Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron aprobados por todos los países de las Naciones Unidas en el año 2015. Buscan erradicar la pobreza, el hambre, el trabajo infantil, lograr plena igualdad de género, trabajo decente, la transición energética y la reducción de emisiones contaminantes… Diecisiete objetivos que transformarían el mundo desde esa fecha hasta lograr […]
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron aprobados por todos los países de las Naciones Unidas en el año 2015. Buscan erradicar la pobreza, el hambre, el trabajo infantil, lograr plena igualdad de género, trabajo decente, la transición energética y la reducción de emisiones contaminantes… Diecisiete objetivos que transformarían el mundo desde esa fecha hasta lograr en el año 2030, 167 metas mensurables y cuantificables. Es la Agenda 2030.
Hay varios elementos destacables:
-Dudas de la coherencia o la compatibilidad o el calendario de los objetivos de desarrollo sostenible. Se quiere un crecimiento económico y se avisa que la huella humana desborda la finitud del planeta y sus recursos; señalan la necesidad de movilizar recursos económicos y la escasa voluntad política de afrontar a los paraísos fiscales o de regular los tratados comerciales y de inversiones,…
-Lo bueno es que están implicados todos los países, porque es una agenda universal, y los objetivos se entrelazan, son transversales. Es un compromiso para que toda la humanidad pueda tener una vida digna, no dejando a nadie atrás. Si se quiere agua potable para todos, hay que buscar procesos industriales limpios y pautas de consumo que minimicen las materias primas y se busque la reutilización y el reciclaje. No es cuestión que la basura se esconda debajo de la alfombra o en un país africano. Si pretendemos que no haya pobres, hay que buscar mecanismos de redistribución e igualdad de oportunidades en todo el mundo, más allá de la débil ayuda al desarrollo.
-Aún con contradicciones internas, su cumplimiento sería una revolución copernicana y hay que trabajar por ello. Desde nuestro punto de vista se tiene la convicción de que la Agenda representa una oportunidad única para transformar el modelo de desarrollo económico, social y medioambiental vigente en uno más sostenible, equitativo e inclusivo. Suponen una palanca de transformación.
¿Cómo se plantea llevar la Agenda 2030 en nuestro país?
En España, con retraso, el Gobierno ha creado una comisión de alto nivel en la que están portavoces de los diferentes ministerios y ha nombrado al embajador en Misión Especial para la Agenda 2030, a Juan Francisco Montalbán. Por su parte, los partidos políticos apoyan la creación de una Comisión Congreso-Senado para el control y seguimiento de las políticas gubernamentales. Hay diversas Comunidades Autónomas y municipios que están redactando sus propuestas de acciones. No está dibujado, de momento, un mecanismo de coordinación entre las diversas administraciones, ni tampoco qué cauces tienen las diversas asociaciones, sindicatos y otras organizaciones para plantear sus propuestas y diálogo.
Esa Misión, entendemos, debiera estar, por su importancia y transversalidad, dependiente de la Presidencia del Gobierno y no ‘colgada’ del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Mientras tanto, el calendario sigue: Nuestro país presentará ante las Naciones Unidas este año un informe voluntario sobre el estado de la situación de los ODS y sus propuestas para cumplimentarlas, y en el año 2019 un informe estructurado y acorde a los parámetros obligatorios de las Naciones Unidas.
Antes, el gobierno presentará los Presupuestos Generales del Estado y la cifra del techo de gasto para 2019. Es decir, pasar de las musas al teatro. En este sentido, España tiene 12,9 millones de personas en riesgo de pobreza y el fenómeno de los trabajadores pobres se incrementa y el crecimiento económico, por sí sólo, no resuelve las carencias.
Seguimos con un diferencial de gasto público de 5 puntos del PIB y de 8% en ingresos públicos con respecto a los países de la eurozona. Y con esos escasos mimbres no se puede construir el cesto.
Santiago González Vallejo. Economista. USO-SOTERMUN
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