sucede con los derechos humanos: que se abogue porque todas las personas los tengamos, no elimina los de quienes ya los disfrutan».

«Creo que, simplemente, hay que ser sensibles a las necesidades de otras personas, promover la empatía», opinó Carla PS. «No debemos tenerle miedo a los cambios y mucho menos a estos que fomentan la igualdad entre las personas, eliminan las distancias absurdas y fomentan la proximidad, la intimidad y las posibilidades de crecimiento para todas las personas».